Diario las Americas
23 de Abril, 1999

Militar asilado en EE.UU. teme por su vida

              CIUDAD JUAREZ, México - - El capitán Jesús Valles, que obtuvo asilo político
              en Estados Unidos tras desertar de las Fuerzas Armadas mexicanas, declaró que
              teme por su vida y la de su familia.

              En entrevista telefónica realizada desde esa ciudad fronteriza con Estados Unidos,
              frente a El Paso (Texas, donde Valles obtuvo asilo político), el militar recordó que
              en 1994 estaba asignado al 30 Batallón de Infantería cuando estalló la rebelión del
              Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN).

              "Al capturar a 5 indígenas (en la población de Ocosingo, sureño Estado de
              Chiapas), me ordenaron matarlos, situación a la que me negué por mis
              convicciones religiosas", aseguró Valles. "Tengo miedo, temo por mi vida y la de
              mi familia", dijo.

              Valles afirmó que, en Ocosingo, un alto mando identificado como Adalberto
              Pérez Nava mató a cinco indígenas zapatistas capturados, justificando su actitud
              en que, si los entregaban a la justicia civil, los iban a dejar libres o a darles
              amnistía.

              "Mi calvario y sufrimiento comenzó en 1994, luego de la insurrección zapatista, ya
              que me hostigaron por negarme a matar, diciendo que no había obedecido a los
              mandos", afirmó.

              Según Valles, que es el primer militar mexicano que recibe asilo en Estados
              Unidos, "en el Ejército mexicano nos presentan a los indígenas de todos los
              Estados como bandoleros, narcotraficantes o guerrilleros, y por eso debemos
              atacarlos cuando se sublevan, como el caso de Chiapas, sin importar si ya están
              detenidos".

              "Nunca pensé, como militar, que tendría que verme en una situación de este tipo",
              agregó Valles, "por lo que tomé mis pertenencias y huí con mi familia a Estados
              Unidos", donde vivió de manera clandestina desde 1994 hasta el año pasado,
              cuando solicitó el asilo con la asistencia del abogado Carlos Spector,
              especializado en temas migratorios.

              De acuerdo con su versión, a los soldados "formalmente nunca les piden matar
              por escrito, sino a través de insinuaciones, ya que les piden que no hagan
              prisioneros y que desaparezcan (sic) a quienes se opongan a ellos".

              El capitán dijo que sus compañeros del 30 Batallón de Infantería, acantonado en
              Tabasco en 1994, le dijeron que huyera o le pasaría lo mismo que a los
              simpatizantes del EZLN.

              Su primer experiencia negativa en el Ejército, recordó, fue en 1988, cuando
              estaba comisionado en la Sierra Tarahumara del norteño Estado de Chiuhuahua,
              ocasión en que tuvo que reunir a indígenas de un pequeño poblado para
              torturarlos, porque no querían informar de quién era el propietario de un predio
              sembrado de marihuana.

              Valles, según informó recientemente el diario La Jornada -de Ciudad de México-
              desertó de las Fuerzas Armadas después de que en los primeros días de 1994 se
              negara a obedecer una orden superior: "matar, no capturar" a los miembros de la
              guerrilla indígena zapatista.

              El capitán, que recibió el asilo en la vecina ciudad de El Paso (Estados Unidos),
              supuestamente declaró ante la juez federal de migración, Bertha Zúñiga, que el
              general Luis Humberto Portillo ordenó "exterminar a todo sospechoso de
              pertenecer a los rebeldes zapatistas".

              Las denuncias del asilado se refieren a los combates sostenidos por las tropas
              mexicanas con miembros del EZLN en la población de Ocisingo, especialmente a
              las ocurridas en el mercado de la localidad, recordadas como las más sangrientas
              y prolongadas del inicio de la lucha de la guerrilla indígena.