Lucrativa la visita de Bush a Miami
RUI FERREIRA
El Nuevo Herald
Vino, habló, recaudó y se fue. Ayer en Miami, el presidente George W. Bush parecía un huracán. En apenas 40 minutos, sus discursos generaron $1.8 millones. Unos $750 por segundo.
Su paso por la ciudad, de poco más de cinco horas, fue tan rápido, y sus paradas fueron siempre tan adelantadas, que muchos admiradores y algunos reporteros se quejaron de que ni lo vieron.
Pero el Presidente se fue contento con la Florida. El Partido Republicano reveló, durante el almuerzo de $2,000 el cubierto donde se recaudó los $1.8 millones, que en Tampa ya se había asegurado $1.2 millones en una recepción, a la cual el mandatario se dirigió a media tarde junto a su hermano, el gobernador Jeb Bush.
''Hemos tenido éxito. Conseguimos recaudar mucho dinero y les quiero agradecer por ello. Estamos abriendo camino para lo que será una gran victoria en 2004. Creo que mi mensaje es el mejor para el país, y es un mensaje que le llega a todo el mundo'', dijo el Presidente a los cientos de asistentes al almuerzo realizado en el salón de baile del Hotel Hilton cercano al Aeropuerto Internacional de Miami. ''Porque es un mensaje de esperanza, paz y libertad, y van a tener que hablar de ese mensaje a sus amigos y vecinos, porque lo nuestro debe ser un movimiento de nivel popular'', agregó.
Fue el segundo viaje del Presidente a Miami en menos de 13 meses. En mayo del año pasado, vino a conmemorar el primer centenario de la independencia de Cuba del dominio español. Hizo un discurso donde invitó al gobernante cubano Fidel Castro a realizar elecciones libres en la isla, fustigó su gobierno, respaldó el Proyecto Varela y dejó en muchos exiliados la sensación de que pronto la política estadounidense hacia la isla se haría más exigente.
Hasta ahora no ha sucedido. Pero ayer, de nuevo en la ciudad y sin gran profundidad, el mandatario fue locuaz sobre Cuba: ''Creo que la libertad es el deseo de todo corazón humano. Creo que la libertad es el futuro de todo país. Creo en una Cuba libre'', dijo Bush durante el almuerzo a una audiencia que sólo en ese instante lo aplaudió al rojo vivo.
Además del almuerzo, Bush también visitó el Centro de Nutrición y Actividades de La Pequeña Habana. Allí desarrolló un poco más sus pensamientos sobre Cuba y se refirió a los hermanos congresistas Lincoln y Mario Díaz-Balart.
''Veo que los muchachos Díaz-Balart están aquí hoy. Deseo pasar algún tiempo productivo con ellos. Son buenos amigos, aliados firmes'', dijo el Presidente.
Y añadió: "He mencionado nuestro amor por la libertad en Estados Unidos. Amamos eso. Y lo queremos para el pueblo de Cuba. Lo queremos para el pueblo de Irak. Lo queremos para el pueblo de Afganistán''.
Terminado el discurso, que versó sobre su política de beneficios sociales, Bush invitó a los dos congresistas a acompañarlo en su limosina hasta el hotel donde se realizó el almuerzo.
''Es el mejor presidente que hemos tenido en su comprensión
hacia Cuba. Nunca nadie ha entendido tanto nuestras necesidades y problemas
como él'', dijo Mario
Díaz-Balart.
Según Lincoln, en el trayecto, los tres conversaron sobre la problemática cubana, pero el congresista no quiso entrar en detalles. ''Fue una conversación muy útil, lo puedo asegurar'', dijo.
Bush vino a la Florida por unas 11 horas, y todo el tiempo estuvo acompañado por su hermano, el gobernador Jeb Bush.
Durante toda la visita, los republicanos hicieron gala de sus mejores influencias. Por los pasillos del Hilton, circularon empresarios, políticos, cabilderos, abogados y madres de familia, quienes almorzaron ensalada, bistec con bróculi, zanahorias y papas con queso, aunque el Presidente apenas probó bocado.
Allí estuvieron el fiscal federal Marcos D. Jiménez; el jefe de policía de Miami, John Timoney; el promotor de boxeo Don King; el abogado Nick Pimentel; el comisionado José ''Pepe'' Díaz; el empresario Sergio Pino; la gerente radial Claudia Puig; el comisionado estatal Tom Gallagher; y el empresario Felipe Valls, entre muchos otros.