Tres historias de horror de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc)
Una niña de tres años secuestrada para forzar a su padre,
el alcalde de Colón (Putumayo) a que
renuncie; una mujer baleada delante de sus niños, cuando iba herida
en una ambulancia en
Cundinamarca; la esposa de un alcalde asesinada como venganza contra él,
en San Vicente del
Caguán.
Los hechos han ocurrido en las últimas dos semanas y demuestra,
sin atenuantes, la degradación
y criminalización en que cayó el conflicto armado.
Asesinada en plena ambulancia
La ambulancia llevaba apenas 20 minutos de recorrido cuando le salió
al paso un grupo de
guerrilleros de las Farc.
Eran las 8:30 de la noche del pasado lunes y el vehículo, de placas
OJG 310, no tuvo más opción
que detenerse al ver a los fusiles de los hombres del frente 22, pese a
que la paciente que llevaban
sangraba por las dos heridas de bala que tenía.
Rubiela Mateuz Arévalo había sido atacada en la inspección
de Cambao y estaba siendo remitida al
hospital San Vicente de Paul, de San Juan de Rioseco (Cundinamarca). Solo
le faltaban 15 minutos
para arribar al centro médico cuando se encontraron con el retén.
Una vez detenida la ambulancia, los insurgentes obligaron al conductor,
al personal médico y a los
dos pequeños hijos de la paciente a retirarse del lugar.
En la ambulancia solo quedó Rubiela, de 47 años, quien pese
a sus heridas, estaba conciente. Tres
minutos después y ante las súplicas de sus pequeños,
solo se sintieron cinco disparos.
De inmediato, los guerrilleros les ordenaron devolverse y cuando se acercaron
a la ambulancia,
Rubiela ya estaba muerta. Los subversivos los obligaron a regresar con
el cadáver a la inspección de
Cambao.
El gobernador de Cundinamarca, Álvaro Cruz, calificó el suceso
como un hecho bárbaro. "Esperamos
que los actores armados hagan un alto en el camino porque van a ser condenados
no solo nacional
sino internacionalmente por ese tipo de actos que violan el Derecho Internacional
Humanitario",
puntualizó.
El atentado sucedió tres semanas después de que la Gobernación
de Cundinamarca, junto con el
Ministerio de Salud, realizaron un foro para tratar el tema de la Protección
a la Misión Médica, tema
en el que según el ministro de Salud, Gabriel Riveros,
Cundinamarca está bastante adelantado.
Secuestrado para que su padre renuncie
"Ahí sí me ganaron la guerra", fue lo único que atinó
a decir el alcalde de Vistahermosa (Meta), José
Leonel Castaño, cuando se enteró de que las Farc se habían
llevado a su hijo el 26 de junio por
negarse a renunciar a su cargo.
Algunos testigos afirman que a Óscar, hijo del mandatario local,
se lo llevó un grupo de guerrilleros
cuando viajaba hacia una vereda distante dos horas del casco urbano de
la población.
"Con la esposa enviaron una carta en la que decían que si no renunciaba
lo matarían", explicó el
Alcalde municipal, un hombre de 70 años.
La decisión de dimitir de su cargo, sin embargo, tardó algunos
días. El funcionario no quería dejar a
la deriva el trabajo comunal que estaba adelantando y varias gestiones
que hacía con el Gobernador,
Luis Carlos Torres Rueda, para llevar a Vistahermosa obras civiles. "Las
obras que no se vieron en
los tres años que fuimos uno de los pueblos del despeje", asegura
él.
Hace dos semanas, Castaño cedió ante la presión de
la guerrilla y presentó su carta de renuncia al
Gobernador del departamento. Sin embargo, casi un mes después del
secuestro, no se sabe nada
del paradero de su hijo.
'Me voy, pero regresen a mi hija'
'Cerrado por orden público', dice un letrero colgado en la puerta
principal de la Alcaldía de Colón, en
el alto Putumayo.
Desde que desconocidos raptaron a la hija menor del alcalde Libardo Erazo
Rodríguez, en esta
localidad todo gira entorno a marchas por la liberación de la pequeña,
de 3 años.
A tres cuadras de la sede municipal, en su residencia, el mandatario insiste
en reclamar que le
regresen a su hija, quien fue secuestrada el miércoles pasado junto
con la empleada doméstica que
la llevaba a la guardería.
"Si quieren que me vaya del pueblo yo lo hago, pero regresen a mi hija",
repite una y otra vez Erazo,
quien no se explica las razones del secuestro.
La semana pasada, había recibido un comunicado del frente 'Jacinto
Matallana' del bloque sur de las
Farc en el que le exigían renunciar al cargo, al igual que a sus
colegas de los municipios de Santiago,
Sibundoy y San Francisco.
Así lo hizo el lunes, a primera hora, creyendo que con esta decisión
la guerrilla no lo declararía
objetivo militar. Sin embargo, dos días después, la familia
fue sorprendida con la noticia del plagio.
Desde el mismo instante que ocurrió el hecho, a las 9 de la mañana,
Erazo Rodríguez no quiere
volver a saber nada de la alcaldía. Acompañado de su esposa
Isabel Muñoz y su hijo, de 5 años,
espera que los captores de su pequeña se comuniquen para conocer
sus exigencias.
A través de marchas los habitantes de Colón han exigido la
liberación de la pequeña y le han pedido
al alcalde que no renuncie, pero Erazo no quiere saber nada del cargo.
Al entierro de Gloria nadie fue, por miedo
Dos semanas después del asesinato de su esposa, Noé Ortega,
alcalde encargado de San Vicente
del Caguán, todavía espera en Bogotá una respuesta
a su renuncia.
Aunque su dimisión no ha sido aceptada por el alcalde titular, Néstor
León Ramírez, sus actividades
ya nada tienen que ver con la administración de ese municipio caqueteño,
donde fue muerta su
esposa Gloria Mercedes Porteneur, al parecer por un grupo de guerrilleros
de las Farc, el 6 de julio
pasado.
Porteneur fue atacada con 15 tiros cuando salía de la heladería
Barranquilla, a unos 10 metros de su
casa del barrio Santa Isabel.
El día del atentado, su esposo ya no estaba en el municipio, pues
las amenazas de las Farc lo habían
obligado a abandonar el cargo. Hacía dos semanas había viajado
a Bogotá bajo fuertes medidas de
seguridad.
Gloria Mercedes fue enterrada sin presencia de ningún familiar ni
amigo, pues nadie se atrevió a ir a
su velorio. Tampoco pudo descansar en paz en su municipio. Por razones
de seguridad, su sepelio
tuvo que realizarse en Bogotá.
Todo apunta a que el crimen fue obra de la columna Teófilo Forero, de las Farc.
El hecho fue calificado como "un acto cobarde y cruel" por el defensor
del Pueblo, Eduardo Cifuentes,
quien reclamó reforzar las medidas de seguridad de los ciudadanos
y funcionarios amenazados.