Un Año de Cárcel a César Odio
MANNY GARCIA Redactor de El Nuevo Herald
César Odio, hijo de presos políticos cubanos que llegó a la cima de la prominencia como administrador de la ciudad de Miami y después cayó en el oprobio, pidió perdón el martes a los residentes de su ciudad.
El juez federal de distrito K. Michael Moore lo sentenció a un
año de prisión en una cárcel federal por haber intentado
obstaculizar una investigación de la Oficina Federal de Investigaciones
(FBI) sobre corrupción en el gobierno del municipio.
``Lo lamento mucho'', dijo Odio a los reporteros frente a la corte
federal del downtown de Miami. ``He confrontado mis errores. Soy simplemente
un ser humano. Ahora puedo seguir adelante''.
Odio cumplirá su sentencia de un año en una cárcel de seguridad mínima, que será o en la base aérea de Eglin, en el extremo noroccidental de la Florida, o en el campamento federal de Coleman, un pueblo pequeño cercano a Orlando. Para ello, está establecido que se presente ante las autoridades dentro de 45 días.
Moore también le impuso a Odio una multa de $100 y dos años de libertad condicional, que comenzarán a regir cuando salga de la cárcel.
Los fiscales Lawrence LaVecchio y Mary K. Butler esperaban que el juez le habría de imponer la máxima sentencia permitida de acuerdo con el caso, de 16 meses.
``Odio deshonró su cargo y perjudicó irreparablemente a la comunidad'', dijo LaVecchio al Herald. ``Hizo que la gente perdiera fe en el gobierno y que miren con desconfianza a los que gobiernan ahora y que no usan su puestos para beneficio propio''.
LaVecchio expresó sus esperanzas de que la sentencia de prisión pronunciada el martes habrá de ser un factor disuasivo contra la corrupción para otros funcionarios civiles.
``Si la simple decencia no hace que se mantengan honestos, tal vez el temor a la cárcel sí lo logre'', dijo LaVecchio.
Fue hace casi un año que estalló el escándalo de corrupción en el ayuntamiento. Manohar Surana, el director de finanzas de la ciudad, renunció abruptamente el 30 de agosto de 1996.
La comunidad se enteró del motivo poco después. El FBI había sorprendido a Surana tratando de extorsionarle hasta $2 millones a una compañía de venta de computadoras en 1995.
Surana se convirtió en confidente del FBI en la primavera de 1996. Durante los cinco meses siguientes, Surana grabó en secreto conversaciones con el comisionado Miller Dawkins, con Odio y con el cabildero Jorge de Cárdenas.
Surana ayudó al FBI a sorprender a Dawkins aceptando $25,000 en efectivo en el estacionamiento de un restaurante Denny's, y discutiendo planes de recibir mucho más. Dawkins se declaró culpable y en junio empezó a cumplir una sentencia de 27 meses.
Según los cargos formulados por un jurado de instrucción, Surana grabó conversaciones entre Odio y de Cárdenas, en las que conspiraban para que de Cárdenas empezara a cobrar $12,500 al mes por un contrato de compensación de los empleados del municipio. Odio y de Cárdenas se iban a quedar con $5,000 al mes cada uno, y le iban a pagar $2,500 al mes a Surana.
Hay una grabación en la que se oye a Odio contando su primer pago, de $3,000 en efectivo, en su oficina del ayuntamiento.
``Uno . . . y dos, y tres'' dice Odio''.
Entonces pierde la compostura al darse cuenta de que de Cárdenas le estaba pagando $2,000 de menos.
``¿Cómo me va a hacer eso'', dice Odio. ``Aquí hay $3,000, no $5,000 . . . Eso no fue lo que acordamos. Se suponía que fueran $5,000 si el pago era en efectivo''.
Odio renunció el 12 de septiembre de 1996, bajo cargos de fraude postal, robo vinculado a soborno y obstrucción de la justicia.
Se declaró culpable en mayo, luego de que la fiscalía accedió a retirar todos los cargos salvo el de obstrucción de la justicia.
Los fiscales federales alegaron que Odio trató de bloquear la investigación federal del plan de comisiones ilegales al ordenarle a Surana que negara que ellos hubieran acordado jamás contratar a de Cárdenas como su intermediario en los cobros.
De Cárdenas se declaró culpable el 15 de agosto de un cargo de obstrucción de la justicia, y se supone reciba su sentencia el 24 de octubre. Surana accedió a declararse culpable de un cargo de conspiración para extorsionar y recibir sobornos. Encara una sentencia hasta de cinco años de cárcel, pero tal vez reciba una menos leve por su cooperación. No se ha fijado fecha para sentenciarlo.
A pesar de su comportamiento criminal, Odio y Surana están batallando con la ciudad de Miami para cobrar sus pensiones. Odio quiere $58,166, y Surana $75,600.
El martes, Odio y sus abogados le solicitaron clemencia al juez, así como que tomara en consideración los 17 años de Odio como funcionario público.
Los abogados Don Bierman y Ed Shohat recitaron toda una lista de los logros y acciones altruistas de Odio. Dijeron que éste había ayudado a criar a sus hermanos cuando sus padres estaban en la cárcel por luchar contra Fidel Castro. Posteriormente, como administrador adjunto de la ciudad, tras el puente marítimo del Mariel, ayudó a miles de refugiados cubanos, convirtiendo al Orange Bowl en un centro de recepción.
Estableció centros de vecindario para servir a los residentes de la ciudad y ayudó a sofocar los disturbios en Miami y en una prisión federal cuando cubanos detenidos se amotinaron por las condiciones de vida.
Entonces habló la esposa de Odio.
``César Odio es el hombre más absolutamente decente que usted pueda conocer'', dijo María Antonieta Prío. ``Ha vivido una vida íntegra. Es un hombre completamente bueno. Yo sé que hoy esa es una palabra anticuada. Pero es un buen hombre''.
Prío se ha mantenido firme junto a su esposo. La pareja se había separado el verano pasado cuando Surana persuadió a Odio para que éste participara en el plan de soborno.
``Un delincuente acosó a mi esposo'', dijo con los ojos llenos de lágrimas. ``Lo acosó en la época más difícil de su vida. . . Su Señoría, por favor, no mande a mi esposo a la cárcel. Ese es un lugar para delincuentes. Mi esposo no es un delincuente''.
La pareja se ha reconciliado. Posteriormente, se abrazaron fuertemente, besándose y cerrando los ojos. Su madre lloró. También sus hermanos y hermanas.
La galería del tribunal estaba repleta con simpatizantos de Odio, incluyendo al ex alcalde de Miami Maurice Ferré así como Carlos Smith y Waldemar ``Wally'' Lee, dos ex administradores adjuntos contratados por Odio.
``Siento ver esto'', dijo Ferré. ``Todo lo que César hizo fue preocuparse por la ciudad''.
Otros manifestaron su apoyo escribiendo cartas al juez, incluyendo al destacado abogado George Knox; el reverendo José Luis Menéndez, pastor de la iglesia católica de Corpus Christi en Wynwood y el obispo auxiliar de Miami Agustín Román.
``El señor Odio es una persona decente, dedicado a la vida familiar y muy estimado por la gente que realmente lo conoce'', dijo Román.
Odio también se dirigió al juez el martes.
``Juez, aquí estoy frente a usted. Sabía lo que estaba haciendo y voy a pagar por eso'', dijo Odio, las manos cogidas detrás de la espalda.
Odio pidió perdón a los ciudadanos de Miami y a Estados Unidos, reconociendo que el gobierno había aceptado a su familia, proveniente de Cuba, con los brazos abiertos.
``Fui de lavaplatos a administrador de la ciudad'', dijo. ``He cometido un error terrible''.
Posteriormente, Odio se paró a conversar con los reporteros. Dijo estar preocupado por el destino de Miami, que afronta una votación sobre su abolición el 4 de septiembre. Dijo que los residentes no deberían interpretar su alegato de culpabilidad como señal de que Miami es un lugar corrupto.
Detrás de Odio, su familia permanecía tomada de las manos.
Sarah Odio del Toro, una respetada figura en la comunidad exiliada de Miami, contemplaba a su hijo.
`` Sufrí en prisión'', dijo mientras las lágrimas y el sudor le corrían por el rostro. ``Pero esto duele mucho más. Me está matando''.
Odio dijo que esperaba cumplir su tiempo de prisión. Quiere salir de Miami y de la política por un tiempo.
``Quiero alejarme y meditar, como ir a un convento'', dijo.
El redactor de El Nuevo Herald David Lyons contribuyó a este reportaje .