El Nuevo Herald
2 de julio de 2001

Acuerdo en Colombia dará más territorios a las FARC

 GONZALO GUILLEN / El Nuevo Herald
 BOGOTA

 En el transcurso de seis meses, a más tardar en enero de 2002, las rebeldes Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y
 el gobierno de Andrés Pastrana van a sellar un acuerdo de alto el fuego bilateral. De acuerdo con previsiones militares, esto significará
 la enajenación territorial de al menos 40 zonas del país en las que no habrá fuerza pública ni presencia estatal de otra naturaleza que, a
 juicio de la subversión, ponga en riesgo la vigencia de la tregua.

 ``Ahora comienza la participación de las FARC, la ayuda a Pastrana para que eso se logre'', pero la guerrilla ``no va a decir que hará
 cese de hostilidades'', pues busca un ``cese del fuego'', bilateral, y ``esto comprometerá a las fuerzas militares. Las paralizará
 completamente porque no podrán entrar en las áreas donde ellos estén'', dijo a El Nuevo Herald el coronel Manuel Darío Sosa durante
 una conferencia privada en la que participaron otros tres oficiales en retiro que ofrecieron una visión militar de la actual coyuntura
 colombiana.

 El cese del fuego, agregó Sosa, ``lo necesita Pastrana para presentarlo en Europa'', donde gestiona la posibilidad de obtener el premio
 Nobel de la Paz y ayuda económica para impulsar proyectos de inversión al amparo de lo que denomina ``la parte social del Plan
 Colombia''.

 ``El cese del fuego no será solamente en San Vicente del Caguán. Pueden ser hasta 40 regiones que se volverán áreas de exclusión
 intocables. Será una red de nódulos por todo el país'' y eso le dará a las FARC ``capacidad de descanso, de reposición táctica y de
 presencia política'', apuntó el mayor Carlos Espinosa.

 San Vicente del Caguán es el principal centro urbano del área de 42,000 kilómetros cuadrados que Pastrana le entregó a las FARC
 hace tres años.

 Tanto el mayor Espinosa, como el coronel Sosa, el almirante José Ignacio Roso y el y teniente Enrique Franco, sostienen que las futuras zonas de exclusión, además, le darían a la guerrilla capacidad para manipular en buena parte del país las elecciones generales y presidenciales que se llevarán a cabo en la primera mitad de 2002. Esto, incluso, puede ocurrir en coordinación con el gobierno, advirtieron.

 El alto el fuego, tema en el que están trabajando los negociadores de Pastrana y de las FARC, servirá para que pongan al ejército ``a combatir contra las autodefensas (paramilitares) y eso será el comienzo de la guerra civil porque Urabá (región bananera del noroccidente del país) no se va a aguantar, se arma. Y se arman [los departamentos de] Córdoba y Cesar [norte del país]. Lo que estamos nosotros es cada vez más distantes de la paz y más próximos a la generalización del conflicto'', advirtió el mayor Espinosa.

 Urabá, Córdoba y César son ricas regiones agropecuarias con mayor presencia de las paramilitares Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), cuyas fuerzas de combate han expulsado a las guerrillas y mantienen control territorial. ``Ahora debe esperarse que [las FARC] ofrezcan un cese del fuego, un cese de hostilidades y busquen bajar la tensión como proceso de una tregua táctica mientras cambia el [actual] gobierno [en agosto de 2002] para reanudar con todas las fuerzas el control del territorio que tengan'', agregó Espinosa.

 Espinosa sostiene que las FARC quieren las 40 o más regiones que conseguirían con un cese del fuego bilateral, en el que Pastrana también está interesado, para
 ensanchar su dominio territorial. En la llamada zona de despeje actual dice que apenas tienen cerca de 2,000 hombres, ``de poca monta'', a ``unos comandantes de la parte disciplinaria y alguna organización de entrenamiento, pero allá no está el grueso de las tropas [cerca de 17,000 combatientes]''.

 Espinosa cree que el conflicto con las FARC se podría resolver antes de los 18 años que calcula el coronel Sosa, siempre que se quintupliquen las fuerzas militares,
 compuestas hoy por 110,000 efectivos del ejército, de los cuales solamente 50,000 son combatientes profesionales, y cerca de 20,000 más repartidos entre la fuerza aérea y la marina. La policía tiene unos 100,000 hombres.

 ``Es la fuerza porcentualmente más pequeña de todo el planeta frente a la más grave agresión jamás conocida contra un país'', dijo Espinosa.

 ``Aquí no hay ningún propósito de la guerrilla de hacer la paz. Entonces, hay que crear los medios necesarios para quebrantar la voluntad que tienen las FARC de
 tomarse el poder, que al fin de cuentas es lo que siempre han dicho'', apuntó el almirante Roso.

 A pesar de las críticas rigurosas que hacen a la que denominan ``una democracia famélica, que se entregó'', que postró al país en un estado de ``desesperanza
 aprendida'' y lo tiene ``perfectamente fracturado en todos los campos'', los militares dicen que Colombia no va a sufrir un viraje de parte de ellos, porque mantienen un ``irrestricto respeto a la constitución. La obediencia debida no se discute''.

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