Corazón violento
La historia de cómo 'Karina' se metió a la guerra y cómo salió de ella.
El detective del DAS Carlos Miranda* creía que era un sueño. Mientras el helicóptero aterrizaba guiado por el humo de una fogata, divisó en medio de un matorral, vestida de civil, y un poco temblorosa por el frío y el miedo, a 'Karina', la guerrillera más temida del país, a la que había perseguido durante cinco años sin descanso. Este era el desenlace que jamás hubiese imaginado. Después de cuatro bombardeos, de cercos por tierra, de haber dado decenas de recompensas, jamás se imaginó que vería a 'Karina' desarmada, rendida, abandonando a las Farc. Allí estaba, al lado de 'Michín', su compañero sentimental, quien había sido la clave en el desenlace de esta historia.
'Karina' era para el país un monstruo, una máquina de guerra. Así lo atestiguaban sus obras. Era temida por la cruel facilidad con la que disparaba. En el Urabá de los años 80 y 90 se supo de ella como una de las que combatió en primera fila en feroces batallas como las de Pavarandó y Saiza, pero también por la masacre de La Chinita.
Con su mano de hierro se ganó en Urabá la fama de mujer recia e indolente. Era el enemigo número uno de paramilitares, y uno de los principales blancos de los militares. En la última década, en el sur de Antioquia rubricó con sangre su reputación. Se ensañó con un pequeño pueblito llamado Nariño. El 30 de julio de 1999 dirigió la toma con cilindros de gas rellenos de explosivos donde la guerrilla hizo polvo todo. Murieron 10 policías y ocho civiles. Otros ocho policías fueron secuestrados y 50 edificaciones quedaron destruidas.
Un año después, el país quedó perplejo cuando vio las imágenes de 'Karina' izando la bandera de las Farc en plena plaza del pueblo. La historia se repitió en Arboleda (Caldas), y con similar sevicia en otros municipios.
El detective Miranda bajó del helicóptero cuando ya la hija de 'Karina', que había viajado con el Ejército como garante para la entrega de su madre, se había abrazado a ella para felicitarla por la decisión de abandonar la guerra. El detective conocía todo de 'Karina': el champú que usaba, su música preferida y hasta la talla de sus brasieres. Y desde hacía dos años sabía mejor que nadie que 'Karina', esa máquina de muerte que todo el mundo temía, tenía en el amor y el romanticismo un gran talón de Aquiles.
Lo descubrió en mayo de 2006 después del primer bombardeo que se le hizo a Karina, después de que el presidente Álvaro Uribe le dió la orden a toda la Fuerza Pública de que la cazaran viva o muerta. Con la información que habían recogido en tres años, hicieron un bombardeo en la zona rural de Sonsón. No murió ningún guerrillero, pero hallaron documentos muy importantes.
Los primeros daban cuenta de algo que hasta ese momento las autoridades ignoraban: que Iván Ríos, miembro del Secretariado de las Farc, se encontraba en Antioquia, justamente con los hombres del frente 47. Y encontraron un cuaderno lleno de corazones y cartas de amor. Era el cuaderno de 'Karina'que mostraba su faceta más humana y oculta. La de alguien que es capaz de hacer todo por amor. El DAS hizo un análisis grafológico y sicológico y llegó a una conclusión: 'Karina' no era un roble. Era una mujer que tenía corazón y estaba enamorada. Miranda decidió entonces que para llegar a 'Karina', había que pasar por 'Michín', su gran amor.
Como nadie imaginaba que ella dejaría la guerra, las operaciones en su contra siguieron y cada vez más cerca. En julio de ese año (2006) un bombardeo casi los mata a ella y a Iván Ríos, y dos días después, tratando de romper un cerco del Ejército, murió la compañera sentimental de Ríos.
Para entonces la imagen pública de 'Karina' no coincidía con lo que estaba viviendo. Ella misma había renunciado a tener mando dentro de las Farc, por los frecuentes problemas que tenía con la dirección.
Como se convirtió en una de las personas más buscadas,
y por quien se ofrecía una jugosa recompensa, los jefes de frente
y el propio Ríos la aislaron. Nadie quería estar cerca de
ella. No tuvo más alternativa que arrimarse a otros frentes. En
este caso, a la columna Jacobo Arenas, que comandaba 'Limón', quien
había sido años atrás su
subalterno, y que ahora la recibía por amistad. Con tan mala
suerte que en noviembre del año pasado, cuando bombardearon el campamento
donde ambos estaban, 'Karina' pudo salir con vida, pero 'Limón'
murió.
El cerco se iba cerrando. La bronca que 'Karina', y en general las Farc, suscitaba en la población, unida a una estrategia inteligente y persistente de las autoridades, hizo que en los últimos meses la población civil colaborara masivamente con las autoridades. Cada día había combates y el frente 47 se empezó a desgranar como una mazorca. Los desertores decían lo mismo: que 'Karina' estaba sola, que no tenía cómo defenderse, que ya no era la guerrera que había sido.
Marzo fue un mes difícil. 'Karina' tenía algo de dinero que le había dejado 'Limón', pero no tenía manera de gastarlo. Los militares la asediaban y hasta salir a comprar comida se volvió una misión imposible. Las deserciones siguieron.
A mediados de abril, en medio de una operación encubierta que duró años, una fuente al servicio del DAS mantenía contacto con 'Michín'. Aunque ya le había hablado del programa de desmovilizados, éste no se atrevía a comentárselo a 'Karina'. Sólo cuando Raúl Reyes murió en un bombardeo, y el propio Iván Ríos terminó asesinado por su guardia, 'Michín' y 'Karina' empezaron a hablar de que las Farc estaban perdiendo la guerra.
Planearon la fuga. El sábado exploraron el terreno, y el domingo 18 de mayo, con un pretexto cualquiera, ella y 'Michín' salieron en la madrugada del campamento. Cuando habían recorrido unos ocho kilómetros, llamaron por teléfono al contacto en el DAS y anunciaron que se entregarían con una condición: que hubiese presencia de la Iglesia, la Cruz Roja o un familiar de 'Karina'. Miranda, que llevaba años observando de cerca a la hija de 'Karina', pero como agente encubierto, le planteó la situación. Al medio día las dos mujeres hablaron por teléfono y, cumplido este requisito, se organizó el operativo.
Esa noche había terminado la persecución. 'Karina' abandonó las armas y Miranda ya no sabía si la mujer más peligrosa del país, que empezó a buscar hace cinco años, coincidía con la que tenía a su lado. Él, como todo el mundo, se preguntó cómo es que una campesina humilde se puede convertir en una máquina de guerra.
Una historia violenta
Sentada en los calabozos del DAS, con una chaqueta impermeable para el frío, 'Karina' habló de su vida con SEMANA. Rodeada de detectives, miraba a cada uno de ellos antes de responder. No quiere hablar de sus crímenes antes de hacerlo ante la Fiscalía, y hasta que esté segura que podrá postularse a la Ley de Justicia y Paz. Pero con voz pausada y segura relata su vida, que es un pedazo de la historia de la guerra colombiana.
Su memoria le alcanza para recordar su niñez en Currulao, Turbo. Su padre, que era chocoano, había buscado fortuna en Puerto Boyacá, y al no encontrarla, se fue para esa tierra de promisión que era Urabá. Como agricultor que era, y con 12 hijos, tampoco las cosas le resultaron fáciles. Finalmente consiguió una tierra muy lejos del pueblo. Por alguna razón la única de la prole que se quedó en el caserío, en compañía de la abuela, mientras terminaba la primaria, fue Elsa Neyis, la que luego se haría famosa como Karina. Sus hermanos tuvieron menos oportunidad que ella.
Sin estudios, tuvieron que irse a labrar la tierra. 'Karina' quería hacer bachillerato, pero no pudo. Luego tuvo dos sueños muy modestos: ser enfermera o confeccionista. Tampoco pudo. Las circunstancias la empujaron a la finca de sus padres donde a sus 12 años, se aburría profundamente.
Para entonces su papá era simpatizante del Partido Comunista, y sus hermanos, así como los amigos de la vereda, de la Juventud Comunista. La Juco le gustaba a 'Karina' porque hacían actividades culturales, salían a reuniones, y en general conocía a gente. Cuando tenía 14 años, un hermano suyo que se había hecho guerrillero pasó por la casa. 'Karina' le pidió que se la llevara para las Farc, pero él no quiso. "Consígase un marido, prefiero verla criando muchachos que en la guerra", le dijo. Así lo hizo Karina. A su corta edad se consiguió un marido. Durante dos años se la pasó lavando y cocinando. Pero eso no le bastaba.
Empezó a ver que otras mujeres de la vereda se enrolaban en la guerrilla, y las armas empezaron a encandilarla. La guerra le parecía una mejor opción que la vida que llevaba. Así, en 1984, a los 16 años, definitivamente se incorporó al frente V de las Farc, que para esa época era comandado por Efraín Guzmán, el 'Viejo'. Los primeros años fueron calmados, porque las Farc estaban en tregua con el gobierno. Pero cuando se rompió el armisticio, 'Karina' empezó a destacarse por su empuje para el combate. Nunca descolló en lo político ni en lo organizativo. Era una mujer de armas.
Por eso, a finales de la década de los 80 ya era legendaria en el combate. Había participado en la toma de Saiza, conjuntamente con el EPL, antes de que estas dos guerrillas se declararan la guerra a muerte. Luego asistió en Meta a una escuela de mandos que la catapultó como la mujer con más arrojo dentro de las Farc.
De allí saldría a enfrentar nada más y nada menos que la guerra contra los paramilitares en Urabá. Se le acusa de haber participado en la masacre de La Chinita, en Apartadó -Antioquia- un barrio de desmovilizados del EPL, ocurrida en 1994. Ella lo niega. "Esa masacre la hizo uno de esos mandos arrebatados y locos que hay en las Farc, sin consultar con nadie", dice. Tampoco reconoce abiertamente la muerte de decenas de personas. "Hasta donde yo conozco, en las Farc no se mata por sospecha, sino a la persona que le da un informe al Ejército, y debido a esa información matan a dos o tres guerrilleros", afirma. Pero sólo en el oriente de Antioquia ya hay más de 400 demandas de víctimas contra ella, y la mayoría son por muertes selectivas y desapariciones.
Finalmente la población civil se cansó de los abusos de las Farc, que encarnaban guerrilleros como 'Karina', y muchas personas se lanzaron en brazos de otros grupos igualmente brutales, como las autodefensas. 'Karina' dice que sólo ahora es consciente de ese rechazo de la población. Antes no lo percibía. En realidad, su función era militar y táctica, era una mujer que ejecutaba acciones militares sin pensar dos veces sus objetivos, o sus consecuencias. Que no se hacía ningún tipo de pregunta sobre la validez de sus actos para ella ni para los demás.
Durante su tiempo en Urabá tuvo a su hija, y sin dudarlo, se separó de ella. La niña creció al lado de la familia del papá. 'Karina' tenía trazado el camino de la guerra en su futuro y nunca, hasta hace un mes, había dudado de eso.
En Urabá estuvo a punto de morir. Durante el ataque a la base militar de Pavarandó, Chocó, en 1998, resultó herida con una granada. Perdió el ojo izquierdo, un oído y salió con el cuerpo lleno de esquirlas. Durante un año estuvo fuera de combate. Cuando se recuperó fue enviada como parte de la dirección del frente 47, en el sur de Antioquia, una zona relativamente nueva para la guerrilla. Era la primera vez que 'Karina' realmente tenía mando y, a juzgar por los testimonios de sus víctimas, se embriagó con él.
Los habitantes de Argelia, Antioquia, dicen que ella se paseaba por los pueblos impartiendo órdenes. En este municipio todas las casas tienen dolientes por cuenta de las Farc, y el nombre de 'Karina' produce miedo.
Pero dentro de las Farc 'Karina' era acusada de ser demasiado flexible con los combatientes, de no cumplir con los planes militares del frente y de ser indisciplinada porque como es una persona muy alegre, organizaba fiestas para sus hombres. Al final se cansó de las críticas y renunció al mando. "Yo no tengo complejo de superioridad y pude seguir sin problema en la base", relata. Pero ya no había vuelta atrás. Su nombre estaba en todos los carteles de los criminales más buscados, se daba una recompensa por ella, y el presidente Uribe se había obsesionado con su captura. "Él estaba muy resentido conmigo porque decían que yo le maté al papá. Pero no tuve nada que ver en eso", dice.
'Karina' reconoce que paulatinamente las Farc fueron perdiendo el apoyo de la población civil. Por eso, por más dinero que tuviera en su bolsillo, o más armas que tuviera para combatir, sentía que estaba perdiendo la guerra. Por eso desertó.
"La guerra es muy dura. Unas veces se elige por equivocación y otras por convicción. En mi caso fue por equivocación. Ingresé a la guerrilla porque vi que muchas otras muchachas se habían ido, y viví mucho tiempo equivocada", dice con palabras que se anudan en la garganta.
La mujer que en el campo inspiraba miedo, que era cara dura y con fama de sanguinaria, se siente liviana, pero no tranquila. Segura de su decisión, pero no en paz, y trata de echar mano de eso que la hizo famosa: el valor. "¿Valor? Valor es saber que uno se equivocó. Hay que sacar valor para enfrentar el pasado", dice, visiblemente perturbada. Pide perdón a sus víctimas. Se compromete a contar la verdad. A reparar en lo que pueda. Y llora cuando dice que en el futuro quizá pueda servirle en algo a la sociedad. Pero ese es el futuro remoto. Por ahora es el pasado, sólo lo que tiene ante sus ojos.
*El nombre del detective ha sido cambiado por solicitud suya.