Libro sobre Marcos dice que Castro traicionó a la izquierda mexicana
MARCIA FACUNDO
El Nuevo Herald
El recién publicado libro Marcos, la genial impostura,
que acaba de
llegar a Miami tras lograr enormes ventas en México, no
sólo
desenmascara al carismático líder zapatista del
levantamiento en Chiapas,
sino que presenta a un Fidel Castro dos veces traidor de la izquierda
revolucionaria mexicana.
Sus autores, los periodistas Maite Rico y Bertrand de la Grange,
quienes
visitaron Miami para promover su obra, explicaron a El Nuevo
Herald
cómo México fue una excepción en la larga
cruzada de Castro a favor
de las revoluciones en Latinoamérica.
Tras el inicio del conflicto de Chiapas que sorprendió
al mundo en enero
de 1994, Rico, corresponsal en México del diario español
El País, y De
la Grange, también corresponsal en ese país del
periódico francés Le
Monde, fueron comisionados por un editor francés para
que escribieran
una biografía del Subcomandante Marcos, quien había
despertado
inmensas simpatías en todo el mundo.
Pero el resultado fue un libro más amplio, en el que Marcos
sirve ``de
hilo conductor para contar un poco más lo que estaba ocurriendo
en
Chiapas'', declara Rico.
¿Qué papel desempeñó Cuba en la guerrilla mexicana?
Rico: El papel de Cuba no fue el que ha hecho siempre, que ha
sido
interferir y entrenar guerrilleros de otras zonas de América
Latina para
exportar la revolución. Pensamos que los guerrilleros
mexicanos fueron
entrenados con el apoyo del propio gobierno de México
y de la policía
política mexicana para infiltrarlos y luego poderlos aplastar
en cuanto
intentaran levantar la cabeza en México.
Entonces, eso quiere decir que Fidel jugó..
Rico: El doble juego, sí.
De la Grange: Fidel Castro ha dicho este año en más
de una
oportunidad, cuando en el pasado no lo decía, que había
apoyado a
todas las guerrillas del Continente menos en el caso de México.
Hay
elementos que indican que hubo guerrilleros mexicanos en Cuba,
sólo
que fue un concepto muy peculiar. Y era todo un juego entre las
dos
policías políticas de ambos países. Un juego
muy sucio obviamente.
Cuba había aceptado apoyar, darle un servicio a la policía
política
mexicana, aprovechando la vinculación que Cuba tenía
con el
movimiento guerrillero mexicano, para finalmente delatar a los
guerrilleros
mexicanos ante la policía política mexicana. Eso
es una doble traición. Se
estaba reportando con la policía política mexicana
para acabar con
aquellos esfuerzos.
Rico: Para tenerlos controlados, digamos, y a la vuelta tenerlos
ubicados
en México.
¿Y en los 80 que es cuando se entrena Marcos, sí
hubo más apoyo de
parte de Castro?
De la Grange: No. El apoyo de Cuba se da en los años 70
con los
mexicanos. Marcos en ese entonces, digamos Rafael Guillén,
nació en el
57, para esa época todavía no estaba metido en
nada. Cuando él se
involucra es al principio de los 80 cuando está en la
universidad. Ahí
Cuba ya ha bajado bastante el nivel de apoyo a las guerrillas
latinoamericanas. A pesar de todo, algunos mexicanos van allá
a recibir
adoctrinamiento, en las que participaba Marcos. Y esos fueron
los
últimos mexicanos que estuvieron allá. Eso fue
en el 82. Doce años antes
del levantamiento. Después de eso se regresan a México,
pero ya eran
un movimiento casi inexistente. Debido a que la policía
política mexicana
pasó por una fase de descomposición absoluta en
esa época porque fue
totalmente infiltrada por los narcos, el gobierno mexicano tuvo
que
disolver lo que se llamaba la Dirección Federal de Seguridad
que era la
policía política. Todo eso hizo que ese grupito
zapatista desapareciera de
los archivos.
La fascinación que tiene el Comandante Marcos con el Ché
Guevara,
¿creen ustedes que es real, que piensa que él es,
en verdad, una
reencarnación del Ché o es una postura que ha asumido
a sabiendas?
De la Grange: Que lo crea él o que sea una postura, el
resultado es igual.
Es por lo menos la impresión que nos quiere dar a los
de afuera. Usa
mucho lo que nosotros calificamos de un clon del Ché.
Pero obviamente
él es una persona muy diferente al Ché. Lo está
comprobando. Tiene
mucho más capacidad histriónica que capacidad política.
Mientras que el
Ché era al revés. El Ché se escondía
de las cámaras. No le daba
entrevistas a nadie. Marcos hace todo lo contrario. Lo que hemos
podido ver y nos sorprendió mucho, hablando con mucha
gente muy
cercana a Marcos, descubrimos poco a poco que estaba imitando
algunos detalles de la manera de actuar del Ché.
Rico: Cuando llegó a Chiapas, nos contaban los campesinos:
``El nos
decía que era médico, como el Ché, nos repartía
medicinas''.
Pero realmente él no es médico..
Rico: No, él estudió filosofía y luego trabajó
en la escuela de diseño de
artes gráficas. Después él llevaba los relojes
como el Ché. El fumaba
pipa y tenía asma como el Ché. Pues pensamos que
era un problema
respiratorio, y que fíjate qué coincidencia. Pero
hablando con sus amigos
y su propia familia, nos enteramos de que él nunca había
tenido asma
antes.
¿El está consciente de que no es una reencarnación del Ché?
Rico: Yo no creo que él sea un loco furioso que de pronto
diga, yo soy
el Ché. El ha ido construyendo su personalidad de líder
revolucionario a
partir del modelo del Ché, siguiendo todos sus pasos y
digamos muy
influido por él y con muchos deseos de imitarlo y de llegar
a ser como él.
De la Grange: Y es un Ché muy virtual al mismo tiempo.
Tomando en
cuenta los nuevos tiempos de Internet. El Ché participó
en la época de la
Guerra Fría, y realmente había una guerra. En el
caso de Marcos tuvo
que inventarse una guerra que no existía y con gente muy
mal armada.
Logró engañar a mucha gente, logró engañar
al propio ejército mexicano
que no sabía lo que tenía enfrente, a partir del
94.
Al mismo tiempo que su libro desmistifica la figura de Marcos,
¿desmistifica la de Castro?
De la Grange: Creo que agrava la de Castro. Hay una contradicción
permanente entre esa práctica de Fidel que hacía
la revolución mundial y
que estaba preparando a la gente para eso.
Y ahora lo vemos apoyando también a los grupos de derecha.
De la Grange: A los grupos en el poder, ya sean de derecha o de
izquierda.
Rico: Lo cual presenta además una faceta de oportunismo
y de traición a
la causa. Digamos que es un oportunista con un juego político
no siempre
claro.
De la Grange: Estamos de acuerdo con Benigno [Daniel Alarcón
Ramírez, uno de los guerrilleros cubanos más estrechamente
vinculado
con el Ché], cuando dice que él sí conoció
a guerrilleros mexicanos en
Cuba. Pero ellos no fueron a Cuba porque Cuba querían
derrocar el
gobierno mexicano, sino que fueron a Cuba porque Fidel quiso,
frente a
la guerrilla mexicana, quedarse con su imagen de izquierdista
revolucionario que estaba apoyando a la causa. Pero al mismo
tiempo no
quería quedar mal con el gobierno mexicano. Ahí
fue el doble juego, y yo
digo que Fidel Castro ahí aparece como un traidor frente
a un sector de
la izquierda revolucionaria mexicana.
La mayoría de los movimientos de izquierda en América
Latina se
fortalecieron con la ayuda de la Unión Soviética.
¿Cómo lograron los
zapatistas fortalecerse aun después de que desapareciera
la Unión
Soviética?
Rico: La guerrilla zapatista es una guerrilla muy pobre. Prácticamente
el
armamento que tienen y los uniformes y todo lo demás,
ha sido todo
conseguido a partir de las cuotas o el dinero que podían
conseguir las
comunidades indígenas vendiendo su ganado con los créditos
que
conseguían para la agricultura. Es una guerrilla con medios
bastante
precarios. Eso se demostró a partir de enero cuando se
lanzaron a tomar
algunas capitales de Chiapas que lo hicieron la mayoría
de los indígenas
con fusiles de madera.