Vientos de paz, dolor de guerra
Por: Jineth Bedoya Lima
Los escombros del puesto de Policía y la discoteca principal vivencian
lo
que sufrieron los habitantes de Granada hace un año, cuando las
Farc
‘acabaron’ con medio pueblo. Este panorama es tan solo una pequeña
muestra de lo que afronta el oriente antioqueño.
Partiendo desde allí, pasando por Cocorná, tomando la autopista
Bogotá-Medellín, cruzando San Luis, Santuario, Marinilla,
Rionegro, El
Retiro y La Ceja, hasta tomar la variante hacia Carmen de Viboral para
llegar a La Unión y Sonsón, la muerte silenciosa, la ley
del fusil y la tristeza
de las épocas que se fueron, se respiran en el ambiente.
El oriente antioqueño, la zona energética más rica
del país, que genera el
34,6% de energía, se encuentra en medio del acecho de las Farc,
el Eln y
las Auc, que en el último semestre triplicaron su pie de fuerza
para dar la
pelea por la zona.
Además de la energía, el frente Carlos Alirio Buitrago, del
Eln, el 9° frente
de las Farc y el frente Batallas del Santuario, con el apoyo del Bloque
Metro de las autodefensas, se disputan los corredores estratégicos
que les
brinda la autopista más importante de Colombia. Sin contar los minerales
no metálicos únicos.
En el último año, los tres grupos llegaron con la estrategia
de
‘repoblamiento’ para consolidar el área como propia. Así,
el Eln y las Farc
perpetraron en los tres últimos años doce tomas a poblaciones,
con más de
50 muertos y 1.100 edificaciones destruidas; y las autodefensas, cerca
de
23 masacres, con más de 432 muertos, el 40% mujeres cabeza de hogar.
A esto se suma la disputa de las 7.000 hectáreas de coca que se
extienden en el Urabá, entre Antioquia y Chocó, hasta donde
han llegado
raspachines y cultivadores desplazados del Valle del Guamuez (Putumayo).
Diálogos censurados
Este enfrentamiento ha empezado a afectar a los grupos armados, según
lo
indicó el comandante de la IV Brigada del Ejército, general
Eduardo Herrera
Verbel. “El Eln ha entrado en una etapa de debilitamiento. En el último
mes
la cifra de deserciones del Eln hacia las Auc ha sobrepasado los 64
hombres y son ellos los que en este momento están haciendo los
señalamientos de campesinos, como ocurrió en la masacre de
Cocorná el
pasado 9 de noviembre”, indicó el general Herrera.
Para los organismos de inteligencia, la capacidad militar del frente Carlos
Alirio Buitrago del Eln se diezmó, “más no su capacidad de
causar daño por
medio del terrorismo. Quien ha hecho los contactos con los alcaldes, Darío
Corredor Calle, alias Timoleón, es el que ha dejado a media Antioquia
sin
torres de energía”, agregó el comandante de la IV Brigada.
Y precisamente, la extrema presión de los grupos armados, que produjo
cerca de 120 muertes selectivas de agricultores y campesinos, generó
el
temor y la zozobra entre los alcaldes y habitantes del oriente antioqueño.
Esto llevó a una serie de diálogos con la guerrilla y luego
al secuestro de
seis de los alcaldes por parte de las autodefensas, al culparlos de querer
formar “caguancitos por todo el departamento de Antioquia”.
Sin embargo, esa paz temporal que se vislumbró hoy hace un mes con
los
acercamientos entre el Eln y alcaldes fue vista por los habitantes de los
catorce municipios del oriente antioqueño como un motivo de gozo.
Además de anunciar la suspensión de acciones armadas contra
las
estaciones de Policía hasta el 11 de abril del próximo año,
se comprometió
a cesar hostigamientos y no realizar bloqueos, sabotajes o retenciones
en
la autopista Bogotá-Medellín.
“Creímos que por fin tendríamos paz y hasta celebramos con
una fiesta a la
vida cuando se supo que no iban a atacar el pueblito”, indicó un
habitante
de Cocorná. Situación similar se vivió en las otras
poblaciones.
La conciencia civil
Para Emerio Torres, integrante de la Mesa de Trabajo por la Vida y director
de Corpades, el acecho de los grupos armados fue creando una conciencia
civil donde la gente tomó participación activa para defenderse.
“En Urabá sigue existiendo el proyecto del canal interoceánico,
además, el
oriente antioqueño forma parte de un macroproyecto a nivel nacional
e
internacional, pero ese desarrollo lo fueron parando los grupos armados
que
llegaron para apoderarse de la industria. Por eso los alcaldes sintieron
la
necesidad de salir en defensa de sus municipios”, señaló
Torres.
Y a pesar de que el Eln y las Auc dieron su ‘palabra’ de no atacar
frontalmente la población civil, para los pobladores están
más cerca de otra
masacre o una incursión guerrillera que de los anhelados vientos
de paz.
En cuanto al Ejército, en este momento tiene más del 70%
de su pie de
fuerza comprometido en la recuperación de las torres derribadas,
que
llegaron a 566 en los últimos 36 meses. Es una de las zonas que
más
militares tiene, con un soldado por cada 5,7 km². Además de
la Brigada
Móvil N.º 3, que llegó para adelantar la Operación
Neptuno y brindar
protección al personal que se encuentra reparando las torres de
energía.
El acoso de las autodefensas
El comandante Felipe del Bloque Metro de las autodefensas es un paisa
fornido que mantiene cargada su pistola nueve milímetros. No tiene
ningún
reparo en aseverar que le duele mucho ir a sacar a cualquier hombre de
su
casa y matarlo, pero que la guerra es así y para los traidores sólo
hay un
camino.
Tampoco se inmuta cuando habla de las nuevas directrices de las Auc para
mejorar la imagen: “Ya no nos vamos a llevar a la gente en montón.
Eso de
matar de a diez y quince no deja buena imagen y vamos a cambiar eso”.
Irónicamente, son muchos los campesinos que decidieron unirse a
las
autodefensas después de negarse a darles mercado y hospedaje a los
elenos para ser neutrales.
En la vía Granada-Santuario, los retenes de los paramilitares son
constantes. 20 kilómetros más adelante, el Eln hace lo propio,
pero su rival
los tiene diezmados. Es tal el acecho de las Auc que varios subgrupos del
frente Batallas del Santuario llegaron hasta el cerro Capiro, área
de Llano
Grande a pocos minutos de Medellín. Allí, hacendados y comerciantes
empezaron a vender sus propiedades.
Entre tanto, en El Carmen de Viboral, las muertes selectivas en el parque
principal y las veredas cercanas al casco urbano han dejado más
de 70
muertos en lo corrido del año. En Santuario, el Eln fue totalmente
neutralizado y los ‘paras’ piensan montar hasta una cooperativa de taxis,
según lo relataron varios habitantes, quienes omitieron su nombre
por
seguridad.
Y en Granada, después de la toma del 6 de diciembre del año
pasado, por
la misma ruta por donde entraron y después de 16 horas de ataque
huyeron
los 300 hombres de las Farc. Los paramilitares del Bloque Metro arribaron
cuatro semanas más tarde. Un año después no se han
ido.
Es la misma presión que afronta el padre Jesús María
Henao, director de
Vida, Justicia y Paz y delegado de la Pastoral Social. En un comunicado,
las Auc lo tildan de ‘negociador de secuestros’ del Eln.
Según lo indicó el clérigo, tiene la conciencia clara
y todo lo que hace está
enmarcado en acciones humanitarias. “Realizo tareas de evangelización
social desde las oficinas, proyectos de desarrollo rural y de atención
inmediata y gestión humanitaria con las víctimas del conflicto.
No creo que
la solución sea convertirme en un mártir”, dijo.
Hoy, la próspera región del oriente antioqueño, donde
están albergadas las
industrias más importantes de chocolates y textiles se niega a ser
un
recuerdo grato.
Por sus sendas, los letreros de “Se vende” abundan a granel. El problema
es que nadie quiere comprar.
Los desplazados de Cocorná
En el coliseo, la escuela municipal y algunas casas de familia, cerca de
3.100 campesinos de diez veredas de Cocorná esperan la ayuda del
Gobierno. Salieron huyendo de las muertes selectivas de los paramilitares
y
las amenazas del Eln.
El pasado 9 de noviembre, diez campesinos de las veredas Los Molinos,
Buenos Aires y Las Playas fueron ajusticiados por paramilitares. Horas
después se extendió a otros agricultores la advertencia de
que iban a
regresar.
“Nosotros no quisimos esperar a que nos mataran. Por eso salimos en una
caravana hace ocho días con lo que alcanzamos a empacar en media
hora”,
aseguró doña Bertha, una mujer que se ha convertida en la
‘mamá’ de
todos, ya que es la que está pendiente de la comida.
Sin embargo, las respuestas que esperan desde que salieron de sus
veredas, aún no llegan. “Queremos garantías para volver a
las casas. No
creemos en el Ejército y les tenemos terror a los paramilitares
y la guerrilla,
pero queremos volver porque es una tierra que la hemos trabajado toda la
vida”, agregó el representante de los desplazados.
Sin embargo, algunos campesinos de este mismo grupo afirman que los
hombres que fueron asesinados tenían nexos con el Eln y les daban
mercado a los guerrilleros cada ocho días.
Por su parte, el párroco de Cocorná asegura que la incertidumbre
y la
tristeza se acrecentaron con la llegada de los desplazados, ya que al temor
de los habitantes del casco urbano se suma el drama de los que
abandonaron su hogar.
“Cuando uno se pega a Dios por miedo no vale la pena, y esta gente está
llena de miedo“, aseguró el clérigo, quien además
dijo que es necesario un
acuerdo inmediato para que la gente al menos pueda respirar la tranquilidad
de vivir en paz, aunque sea por unos pocos días.