De la redacción de El Tiempo
BOGOTA
Por cuenta del presidente peruano, Alberto Fujimori, los países
vecinos y
amigos miran hoy con especial recelo hacia la frontera con Colombia.
Hace una semana, al salir del Departamento de Estado en Washington,
Fujimori ``declaró'' a Colombia como una especie de zona riesgo
y dijo que
del conflicto interno que se vive aquí se deriva un riesgo potencial
para la
zona andina.
Su postura, acompañada por críticas al proceso de paz
con las FARC
(Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia), fue interpretada, incluso
por sectores políticos de su país que le han sido afectos,
como una
intervención indebida en los asuntos colombianos. Y si bien
la diplomacia se
encargó de bajarle rápidamente el volumen a la controversia,
el vecino país ha
actuado en consecuencia con lo dicho por su mandatario.
Hoy, por ejemplo, la quinta división del ejército peruano,
compuesta por
unidades de contraguerrilla que jugaron un papel clave en el aniquilamiento
de
[el movimiento terrorista] Sendero Luminoso, está acantonada
en la línea
fronteriza amazónica y tiene la misión específica
de contener cualquier avance
de la guerrilla colombiana.
Desde Iquitos, en su base de operaciones, se advierte movilización
en la zona
y ha sido preciso que las propias autoridades estadounidenses, que
hace una
semana recibieron a Fujimori, adviertan que estas actuaciones pueden
crear
tensiones innecesarias en la frontera.
Desde los aeropuertos militares de Iquitos y de Caballococha, cerca
a
Leticia, naves de antinarcóticos se dejan sentir diariamente.
Un grupo de
periodistas de la televisión colombiana que hace tres días
hacía un recorrido
por allí aseguró que uno de esos aviones entró
a territorio colombiano.
La cancillería peruana desmintió al día siguiente
la versión, pero hasta hoy no
hace comentarios sobre el fortalecimiento de la vigilancia militar
en la frontera
norte.
Según Carlos Darío Robledo, experto en el tema internacional
y profesor
universitario, este tipo de despliegues llevan aparejada siempre la
posibilidad
de que las restricciones en los pasos fronterizos afecten seriamente
los
derechos de las personas.
Pide, a manera de ejemplo, mirar las experiencias que se han vivido
con los
servicios policiales venezolanos que cada cierto tiempo impulsan
deportaciones masivas de colombianos.
Para él, esta actitud contrasta también con los alcances
de la denominada
diplomacia para la paz, con la que el gobierno colombiano busca la
comprensión y el apoyo internacional para sus propósitos
de paz.
Copyright 1999 El Nuevo Herald