Rigoberta Menchú gira hacia la inclusión
CARLOS ARRAZOLA /EFE
GUATEMALA
La vida de la Premio Nobel de la Paz 1992, la líder indígena
guatemalteca Rigoberta Menchú, ha dado un giro impensable hasta
hace algunos meses, al
convertirse en empresaria y colaboradora del gobierno.
De los días en que Menchú escapaba por las montañas
del norte de Guatemala para salvar su vida de la cruel represión
militar, sólo quedan los recuerdos
que ella misma se encargó de plasmar en varias obras
literarias.
Sus constantes críticas al Estado y los gobernantes guatemaltecos
por la discriminación de los pueblos indígenas y las violaciones
a los derechos humanos,
así como los fuertes señalamientos al poderoso
sector empresarial por lo que ella llamó ''la explotación
de los ricos hacia los pobres'', también son cosas
del pasado.
Ahora forma parte de ese Estado que ella tanto criticó y se ha convertido en aliada de los empresarios que ayudaron a que Oscar Berger llegará al poder.
Desde esta semana, la Premio Nobel se ha convertido en Embajadora
de Buena Voluntad del gobierno del derechista Oscar Berger, y ha aceptado
formar
parte de una comisión de ''ciudadanos notables'' que
fiscalizarán el trabajo del tan criticado Parlamento guatemalteco.
''El giro que ha dado Rigoberta ha sido de 90 grados'', dijo
Rosalina Tuyuc, una dirigente indígena que luchó codo a codo
desde la década de 1980 junto a
Menchú por el respeto de los derechos humanos de los
guatemaltecos.
Tuyuc, quien dirige la Coordinadora Nacional de Viudas de Guatemala
(Conavigua), se sorprendió al enterarse de que Menchú pasaba
a formar parte del
gobierno de Berger.
''Hace un par de semanas me había asegurado que no iba
a participar en el gobierno, pero ahora me doy cuenta que sí lo
hizo. No sabemos cuáles fueron
sus razones, pero la verdad es que no creo que, por mucho que
haga, logre modificar las condiciones de pobreza, exclusión y racismo
de los pueblos
indígenas'', señaló Tuyuc.
Menchú, en cambio, cree que al tener una activa participación
dentro del gobierno de Berger, logrará hacer que se cumplan los
acuerdos de paz suscritos
en 1996 entre el gobierno y la antigua guerrilla que pusieron
fin a una guerra interna de 36 años.
''Es tiempo de participar, y creo que debemos aprovechar la oportunidad
que tenemos ahora de representar al Estado para lograr apoyo de la comunidad
internacional para el cumplimiento de los acuerdos de paz'',
declaró recientemente a periodistas.
El prestigio que Menchú ha logrado acumular a nivel internacional, consideró Tuyuc, es precisamente lo que Berger quiere aprovechar a su favor.
''Es evidente que lo que el gobierno busca es un personaje como
ella (Menchú) que tiene credibilidad a nivel internacional. Pero
creo que lejos de que ella
pueda ganar algo para cambiar las condiciones de vida de los
indígenas, el que más ganará (con su participación)
será el gobierno'', precisó Tuyuc.
Y es que la antigua compañera de la Premio Nobel, no se
explica cómo Menchú pudo haber aceptado formar parte de un
gobierno ''de la elite empresarial'',
y de un presidente ``racista, que le ha faltado el respeto a
los indígenas''.
Sobre las apreciaciones que antiguos compañeros hacen de los cambios que ha tenido su vida, Menchú prefiere no pronunciarse.
La Premio Nobel tendrá ahora que dividir su tiempo entre
sus nuevas ocupaciones como funcionaria pública, las de Premio Nobel
de la Paz y las de
empresaria farmacéutica que inició el año
pasado.
En sociedad con la mexicana ''Farmacias Similares'', Menchú
fundó en octubre pasado la empresa ''Salud para Todos'', con la
cual ha iniciado la
comercialización de medicamentos genéricos a bajo
costo.
Más que lucrar con su nuevo proyecto, explica Menchú,
lo que pretendo es ``llevar medicamentos baratos y de calidad a la población
pobre de mi país''.