El Nuevo Herald
19 de septiembre de 1998

 Libro sobre Marcos dice que Castro traicionó a la izquierda mexicana

 MARCIA FACUNDO
 El Nuevo Herald

 El recién publicado libro Marcos, la genial impostura, que acaba de
 llegar a Miami tras lograr enormes ventas en México, no sólo
 desenmascara al carismático líder zapatista del levantamiento en Chiapas,
 sino que presenta a un Fidel Castro dos veces traidor de la izquierda
 revolucionaria mexicana.

 Sus autores, los periodistas Maite Rico y Bertrand de la Grange, quienes
 visitaron Miami para promover su obra, explicaron a El Nuevo Herald
 cómo México fue una excepción en la larga cruzada de Castro a favor
 de las revoluciones en Latinoamérica.

 Tras el inicio del conflicto de Chiapas que sorprendió al mundo en enero
 de 1994, Rico, corresponsal en México del diario español El País, y De
 la Grange, también corresponsal en ese país del periódico francés Le
 Monde, fueron comisionados por un editor francés para que escribieran
 una biografía del Subcomandante Marcos, quien había despertado
 inmensas simpatías en todo el mundo.

 Pero el resultado fue un libro más amplio, en el que Marcos sirve ``de
 hilo conductor para contar un poco más lo que estaba ocurriendo en
 Chiapas'', declara Rico.

 ¿Qué papel desempeñó Cuba en la guerrilla mexicana?

 Rico: El papel de Cuba no fue el que ha hecho siempre, que ha sido
 interferir y entrenar guerrilleros de otras zonas de América Latina para
 exportar la revolución. Pensamos que los guerrilleros mexicanos fueron
 entrenados con el apoyo del propio gobierno de México y de la policía
 política mexicana para infiltrarlos y luego poderlos aplastar en cuanto
 intentaran levantar la cabeza en México.

 Entonces, eso quiere decir que Fidel jugó..

 Rico: El doble juego, sí.

 De la Grange: Fidel Castro ha dicho este año en más de una
 oportunidad, cuando en el pasado no lo decía, que había apoyado a
 todas las guerrillas del Continente menos en el caso de México. Hay
 elementos que indican que hubo guerrilleros mexicanos en Cuba, sólo
 que fue un concepto muy peculiar. Y era todo un juego entre las dos
 policías políticas de ambos países. Un juego muy sucio obviamente.
 Cuba había aceptado apoyar, darle un servicio a la policía política
 mexicana, aprovechando la vinculación que Cuba tenía con el
 movimiento guerrillero mexicano, para finalmente delatar a los guerrilleros
 mexicanos ante la policía política mexicana. Eso es una doble traición. Se
 estaba reportando con la policía política mexicana para acabar con
 aquellos esfuerzos.

 Rico: Para tenerlos controlados, digamos, y a la vuelta tenerlos ubicados
 en México.

 ¿Y en los 80 que es cuando se entrena Marcos, sí hubo más apoyo de
 parte de Castro?

 De la Grange: No. El apoyo de Cuba se da en los años 70 con los
 mexicanos. Marcos en ese entonces, digamos Rafael Guillén, nació en el
 57, para esa época todavía no estaba metido en nada. Cuando él se
 involucra es al principio de los 80 cuando está en la universidad. Ahí
 Cuba ya ha bajado bastante el nivel de apoyo a las guerrillas
 latinoamericanas. A pesar de todo, algunos mexicanos van allá a recibir
 adoctrinamiento, en las que participaba Marcos. Y esos fueron los
 últimos mexicanos que estuvieron allá. Eso fue en el 82. Doce años antes
 del levantamiento. Después de eso se regresan a México, pero ya eran
 un movimiento casi inexistente. Debido a que la policía política mexicana
 pasó por una fase de descomposición absoluta en esa época porque fue
 totalmente infiltrada por los narcos, el gobierno mexicano tuvo que
 disolver lo que se llamaba la Dirección Federal de Seguridad que era la
 policía política. Todo eso hizo que ese grupito zapatista desapareciera de
 los archivos.

 La fascinación que tiene el Comandante Marcos con el Ché Guevara,
 ¿creen ustedes que es real, que piensa que él es, en verdad, una
 reencarnación del Ché o es una postura que ha asumido a sabiendas?

 De la Grange: Que lo crea él o que sea una postura, el resultado es igual.
 Es por lo menos la impresión que nos quiere dar a los de afuera. Usa
 mucho lo que nosotros calificamos de un clon del Ché. Pero obviamente
 él es una persona muy diferente al Ché. Lo está comprobando. Tiene
 mucho más capacidad histriónica que capacidad política. Mientras que el
 Ché era al revés. El Ché se escondía de las cámaras. No le daba
 entrevistas a nadie. Marcos hace todo lo contrario. Lo que hemos
 podido ver y nos sorprendió mucho, hablando con mucha gente muy
 cercana a Marcos, descubrimos poco a poco que estaba imitando
 algunos detalles de la manera de actuar del Ché.

 Rico: Cuando llegó a Chiapas, nos contaban los campesinos: ``El nos
 decía que era médico, como el Ché, nos repartía medicinas''.

 Pero realmente él no es médico..

 Rico: No, él estudió filosofía y luego trabajó en la escuela de diseño de
 artes gráficas. Después él llevaba los relojes como el Ché. El fumaba
 pipa y tenía asma como el Ché. Pues pensamos que era un problema
 respiratorio, y que fíjate qué coincidencia. Pero hablando con sus amigos
 y su propia familia, nos enteramos de que él nunca había tenido asma
 antes.

 ¿El está consciente de que no es una reencarnación del Ché?

 Rico: Yo no creo que él sea un loco furioso que de pronto diga, yo soy
 el Ché. El ha ido construyendo su personalidad de líder revolucionario a
 partir del modelo del Ché, siguiendo todos sus pasos y digamos muy
 influido por él y con muchos deseos de imitarlo y de llegar a ser como él.

 De la Grange: Y es un Ché muy virtual al mismo tiempo. Tomando en
 cuenta los nuevos tiempos de Internet. El Ché participó en la época de la
 Guerra Fría, y realmente había una guerra. En el caso de Marcos tuvo
 que inventarse una guerra que no existía y con gente muy mal armada.
 Logró engañar a mucha gente, logró engañar al propio ejército mexicano
 que no sabía lo que tenía enfrente, a partir del 94.

 Al mismo tiempo que su libro desmistifica la figura de Marcos,
 ¿desmistifica la de Castro?

 De la Grange: Creo que agrava la de Castro. Hay una contradicción
 permanente entre esa práctica de Fidel que hacía la revolución mundial y
 que estaba preparando a la gente para eso.

 Y ahora lo vemos apoyando también a los grupos de derecha.

 De la Grange: A los grupos en el poder, ya sean de derecha o de
 izquierda.

 Rico: Lo cual presenta además una faceta de oportunismo y de traición a
 la causa. Digamos que es un oportunista con un juego político no siempre
 claro.

 De la Grange: Estamos de acuerdo con Benigno [Daniel Alarcón
 Ramírez, uno de los guerrilleros cubanos más estrechamente vinculado
 con el Ché], cuando dice que él sí conoció a guerrilleros mexicanos en
 Cuba. Pero ellos no fueron a Cuba porque Cuba querían derrocar el
 gobierno mexicano, sino que fueron a Cuba porque Fidel quiso, frente a
 la guerrilla mexicana, quedarse con su imagen de izquierdista
 revolucionario que estaba apoyando a la causa. Pero al mismo tiempo no
 quería quedar mal con el gobierno mexicano. Ahí fue el doble juego, y yo
 digo que Fidel Castro ahí aparece como un traidor frente a un sector de
 la izquierda revolucionaria mexicana.

 La mayoría de los movimientos de izquierda en América Latina se
 fortalecieron con la ayuda de la Unión Soviética. ¿Cómo lograron los
 zapatistas fortalecerse aun después de que desapareciera la Unión
 Soviética?

 Rico: La guerrilla zapatista es una guerrilla muy pobre. Prácticamente el
 armamento que tienen y los uniformes y todo lo demás, ha sido todo
 conseguido a partir de las cuotas o el dinero que podían conseguir las
 comunidades indígenas vendiendo su ganado con los créditos que
 conseguían para la agricultura. Es una guerrilla con medios bastante
 precarios. Eso se demostró a partir de enero cuando se lanzaron a tomar
 algunas capitales de Chiapas que lo hicieron la mayoría de los indígenas
 con fusiles de madera.