Granma Diario
abril 27, 2003
Las más sofisticadas armas no podrían aplastar la resistencia de nuestro pueblo

Afirmó el Comandante en Jefe Fidel Castro en su intervención especial en la Mesa Redonda que analizó los más recientes acontecimientos en nuestro país y el incremento de las acciones agresivas de Estados Unidos contra Cuba

Félix López y Aldo Madruga

Foto: RICARDO LÓPEZ HEVIALa guerra bárbara contra el pueblo iraquí es un mensaje fascista para el mundo, a quien quieren imponer una dictadura a escala planetaria, y no solo para Cuba que hoy lucha contra ese gigante de las siete leguas que Martí fue el primero en descubrir y cuyos pasos no se extienden solo por las tierras de nuestra América, sino a toda la Tierra, denunció el Comandante en Jefe Fidel Castro durante su Comparecencia Especial en la Mesa Redonda de ayer.

Al analizar la escalada agresiva del Gobierno de Estados Unidos contra nuestro país y los más recientes acontecimientos, Fidel subrayó que la Revolución nunca ha negado que se va a defender, y lo está haciendo, y lo va seguir haciendo con todo lo que esté a su alcance, pero nunca cometerá, como hasta ahora jamás lo ha hecho, una injusticia, un abuso, y no va a renunciar a las leyes, precisamente en este mundo donde cada vez menos rigen las leyes y se pisotea el orden jurídico que norma las relaciones entre los estados, y los vecinos del Norte hacen realmente lo que les da la gana.

Aprovechó la oportunidad para agradecer a los amigos que en todos los rincones del mundo han sabido defender a Cuba en este glorioso instante y aseguró que será la historia la que se encargue de hablar, decir lo que ha estado pasando en este país en todos estos años, y dejar bien claro la estatura moral y humana del proyecto social en que estamos enfrascados.

Tras un análisis histórico de cómo la Revolución ha enfrentado el tema de la pena de muerte, Fidel recordó que si los revolucionarios no se defienden, su causa es derrotada y tienen que pagarlo con sus vidas. En este caso serían las vidas de millones de cubanos.

Al respecto, explicó que la aplicación de la pena capital a los secuestradores de una lancha de pasajeros, con grave peligro para la vida de más de 30 personas, ocasionó incomprensión internacional, a lo que contribuyó un diluvio de mentiras y desinformación desatado por los medios masivos de difusión del imperio y sus aliados.

Lamentablemente, personas que nuestro pueblo aprecia, agregó, se lanzaron a emitir opiniones y juicios sin conocer hechos y realidades dignas de tomarse en cuenta, y no pretendemos, por supuesto, que compartan nuestros puntos de vista.

Comentó que en nuestro país también hay muchos revolucionarios honestos que se oponen a la pena de muerte, pero que, sin embargo, comprenden el deber sagrado de luchar para impedir que millones de cubanos sean fusilados por los que intentan imponer a todos los pueblos de la Tierra una tiranía mundial nazi-fascista.

Fidel aclaró que cuando habla de fascismo no se refiere al sistema político interno de Estados Unidos. Se le puede arrebatar al pueblo de EE.UU., o restringir muchos derechos, pero nadie allí podría instaurar un régimen fascista, y subrayó que hablaba de un orden mundial impuesto por el Gobierno de ese país basado en su inmenso poder militar.

Alertó que voceros del Gobierno norteamericano hablan incansablemente de su preocupación por un éxodo ilegal de emigrantes, hecho que constituiría el pretexto anhelado por la mafia de Miami para promover una agresión a Cuba. Es por eso, confesó, que la dirección de la Revolución estaba plenamente consciente del costo de las medidas que se vio obligada a adoptar. Nos dolía de antemano lastimar a muchos amigos y a un gran número de personas en el mundo, cuya sensibilidad de carácter religioso, humanista y filosófico con relación a la pena de muerte conocemos bien y que, en algunos aspectos, nosotros mismos compartimos.

"GUAPERÍA" CON INMUNIDAD DIPLOMÁTICA

Al inicio de su intervención, el líder de la Revolución aseguró que los recientes acontecimientos comenzaron con la llegada a Cuba del señor Cason; el arresto de varias decenas de mercenarios que traicionan a su Patria a cambio de privilegios y dinero, y la pena capital a delincuentes comunes que con una pistola y cinco armas blancas secuestraron una embarcación de pasajeros fueron consecuencias de una conspiración urdida por el Gobierno de aquel país y la mafia terrorista de Miami. Es tan evidente, dijo, que cualquiera lo puede comprender.

A las autoridades cubanas, aseguró, no se les puede atribuir responsabilidad alguna, es algo que me propongo explicar, así como las reacciones y objetivos de cada medida, el porqué y para qué de cada una de ellas.

Recordó que el escandaloso fraude electoral de Miami llevó a Bush al poder en Estados Unidos. Fueron los mafiosos anticubanos de ese Estado quienes decidieron su elección; y él —hombre agradecido— no oculta su obligación hacia esa mafia y los compromisos que contrajo con ella; asegurándole que el problema de Cuba podía resolverlo fácilmente, en clara alusión a la eliminación física del Presidente cubano.

Su Gobierno, afirmó, sería tan hostil y reaccionario como todo el mundo esperaba. Verdaderos bandidos ocuparon cargos clave, para aplicar contra Cuba las medidas y compromisos del Presidente, entre ellos Otto Reich, quien no dudó en promover a un antiguo secuaz en sus andanzas antisandinistas. La designación de Cason al frente de la SINA no fue obra de la casualidad. Ya en noviembre del 2001, en una conferencia sobre seguridad nacional, este señor había dicho que Cuba era el único país que no se había unido al coro regional en apoyo a los Estados Unidos tras el 11 de septiembre.

Tras desmentir esa infamia, y rememorar que la FNCA lo recibió en el cargo como a la persona indicada para llevar a la Isla "la política enérgica de Bush", Fidel compartió con la opinión pública nacional e internacional un abultado dossier, denunciando (con lujo de detalles y pruebas de todo tipo) la escalada de injerencia del procónsul yanki en La Habana y la manera desfachatada con que intentó articular un movimiento contrarrevolucionario en el país.

Esa cronología leída por Fidel, describe cómo Cason pasó de las declaraciones pretensiosas en los primeros días de su arribo a Cuba, a las reuniones con los cabecillas de los grupúsculos con-trarrevolucionarios en su residencia oficial y en la sede de la SINA, entregándoles ayuda material y financiera, asistiendo a sus actividades, recorriendo el país con iguales fines e intentando vincular a sus planes a representantes diplomáticos de otras naciones. Esas acciones tomaron más fuerza en los últimos meses y obligaron a las autoridades cubanas a limitar sus movimientos dentro del país.

Explicó Fidel que a partir del mes de enero del 2003, se sucedieron varios hechos de secuestros, y Cason llegó al colmo de desfachatez "diplomática" con las declaraciones realizadas a la prensa el 24 de febrero; mientras las autoridades norteamericanas, como otra de las cartas de un plan macabro, establecieron un cruel e injustificado régimen de castigo con los Cinco Cubanos encarcelados en aquel país por combatir al terrorismo.

Confesó el Comandante en Jefe, que inmerso en el colosal esfuerzo por llevar adelante los nuevos programas de la Revolución, no conocía en detalles hasta qué punto llegaba la insolencia, osadía y la audacia del enviado de Otto Reich. El 14 de marzo, el Departamento de Estado confirmaba nuevas medidas que impidieron la visita consular a los Cinco, y mientras unos días después se realizaba un taller de ética periodística con los mercenarios al servicio del imperio en el peor lugar del mundo para hablar de ética —la residencia de Cason. Explicó que luego de estos hechos desafiantes y que nada tienen que ver con el normal desenvolvimiento de un diplomático, se procedió a la detención de 32 contrarrevolucionarios, a los que siguieron otros 33, para someterlos a los tribunales por sus reiterados actos ilegales y conspirativos con los mantenedores del criminal bloqueo contra nuestro pueblo.

NADA NI NADIE PUEDE AMEDRENTARNOS

Tras rememorar detalles del secuestro del avión DC-3, un hecho que no ocurría hacía muchos años, y advertir que se produjo dos horas después de haber comenzado los bombardeos contra Bagdad y otras ciudades de Iraq, Fidel dijo que no tenemos forma de probar si fue un acto inducido, porque los norteamericanos no devolvieron a los secuestradores y sus cómplices, y no informaron nada.

Añadió que la noticia de que el avión había sido incautado y el tratamiento dado a los secuestradores y cómplices, amparados por la mafia y los beneficios de la asesina Ley de Ajuste Cubano, crearon las condiciones para hechos similares. La ola de secuestros continuó con el incidente del AN-24, el secuestro de una lancha de pasajeros en la Bahía de La Habana y el asalto a un soldado al que arrebataron su fusil, arma que iba a ser utilizada en el desvío de otro avión en el aeropuerto de Nueva Gerona.

Informó, además, que desde el caso del DC-3 se han comprobado 29 proyectos e ideas de secuestrar aeronaves y embarcaciones con el empleo de la fuerza. Había que cortar radicalmente aquella ola de secuestros en pleno desarrollo. Y había que aplicar sin vacilación alguna las sentencias impuestas por los tribunales y ratificadas por el Consejo de Estado. La medida, recalcó, no sería completa si no anunciamos que no se suministrará combustible a ningún medio secuestrado, y los responsables e involucrados deben saber que serán sometidos a juicios sumarios en los tribunales correspondientes y no deberán esperar clemencia alguna.

Aseguró que hay que arrancar de raíz tales acciones, porque la experiencia demuestra que cuando los autores no tienen alternativas se abstienen de cometer tales crímenes.

Debe quedar bien claro, advirtió Fidel, que nuestro país no puede ser amedrentado por nada ni por nadie, porque es un país que sin renunciar al combate en cualquier terreno sabe luchar y lucha, en primer lugar con las ideas, con una moral altísima, muy por encima de millones de calumnias con que han pretendido sepultar su ejemplar obra revolucionaria: que sabe lo que hace, y sabe que su conducta es limpia, es intachable, es ejemplar, y ha sido capaz de demostrar al mundo su capacidad política, su conciencia, su cultura. No vaya nadie a imaginarse que este es un país de tontos y de idiotas.

LA SINIESTRA IDEA DE PROVOCAR UN CONFLICTO

En otra parte de su intervención, el Comandante en Jefe se refirió a cómo los círculos reaccionarios de Miami, cercanos a Bush, se han propuesto, además de recrudecer el bloqueo y boicotear la compra de alimentos, romper los acuerdos migratorios y forzar una emigración masiva, cuyo instrumento principal es la Ley absurda y asesina de Ajuste Cubano, y cuyo potencial está constituido por ex presidiarios por delitos comunes y los peores elementos antisociales que todavía existen en nuestra sociedad, y solo desaparecerán con los programas educacionales y sociales que hoy se llevan a cabo en Cuba.

Puntualizó que la idea siniestra de provocar un conflicto armado entre Cuba y Estados Unidos centra hoy la esperanza de quienes esperan en Miami ver destruida a la Revolución, olvidando lo que Maceo advirtió y que cobra hoy más vigencia que nunca: "¡Quien intente apropiarse de Cuba, recogerá el polvo de su suelo anegado en sangre si no perece en la lucha!". Más de 40 años de fracaso tras fracaso debiera persuadir a cualquier Gobierno de Estados Unidos de que las más sofisticadas armas no podrían aplastar la resistencia de nuestro pueblo.

Advirtió Fidel que no se conquista a un país con divisiones blindadas, miles de tanques, helicópteros, aviones, decenas de portaaviones y cruceros, de bombarderos y de cazas, decenas de miles de misiles. Ocupadas las ciudades y todo el territorio, hay que gobernar a millones de personas en ciudades y campos. Si creen que de algo servirían en Cuba los grupos mercenarios de Miami, estos durarían lo que un merengue en la puerta de una escuela. Muertos los líderes principales, ninguno de los cuales levantará jamás bandera blanca, decenas de miles de combatientes ocuparán los puestos de cuantos mueran, y generación tras generación luchará el pueblo de Cuba contra las tropas ocupantes. Quiere decir que cuando el país sea ocupado, la guerra no termina, sino comienza. (Texto íntegro de la comparecencia)