Despiden a Filiberto en el Ateneo
En la hora de su muerte, el cuerpo de Filiberto Ojeda Ríos, dirigente del Ejército Popular Boricua, se mostró con su característica guayabera blanca, un escaso pelo blanco y un rostro sin barba, tan distinto al de antiguas imágenes del líder guerrillero.
Un pequeño machete que colgó la viuda Elma Beatriz Rosado Barbosa sobre el pecho poco antes de besar sus labios, una bandera de Los Macheteros y una enorme corona de flores con la bandera de Puerto Rico con dos machetes sobrepuestos adornaron el féretro en que hoy le llevarán a la tumba en su natal Naguabo.
A su lado permanecía escoltando el féretro su antiguo compañero fundador de la división política de los Macheteros, el Partido Revolucionario de los Trabajadores, Hilton Fernández Diamante.
Al lado izquierdo, los Cadetes de la República del Partido Nacionalista Fernando Rivera, Pedro Jaca y Antonio Cruz, y del lado derecho, Domingo Domínguez, Mario Bosque, Glenn Colón y su nieto, Edgardo Enrique Ojeda, mantuvieron la corte de honor en el Ateneo Puertorriqueño donde cientos de personas acudieron a presentar sus respetos a quien comenzaron a llamar "el comandante" de toda la gesta revolucionaria por la independencia.
"Filiberto, compañero, comandante machetero", eran algunas de las consignas que espontáneamente surgían durante el velatorio que inició a las 8:00 AM y donde hubo personas aguardando desde muy temprano en la mañana.
La Borinqueña Revolucionaria se escuchó en muchas ocasiones y en otras los aplausos, los vítores de "Filiberto vive", "Viva Puerto Rico libre".
Líderes independentistas como Lolita Lebrón, Julio Muriente, Fernando Martín y Juan Dalmau acudieron al velatorio, pero también había gente de todas las órdenes, incluidas monjas con sus hábitos blancos que en su carácter individual acudieron porque "amamos el ideal libertador".
"Filiberto es uno de esos hombres como (Ramón Emeterio) Betances, como (Pedro) Albizu Campos, es el héroe de nuestra época. Se convierte en algo así como nuestro Che (Guevara)", declaró el líder viequense Ismael Guadalupe, quien agradeció que Los Macheteros, a pesar de apoyar la salida de la Marina, respetaron el espacio de lucha pacífica que querían los viequenses.
La gente reunida allí no tenía duda de que las autoridades federales planificaron la muerte de Ojeda Ríos.
Eduardo Morales Coll, presidente del Ateneo, aseguró que se trató de un atropello, de una provocación. "Yo hago un llamado a todas las buenas personas que trabajaron y participaron en esa conspiración federal a que procedan a desertar del FBI y todas las agencias federales", señaló y los conminó a decir lo que ocurrió.
Del Ateneo el cuerpo de Ojeda Ríos fue movido al Colegio de Abogados no sin antes recibir unas palabras de despedida de Lolita Lebrón quien le dijo: "libertador, que tu sangre derramada, nos libere".
Al mediodía, en medio de aplausos y gritos más enardecidos como los de "Filiberto camarada, tu muerte será vengada", "FBI, fascista, asesinos". Un trompetista -instrumento que tocó el líder machetero en sus años de juventud- lo despidió con la Borinqueña y Verde Luz, mientras la gente empuñaba su mano izquierda.
El féretro salió con una marcha improvisada de gente, que en medio de un aplastante sol caribeño, quiso caminar a pie el largo recorrido desde Puerta de Tierra, por la avenida Ponce de León hasta el Colegio de Abogados, en Santurce.
A lo largo del camino se escuchaban las mismas consignas de la comitiva presidida por los abanderados de Vieques y Puerto Rico: niños, jóvenes, estudiantes y Rita "Puchita" Surface, en representación de la mujer.
Desde la calle mucha gente saludaba y repetía las consignas y al llegar al Colegio de Abogados, el coche fúnebre pasó por debajo de la enorme bandera de Puerto Rico que cargaban los estudiantes en medio del aplauso cerrado de los asistentes.
Cuando el cuerpo entró a esa institución, desde la azotea
del edifico del lado, donde radican las oficinas de Aduanas y Administración
y algunas dependencias del Departamento de Seguridad Nacional de Estados
Unidos, unas tres o cuatro personas gritaron improperios como "independentistas
pa’l carajo", y tomaban fotografías. La gente que quedaba en el
patio contestó vociferando que bajaran de la azotea, pero el incidente
no tuvo mayores consecuencias.