Exponen Artistas Cubano-Americanos en La Habana
ARMANDO ALVAREZ BRAVO
Crítico de Arte de El Nuevo Herald
Por muchas razones, tanto políticas como culturales, la
exposición es singular. Para empezar: por el lugar en que se presenta
y por los expositores. Se trata de la
muestra ``Arte Cubano-Americano 2000 en la Residencia Oficial
del Jefe de la Sección de Intereses de los Estados Unidos, en La
Habana, como parte del Programa Arte en las Embajadas (AIEP) del Departamento
de Estado de los Estados Unidos.
La colección reúne pieza de ocho artistas de distintas
generaciones que son presentados como ``cubanos-americanos que residen
en los Estados Unidos''. Son:
Suzanne Lago, Luis Cruz Azaceta, José Bedia, Arturo Cuenca,
Roberto Estopiñán, Tria Giovan, Carmen Herrera y María
Martínez-Cañas.
El Programa de Arte en las Embajadas, concebido, según
su directora Gwen Berlin, en forma modesta en 1964 como una iniciativa
de Diplomacia Pública, se ha
convertido en un sofisticado programa que administra y exhibe
más de 3,500 obras originales, prestadas para su exhibición
en las Residencias de las Embajadas de los Estados Unidos y en las Misiones
Diplomáticas a nivel mundial.
``Las exhibiciones de este programa'', manifiesta Berlin en el
catálogo que acompaña a la muestra, ``reflejan la diversidad
e individualidad de las expresiones que los
artistas estadounidenses tienen la libertad de transmitir, y
se ha convertido en una fuente de orgullo para los Embajadores de los Estados
Unidos al mismo tiempo que brindan su apoyo a múltiples funciones
educativas culturales, empresariales y diplomáticas''.
Esa es la libertad de la que carecen los artistas cubanos residentes
en la Isla. Una libertad que han hallado en Estados Unidos y otros países
esos creadores que se
vieron precisados a abandonar su país de origen o que
nacieron lejos de la patria de sus mayores exiliados. Una libertad que
ha consolidado y protagoniza en el
extrañamiento una poderosa y reconocida expresión
de calidades creativas en la plástica y otras manifestaciones.
``Creo que la importancia de esta exposición reside en
que tomó una serie de artistas fundamentales dentro del exilio cubano
y los presenta en la Isla de Cuba'', dice
Alejandro Anreus, curador principal del Museo de Jersey City,
institución que prestó las obras del maestro Roberto Estopiñán
y que posee la más importante colección existente de su gráfica.
``También creo que en el catálogo hay una faceta importante
que elimina la retórica curatorial y es que los textos que lo integran
son las voces de los artistas y esos textos son un complemento importante
a las imágenes''.
Sirve de ejemplo de esos textos e intención, este de Suzanne
Lago. Ilustra el espíritu de la muestra y sobre todo las vivencias
de sus integrantes: ``Esta pintura
(``Juventud'') es un homenaje a la comunidad cubano-americana
y a todos aquellos exiliados de su suelo patrio. El texto en la parte inferior
del lienzo es el tema de la pintura, `No puedo regresar a la casa de mi
infancia'. Nunca tendré la experiencia de la Cuba que mis padres
conocieron de niños y eso me aleja de una parte esencial de mi herencia.
Cuba para mí es un vínculo con mis mayores y con mi herencia.
Recientemente he descubierto que en mi corazón hay sitio para los
dos''.
Por su parte, el maestro Roberto Estopiñán, con
un repertorio de obra que se remonta a 1959, afirma centrado en su obra:
``Lo último que me ha interesado es la
manifestación del torso femenino. He estado especulando
sobre esto, tomando elementos de una y otra escultura, haciendo un compendio
para crear torsos. A veces desde un ángulo ves una reminiscencia
que es completamente clásica o desde otro ángulo te recuerda
una escultura africana. Básicamente, son elementos diferentes con
los que he trabajado para expresar algo. Mis torsos son extremadamente
personales posiblemente pudieran ser una ayuda para las generaciones futuras
en la comprensión de la belleza y en el mantenimiento perdurable
de la figura humana''.
Así, todas las visiones de los creadores que figuran en
la exposición, formando parte de la historia de una plástica
que se ha cumplido en las más adversas e insólitas
situaciones, pero que ha sabido mantener y proyectar internacionalmente
un histórico rango creativo que, desde la libertad, reivindica,
más allá de la situación y
circuntancias específicas de cada artista, las calidades
del arte cubano.
La embajadora Vicki J. Huddleston, Jefe de la Sección de Intereses de los Estados Unidos en la capital cubana, presenta la exposición manifestando: ``Nos complace mucho contar con esta oportunidad para mostrar a la comunidad cubana, incluyendo a los familiares y a los colegas de los artistas, los trabajos extraordinarios creados por cubano-americanos que residen en los Estados Unidos. Estas piezas, y muchos de los artistas participantes, se muestran aquí por primera vez. Es una maravillosa oportunidad de apreciar los resultados de las dos poderosas influencias culturales''.
Al valorar esta muestra, que la Embajadora Huddleston califica de maravillosa oportunidad, Anreus dice ``que tiene la facultad de proponer un reencuentro visual para los artistas que están en la Isla con muchos de los que están acá. Creo que algunos son conocidos como Bedia, Cuenca y Cruz Azaceta, pero creo que la importancia reside en que veteranos como Carmen Herrera y Roberto Estopiñán sean redescubiertos por los artistas en Cuba''.
La singular exposición ``Arte Cubano-Americano 2000'',
que se mantendrá en la residencia de la Jefe de la Misión
en La Habana mientras desempeñe su cargo la
Embajadora Huddleston, ha tenido una reacción muy favorable,
dice Estopiñán, que agrega: ``Creo que trata de demostrar
la integración de los artistas cubanos dentro del medio americano''.
Eso y mucho más.
© 2001 El Nuevo Herald