Devueltos 160 emigrantes ilegales en lo que va de año
Alberto Núñez Betancourt
Mientras el domingo 27 de mayo ocho viajeros ilegales de Ciudad
de La Habana eran interceptados por el servicio de Guardacostas y
trasbordados de la frágil embarcación que ya ponía
en
peligro sus vidas al buque estadounidense, se conocían las
primeras noticias sobre un cadáver aparecido en alta mar,
en las inmediaciones del islote Dry Tortugas, y otros cuatro
imprudentes daban los toques finales para emprender otra
aventura.
Irresponsabilidad tras otra y un común denominador: el afán
de
tocar costa de los Estados Unidos, aunque sea al costo de la
propia vida. Así lo establece la Ley de Ajuste Cubano. Como
expresara Hilario Hernández, uno de los inmigrantes ilegales
recientemente devuelto: "si llegas a tierra tienes visa USA, si te
cogen en el mar, perdiste. Esas son las reglas de juego, las cuales
seguimos aunque reconocemos que es una locura lanzarse al mar".
La devolución número 14 del servicio de Guardacostas de Estados
Unidos en el 2001 trajo al país a otras 14 personas, con las cuales
suman 160 las que han regresado por vía marítima en lo que
va de
año.
El diálogo con muchos de ellos revela que esta variante, si bien
es
arriesgada —creo mejor decir descabellada— es la que tienen en la
mano quienes de una manera, a veces sutil, otras directa, reciben
el reproche de los funcionarios de la Sección de Intereses de los
Estados Unidos en La Habana. No pocas veces a la salida de esa
instalación, donde se cierran las puertas para una emigración
ordenada, se gesta la fatal aventura.
Entre los recién llegados hay tres hermanos: Oner, Omar y Osmín,
de apellidos Garrido Rivero. Ellos cuentan que todo sucedió por
embullo y luego de algunos tragos decidieron conformar una
embarcación bien rústica que los llevara a donde la Ley de
Ajuste
invita. "Ahora es que conozco la esencia de esta Ley", plantea
Omar, quien tras apuntar que posee antecedentes delictivos, hace
saber que las autoridades cubanas no se meten con él y lleva su
vida tranquila en la zona de Minas de Matahambre, Pinar del Río,
pues su oficio de carpintero por cuenta propia le posibilita una
situación económica buena.
Muerte, delitos, desunión y tristeza en las familias cubanas es
lo
que deja cada día como amargo fruto la Ley asesina de Ajuste
Cubano. El caso del joven Fernando Díaz Morales, quien saltó
del
guardacostas para tocar la ansiada meta pintada como tentación y
horas después fue encontrado su cuerpo sin vida, vuelve a
confirmarlo.