El Nuevo Herald
Jul. 22, 2003
 
La capital del mundo se inclina ante la Reina

WILFREDO CANCIO ISLA/El Nuevo Herald
NUEVA YORK

La ciudad donde vivió y entronizó su leyenda musical por 42 años, se apresta a darle hoy una multitudinario adiós a Celia Cruz, la cantante cubana que exaltó la alegría como un territorio inherente a la vida.

Una despedida como la que se ofrece a una reina. ''Una reina celestial de azúcar'', según la exclamación de un admirador que avanzaba con la multitud, congregada desde las primeras horas de ayer para rendir homenaje a la Gran Guarachera en la histórica funeraria Frank R. Campbell, en Manhattan.

El gobernador George Pataki, quien asistió al funeral, proclamó este martes 22 de julio como el ''Día de Celia Cruz'' en el estado de Nueva York, destacando ``los extraordinarios logros, el talento y la gracia de la irremplazable Celia Cruz''.

''Celia Cruz amaba Nueva York y Nueva York tendrá por siempre a la reina de la salsa en su corazón'', indico la proclama. ``Por décadas, su talento y su voz trascendieron el escenario para convertirse en un icono y una fuente de inspiración para la comunidad latina y el mundo entero''.

Además de Pataki, otros connotados políticos neoyorquinos como los senadores Hillary Rodhan Clinton y Charles Schumer, y el representante Charles Rangel comparecieron para expresar sus condolencias por el fallecimiento de Celia, ocurrido el miércoles en su residencia de Fort Lee, Nueva Jersey, víctima del cáncer. Aunque las puertas del recinto fúnebre no abrieron hasta las 11 a.m., muchas personas decidieron dormir la víspera en las afueras del lugar, que acogió en el pasado los velatorios de personalidades como Jacqueline Kennedy.

La mañana lluviosa y plomiza no logró disipar la concentración, que comenzó a desfilar hacia la entrada coreando ''Celia, Celia'', mientras ondeaban banderas de múltiples nacionalidades: cubanas y puertorriqueñas, colombianas y peruanas, dominicanas y panameñas. Algunos portaban grabadoras con la música de Celia a todo volumen.

Al cierre de esta edición, estimados conservadores de las autoridades fijaban la asistencia en unas 130,000 personas. Las puertas de la funeraria cerraron alrededor de las 11 p.m. y abrirán hoy desde temprano.

En la capilla ardiente, Celia descansaba vestida con un traje blanco decorado con perlas y una peluca dorada, rodeada de ofrendas florales. Frente al féretro colgaba una gigantesca bandera cubana; a su cabecera, una imagen de la Virgen de la Caridad del Cobre.

Fue Ruth Sánchez, estilista personal de la cantante desde 1982, quien tuvo la responsabilidad de arreglar el cadáver para el velatorio final. También estuvo encargada de los arreglos para los funerales en Miami.

''Fue muy difícil para mí, porque era la primera vez que lo hacía y le tengo miedo a la muerte'', relató la mujer a El Nuevo Herald. ``Pero me olvidé de todo y comencé a hacerlo como si ella estuviera viva y yo la maquillara para un gran concierto''.

Desde muy temprano, populares figuras artísticas y amigos personales de la familia se dieron cita en la funeraria, donde se escuchaban los temas antológicos de la Guarachera de Cuba.

''No habrá nadie que pueda igualar su voz y su resistencia sobre los escenarios'', recordó el maestro Johhny Pacheco, fundador de la orquesta Fania All Stars, mientras conversaba en un salón contiguo con el empresario musical Ralph Mercado.

El salsero Marc Anthony entró al filo del mediodía y se abrazó largamente con Pacheco, quien minutos antes tarareaba la versión de Siempre viviré que se oía por los altavoces.

''Sé que aunque ya no está con nosotros, continuará la gran rumba en el cielo'', dijo Mercado, quien estuvo vinculado al trabajo de la cantante por 26 años y fue el productor de seis de sus discos.

Mercado también produjo el documental Yo soy del son a la salsa (1996), que se exhibió en Cuba, la única ocasión en que el público de la isla pudo verla en las pantallas cinematográficas desde que la artista marchó al exilio en 1960.

El viudo, Pedro Knight, y otros familiares allegados, se mantuvieron en un pequeño salón al cual había acceso limitado.

Tras un último tributo popular en la capilla ardiente, el cadáver de la cantante recorrerá 30 cuadras en un carruaje tirado por caballos para llegar a la Catedral de San Patricio, donde se celebrará la misa fúnebre en español a partir de las 2 p.m.

La ceremonia religiosa será oficiada por monseñor Iosu Iriondo, obispo auxiliar de la Diócesis de Nueva York, quien estará acompañado por el sacerdote Alberto Cutié, de Miami.

Luego el cortejo fúnebre se dirigirá al cementerio Woodlawn, en el Bronx, para el sepelio, al que sólo tendrán acceso familiares y amigos íntimos. Sus restos descansarán en una tumba provisional hasta finales de año, cuando se espera quede construido su mausoleo personal.

La necrópolis del Bronx --un enclave de predominio latino-- acoge también a otras celebridades musicales como Duke Ellington, Miles Davis y el cubano Frank Grillo, ''Machito'', precursor del jazz afrolatino.

Como pidió en vida Celia Cruz, la despedida de duelo estará a cargo del maestro de ceremonias y locutor radial Paco Navarro, quien fue el presentador por excelencia de la célebre cantante desde su primer concierto en el Madison Square Garden, en 1972.

Fue Navarro, oriundo de Puerto Rico, quien la rebautizó como La Guarachera del Mundo, ``porque no ha habido ni habrá otra como ella en los escenarios de la música latina''.

Tres años atrás, durante una fiesta donde habló Navarro, Celia lo llamó y le pidió que fuera él quien asumiera en su momento las palabras del último adiós.

''Era un ser con un talento especial para romper la solemnidad y propiciar la alegría'', recordó Navarro. ``No podríamos despedirla de otra forma''.

El saxofonista Paquito D'Rivera, quien se hallaba actuando en Alemania en el momento del deceso de Celia, regresó de inmediato para estar en el velorio. ''Celia es algo que podemos reconocer, pero nos es imposible definir'', aseveró D'Rivera. ``Con ella siento que se va el alma de Cuba''.