JENNIFER BAUDUY
Reuters
Puerto Príncipe -- Una o dos veces al mes, Maryse Charistile
toma el
ómnibus en dirección a la costa oeste de Haití
y regresa en barco con unos
20 ó 30 sacos de carbón de leña.
Sin embargo, a pesar de sus esfuerzos, Charistile dice que su
negocio de
carbón para combustible no es bueno. La indiscriminada
tala de árboles ha
dejado a Haití con sólo el 1.5 por ciento de su
capacidad forestal.
``A veces me paso una semana y no lo vendo todo'', afirma Charistile
junto
a un bidón lleno de carbón en un mercado de las
afueras de la capital
haitiana. ``Uno lo compra, pero no siempre lo puede vender'',
agrega.
Expertos en medio ambiente dicen que Haití es el peor caso
de
deforestación en el hemisferio occidental, debido a que
el carbón de leña
es la principal fuente de combustible de esa empobrecida nación
caribeña.
Expertos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU)
estiman que
el 70 por ciento de la población haitiana usa carbón
para cocinar.
El uso del carbón ha derivado en una catástrofe
ecológica para Haití, que
ha visto durante décadas el continuo proceso de destrucción
de sus
abundantes bosques, pero la cantidad de árboles que se
talan, se queman y
se convierten en carbón cada año aumentó
drásticamente durante esta
década.
Actualmente, la riqueza forestal de Haití desaparece a
un ritmo de 15 a 20
millones de árboles por año, lo cual está
convirtiendo al país en el primer
desierto del Caribe.
Charistile y otros vendedores de carbón dicen que saben
que la
deforestación es un problema grave para el país,
pero argumentan que no
tienen otra forma de obtener los medios económicos para
alimentar a sus
familias.
Haití es la nación más pobre del hemisferio
occidental, con un ingreso per
cápita anual de apenas $260.
``Tenemos que vivir de alguna forma. Los niños lloran en
nuestros brazos y
no sabemos qué vamos a darles de comida. Sólo tenemos
un poco de
carbón para vender y obtener algún dinero para
alimentar a los niños'',
afirma Charistile, que cría sola a sus tres hijos.
Hoy día, cada aguacero arrastra la tierra de las laderas
de las montañas
hacia el mar o las carreteras, causando una enorme erosión
que se agudiza
a medida que desaparece la capa vegetal del terreno.
Y con el huracán Georges, que azotó el país
en septiembre, la situación
ecológica empeoró notablemente.
La aldea de Fond Verrettes, al sureste de Puerto Príncipe,
fue barrida por
las inundaciones provocadas por Georges, que mataron a 102 residentes
del poblado y costaron la vida a 229 personas en toda la nación.
Mapou, otra aldea situada en un valle del sudeste de Haití,
cerca de las
montañas, está todavía inundada, más
de dos meses después del huracán.
Luego de que la tormenta tropical Gordon cruzó por Haití,
se necesitaron
13 meses para que se secara Mapou, que no tiene canales ni sistema
de
drenaje.
Los expertos de la ONU dicen que la erosión ha destruido
unos 36 millones
de toneladas de tierra que forma la capa vegetal cada año.
Las otrora zonas arbóreas cerca de Gonaives, en la provincia
de
Artibonite, y partes del noroeste del país son las más
deforestadas, secas y
con un aspecto desértico.
La crisis política en el país dejó a Haití
sin primer ministro durante 18
meses, lo cual agravó la ya desastrosa situación
ecológica existente en el
país.
Por otra parte, el Ministerio de Ambiente, creado en 1995, no
tiene aún un
ministro que lo encabece ni leyes para poder ayudar a resolver
el grave
problema ecológico, además de que sólo recibe
el 0.25 por ciento del
presupuesto estatal.
En la República Dominicana, que comparte la isla La Española
con Haití,
el gobierno descartó el carbón como combustible
para cocinar y subsidia el
gas para ser empleado con esos fines.
Grupos locales y proyectos del gobierno plantean la necesidad
de realizar
campañas de siembra de árboles en el territorio
haitiano, pero sembrar
esporádicamente no resolverá el problema ecológico
de Haití, que amenaza
con convertirse en el primer desierto caribeño, afirman
los expertos de la
ONU.
Copyright © 1998 El Nuevo Herald