Con la mochila al hombro: Pido perdón
César Montes
Pido perdón por haber nacido hijo de un mexicano y sentirme
orgulloso de
ello. Por haber nacido en una república bananera que levantó
su frente con
dignidad al hacer una revolución victoriosa que sólo
duró 10 años y que
influyó para siempre en la historia nacional. Pido perdón
por haberme
creado profundamente religioso, tanto que en la búsqueda
de la verdad
cristiana me bauticé en la Iglesia de Jesucristo de los
Santos de los Ultimos
Días, y haber recibido el sacerdocio. Pido perdón
por haber tenido un
hermano miembro del PGT y otros dos de la Juventud Patriótica
del
Trabajo, razón por la cual se me expulsó en Mazatenango,
a gritos, de una
escuela de mecanografía por haber escrito una carta en
la que un
campesino se quejaba del abuso cometido en su contra por un
terrateniente local, acusado de comunista por las beatas señoritas
Flores.
Me acuso de haber ido a estudiar medicina a la Universidad de
La
Habana, sostenido por el oro maldito castro-comunista. Pido perdón
por
haber conocido personalmente al Comandante Ernesto Che Guevara
en
Cuba. Por haber ofendido con insultos al gusano cubano que me
torturaba
en el edificio que hoy ocupa la Editorial del Ejército,
después de haber sido
secuestrado en 1962 en el aeropuerto La Aurora por una unidad
de la
Dirección de Operaciones Especiales, de la G-2 del Ejército.
Perdón por haberme juntado con el ex oficial del ejército
nacional Luis
Augusto Turcios Lima, quien bajo las órdenes de Alejandro
De León y
Yon Sosa, usaban la pecaminosa violencia en contra de la santa
corrupción
administrativa y de la sacrosanta tortura que las instituciones
del orden
aplicaban en contra de los opositores políticos. Me perdonan
por haber
estado desde 1962 en la fundación de las FAR, junto a
los militares
entrenados en contraguerrilleros, Trejo Esquivel, Chaconcito,
y otros que
no usaban calcetines, no se dejaban capturar y luchaban hasta
la muerte
como el heroico Alejandro De León. Debemos pedir perdón
por dejar que
los religiosos que nos quisieron acompañar entraran a
las filas guerrilleras y
predicaran la Teología de la Liberación, que era
una obra del Diablo, y
según documentos de la NOA, el CADEG y el Jaguar Justiciero,
era
producto de la coalición del Kremlin y el Vaticano en
contra de los
defensores nacionales de las buenas costumbres y anticomunistas
probados con sangre.
Perdón por haber fundado la Guerrilla Edgar Ibarra y capturado
sin un
solo tiro a los soldaditos que custodiaban la planta de Río
Hondo, Zacapa,
haberlos desarmado, regañado y luego dejarlos libres por
orden del
Comandante Turcios Lima.
Perdón por haber capturado el destacamento militar de Panzós
combatiendo a tiros palmo a palmo hasta que se rindieron todos.
Por
haber hablado con cientos de indígenas K'ekchíes
en Panzós y decirles que
todos los guatemaltecos valemos lo mismo. Por haber organizado
Zacapa,
Jalapa, chiquimula, El Progreso y Rabinal, para la defensa de
sus derechos
y para que se defendieran a sí mismos.
Pido perdón por haber sido absolutamente leal al Comandante
Turcios
hasta el último de sus días y por haber ido armado
a su entierro. También
por haber viajado de nuevo a Cuba, conocer personalmente a Fidel
Castro
en su casa y agradecerle por su ejemplo y el de su pueblo. Perdón
por
haber ido a Vietnam y recibir lecciones teóricas de la
forma como un país
pobre, básicamente formado por campesinos, derrotaba a
la potencia
militar más grande del mundo capitalista. También
por haber visitado el
norte de Corea, Pekín, Praga, el museo comunista del Ermitage
y toda la
ciudad de Moscú.
Debo ser perdonado por haber vuelto a fundar junto a 15 compañeros
harapientos el EGP, que se convirtió en la organización
guerrillera más
grande e influyente de todas. De hecho, refundamos la segunda
oleada
guerrillera en el país.
Perdón por haber derribado, junto con mis compañeros,
a plena luz del día
y disparándole de pie a un helicóptero norteamericano
artillado UH-1-H
en la selva del Ixcán y dejar con vida y libres a sus
tripulantes, tratándolos
con respeto y permitiendo que Rita, nuestra compañera
médica, los
atendiera médicamente en sus heridas.
Perdón por haber contribuido durante años, sin bajar
del Cerro de
Guazapa a construir uno de los frentes guerrilleros más
famosos de
Latinoamérica, en donde se liberaba a todo soldadito que
se rindiera.
También por haber luchado en Nicaragua enfrentando a la
contra y haber
contribuido a derribar el avión que tripulaba el piloto
norteamericano
Hassenfus, que fue bien tratado y liberado por los nicaragüenses.
Pido perdón a mis hijos por haber luchado en no menos de
cuatro
experiencias guerrilleras, sin recibir nada a cambio más
que la satisfacción
del deber cumplido. También por ser tan constante en la
lucha a favor de la
gente, lo que me impide que les deje otra herencia que no sea
el ejemplo,
porque no poseo pertenencia alguna.
Perdono a todos aquellos a quienes me he dirigido con respeto
y me
responden con adjetivos insultativos como terrorista, asesino,
mercenario,
etcétera. Desearía saber el nombre de los que torturaron
sádicamente y
asesinaron a mis hermanos: Jorge y Francisco, a mi cuñada
Nora Paiz, a
Otto René Castillo, a Rogelia Cruz; a los que masacraron
en Quiché, en
Rabinal, en Panzós a miles de indígenas, a cientos
de aldeas enteras, para
poder perdonarlos en nombre de la reconciliación que siempre
he
pregonado desde esta columna.
Pido perdón por respetar al incorruptible Alfonso Bauer
Paiz y junto a él
estar impulsando la UNIDad de la Izquierda, ya que con eso ofenderemos
a los partidos politiqueros tradicionales y nuevos, porque los
vamos a
vencer en la segunda vuelta.