El Nuevo Herald
Feb. 02, 2004

La guerrilla colombiana actúa en pleno centro de Venezuela

  GERARDO REYES
  El Nuevo Herald

  A eso de las 8 de la noche, cuando los guerrilleros se habían puesto las pistolas al cinto, y estaban más serenos, la señora de la casa le pidió autorización
  a uno de ellos para cantar el Salmo 91.

  Con la aprobación del rebelde, la soprano de la iglesia adventista entonó a capela: ``El que habita el abrigo de Dios morará bajo sombras de amor, sobre
  él no vendrá ningún mal y en sus alas feliz vivirá''.

  Al terminar, recuerda ella, el guerrillero jefe le comentó que esas no eran las palabras exactas del Salmo 91, a lo cual le respondió que habían sido
  adaptadas para que rimaran en la versión musical.

  La extraña discusión bíblica ocurrió en noviembre del año pasado a menos de tres horas de Caracas en la sala de una finca de recreo.

  Fue uno de varios episodios absurdos de un secuestro frustrado que ahora los habitantes de esta región citan como un ejemplo más de la sospechosa
  facilidad con que la guerrilla colombiana ha logrado infiltrarse en los campos y las ciudades de Venezuela.

  ``¿Cómo es que llegan a secuestrar de esa manera tan impune, después de pasar por lo menos ocho alcabalas [puntos de control] desde la frontera con
  Colombia?, se pregunta el propietario de la finca que estuvo bajo cautiverio y luego fue víctima de una implacable extorsión.

  El y su esposa, la soprano, están en Miami intentando empezar una nueva vida y lidiando con el eco de las últimas palabras de un emisario de la guerrilla
  quien les advirtió que los buscarían en cualquier lugar del mundo para matarlos.

  La finca donde empezó la pesadilla está enclavada en una zona montañosa del estado Carabobo, cerca de Valencia, situada a 150 kilómetros al occidente
  de Caracas y a unos 500 kilómetros de la frontera con Colombia.

  Cómo llegaron allí los guerrilleros es un pregunta que el empresario y su esposa sólo pueden explicar con una especulación: con la ayuda pasiva o activa
  del gobierno.

  ''Después de esto, a mí me quedan pocas dudas de que Chávez ha abierto la frontera a la guerrilla colombiana'', explicó el empresario.

  El secuestro aumentó en Carabobo en un 69 por ciento en el 2003, según cifras de la Guardia Nacional.

  En este caso, según las investigaciones, el empresario de 65 años y su esposa de 56, fueron víctimas de una extorsión de jóvenes que se identificaron
  como miembros de la guerrilla colombiana. La pareja, que pidió no ser identificada, se había resistido a un secuestro del grupo que los mantuvo detenidos
  en su finca durante seis horas.

  El drama comenzó el 9 de noviembre cuando la pareja llegó a su finca en las montañas al oeste de Valencia en compañía de una tía de 75 años del
  empresario.

  Cuando aún estaban en el interior del automóvil, de los árboles salieron cuatro hombres y una mujer armados con pistolas. Los ocupantes del automóvil, el
  mayordomo, su esposa y su cuñado, fueron obligados a entrar a la casa.

  Al empresario le extrañó que uno de los perros de la finca, que no es amistoso, seguía a los guerrilleros batiendo la cola, como si llevaran allí varios días.

  Con un inconfundible acento colombiano, recuerda, el líder de los rebeldes dijo que su agrupación había investigado la vida suya, que conocían todas sus
  propiedades, que sabía que viajaba con frecuencia a Miami y que por todo esto reunía las condiciones para llevarlo a Colombia y exigir un rescate.

  ''Prefiero que nos maten a los dos'', le respondió el empresario. ''Ni me llevan a mí ni se la llevan a ella. Después de todo, el anhelo de un cristiano es
  encontrarse con Dios'', recuerda que les dijo.

  Mientras esperaban la llegada de un comandante guerrillero que nunca llegó, los rebeldes y sus rehenes hablaron de Dios, de beneficios de la educación
  familiar y de la concentración de la riqueza.

  Uno de los guerrilleros, dejó en claro una cosa que el empresario no puede olvidar.

  ``Nosotros no tenemos fronteras, nos dijo''.

  Lo que siguió fue tan agobiante como estar secuestrados. Los asaltantes se llevaron al administrador de la finca y al cuñado de éste como rehenes y le
  advirtieron al empresario que recibiría una llamada para ser notificado de la cantidad que debía pagar para que respetaran su vida, la de su esposa y la de
  los rehenes.

  Si hablaban con las autoridades, serían ajusticiados.

  Para fugarse los rebeldes usaron el automóvil del empresario, que luego abandonaron. El hallazgo del carro activó una investigación del Grupo
  Antiextorsión y Secuestro de la Guardia Nacional (Gaes).

  A partir de ese fin de semana, un negociador de la guerrilla se comunicaba casi a diario con el empresario. Bajo amenazas de matar a toda la familia y de
  incendiar las propiedades, el negociador exigía detalles de las gestiones para recaudar el dinero. La cantidad exigida el primer día fue de $3 millones.

  ''Era una locura, yo no tenía ese dinero'', dijo.

  Las víctimas de la extorsión lograron reducir el monto del rescate a $50,000, a ser entregados en bolívares.

  Para su sorpresa, quien se presentó a recibir el dinero fue el cuñado del administrador de su finca. Allí, en la oficina, el joven reconoció que trabajaba para
  las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, recuerda el empresario.

  ''¿Por qué me hiciste esto si yo te ayudé en tantas cosas?'', le preguntó tras recordarle que le había dado vivienda y trabajo dos años antes a su familia
  cuando se presentó como ''desplazada'' de la violencia en Colombia.

  'El tipo me respondió fríamante: `cosas de la vida y no me pregunte más nada' y desapareció con el dinero''.

  Agentes del Gaes siguieron los pasos de los cobradores y los abordaron en un taxi en la avenida Bolívar Norte de Valencia, según inforó la prensa. Bajo
  presión física y sicológica, los jóvenes dieron indicaciones del lugar donde se encontraba la célula guerrillera que dirigía la operación.

  Pero los militares no lograron llegar hasta el lugar porque se trataba de un paraje internado en Colombia.

  El capitán del Gaes, Argenis Freitas, quien participó en la operación, dijo a El Nuevo Herald que no estaba autorizado para dar declaraciones y refirió la
  llamada al teniente coronel Pedro Rafael Palermo, quien no respondió.

  Una semana después de la captura de los cobradores de la finca del salmo 91, fue secuestrado un productor agrícola y llevado a Colombia y la semana
  pasada una granada fragmentaria explotó en un galpón de la constructora Sedaivicla, ubicada en un municipio cercano a Valencia.

  Los propietarios informaron que desde hace aproximadamente un mes, Alcibiades Rodríguez, principal accionista de la firma, ha sido amenazado vía
  telefónica por unos hombres que se han identificado como guerrilleros colombianos.