Claridad
30 de abril de 2009

A treinta años del asesinato de Carlos Muñiz Varela

En Rojo
Raúl Alzaga

Lo conocimos a finales de 1973 a través de gestiones hechas por Ricardo Fraga del Valle, el cual me lo presentó. En esos momentos veníamos desarrollando junto a compañeros de Estados Unidos el proyecto de crear una revista que nos sirviera de vehículo para canalizar nuestras inquietudes políticas en cuanto al tema de Cuba y nos brindara un foro de expresión y presencia en el exilio Cubano, además de permitirnos organizar grupos de apoyo en ciudades de Estados Unidos y Puerto Rico. Carlos se encontraba envuelto para entonces en una activa y militante participación en el movimiento independentista universitario y en la organización sindical de los trabajadores de la Universidad de Puerto Rico.

Cuando lo conocí y hablamos del incipiente proyecto nuestro (aunque todavía no había salido el primer número) su receptividad al mismo fue de entusiasmo y decidida participación a partir de sus experiencias organizativas ya alcanzadas a temprana edad (él tenía apenas 20 años, Ricardo 18 y yo 24).

Durante dos años estuvimos formándonos en el estudio de la historia, la política y la economía de nuestro país de origen, Cuba. Fueron cientos los círculos de estudios que realizamos en forma disciplinada y consistente durante esos años junto a una decena de jóvenes cubanos residentes en Puerto Rico, los cuales formaron parte del núcleo inicial de la Revista Areito y luego de la Brigada Antonio Maceo. Su voracidad por la lectura y su facilidad para el debate y la polémica hicieron de Carlos un destacado participante de esos círculos de estudios.

Durante todos esos años asegurábamos la existencia de la Revista Areito, ya sea por la aportación de artículos y entrevistas o por la vía económica. Cada grupo de apoyo de sus respectivas ciudades debía cumplir con una cuota económica para cada edición de la revista.

Recordamos hoy aquella ocasión que, ante la imposibilidad de cumplir con la cuota asignada, a Carlos se le ocurrió proponer la idea de ir a un casino, ubicado en uno de los hoteles de la capital, para probar suerte y conseguir los $200.00 que nos faltaban. Aquella idea generó una polémica discusión en cuanto a temas morales e ideológicos. Al final se decidió asignar $20.00 de los fondos de la revista y en caso de pérdida, él y yo repondríamos el dinero de nuestro propio bolsillo. Hay que recordar que en aquella época nuestros sueldos oscilaban en los $400.00 al mes y $20.00 era una cantidad grande para los que ya teníamos esposa y varios hijos. Para hacer el cuento corto salimos en nuestra misión para el primer hotel que encontramos. Empezamos perdiendo y cuando ya el pesimismo se apoderaba de nosotros, comenzamos a ganar hasta llegar a sobre-cumplir la cuota y conseguir unos $220.00.Fue un triunfo rotundo.

Luego empezamos los preparativos para el viaje de la Brigada, que en un principio se llamaría “Encuentro de Jóvenes Cubanos” y al llegar a Cuba en diciembre de 1977, se convirtió en “Brigada Antonio Maceo”. Carlos viajaría a Cuba en septiembre de 1977 a unos 4 meses antes de la llegada de la Brigada. En ese viaje fue como periodista de la Revista Areito para entrevistar a un conocido jefe contrarevolucionario de nombre Reynol González, el cual se encontraba en trámite de ser liberado. Allí aprovechó y se reunió con los compañeros del ICAP que nos atenderían a nuestra llegada al Campamento Julio Antonio Mella.

En esa brigada, se le asignó a Carlos para que dirigiera la que  entonces nosotros erróneamente considerábamos podría ser la sub-brigada más problemática de las tres sub-brigadas que componían dicho grupo. Su experiencia organizativa y formación política le permitió realizar dicha tarea. Con el tiempo resultó que de esa sub-brigada surgieron los mejores compañeros que luego han desarrollado importantes proyectos políticos.

 Después vendría el Festival de la Juventud y los Estudiantes en el verano de 1978 y nuestro encuentro con Raúl Castro (junto con Carlos y Ricardo Fraga) que tanto marcó la forma de ver el proceso revolucionario cubano.

En el llamado “Diálogo con la Comunidad Cubana en el Exterior” celebrado en noviembre y diciembre de 1978, Carlos no estuvo presente, no por que no tuviera méritos para asistir sino porque meses antes preparaba preliminarmente al primer grupo de cubanos del exilio que visitarían a sus familiares en Cuba de salir exitosas las reuniones que se celebrarían a esos fines.
 Sus asesinos justificaron su crimen por haber asistido a dicho encuentro, hecho que nunca ocurrió.
A finales de marzo de 1979 se reunía en Nueva York lo que nosotros llamábamos el “Comité Nacional de la Brigada Antonio Maceo”. Allí se planificaba el próximo viaje de la brigada a realizarse en el verano de 1979. Lejos estábamos de pensar que llevaría su nombre (Primer Contigente Carlos Muñiz Varela).

 En esa reunión de varios días enfrentábamos el dilema organizativo de como conceptualizar al grupo que se preparaba con la organización de la Brigada ya constituida y estructurada desde enero de 1979. Fue un día largo donde nadie daba pie con bola de como resolver el problema. En un momento Carlos se levanta  y como si hubiera recibido una iluminación dijo algo así: “La Brigada Antonio Maceo es la organización con su estructura y sus miembros ya constituidos. Los Contingentes (o grupos de viaje) –nombre que se usaría de allí en adelante– será la cantera para reclutar a nuevos miembros. Ir en un contingente no quiere decir que perteneces a la Brigada”. Aquello para mucho de nosotros fue lo más brillante que habíamos escuchado en muchos años. Sin saberlo nos dejó su última aportación organizativa a ese otro proyecto incipiente que construíamos.
 El 17 de abril de 1979 salíamos Carlos y yo de Cuba luego de intentar resolver algunas diferencias organizativas, conceptuales y de estilo con la empresa económica que desde Cuba organizaba los viajes de la Comunidad Cubana en el Exterior.

Su muerte repentina nos sorprendió a todos. Nuestra ingenuidad combinada con temeridad nos traicionó. Ese 28 de abril de 1979, al menos tuvimos la oportunidad de que los tres que iniciamos todo el proceso político en Puerto Rico (Ricardo Fraga, Carlos Muñiz y yo) compartiéramos como no hacía mucho tiempo, prácticamente todo el día. Nos despedimos por última vez a eso de la 5:30 de la tarde de aquel día. Apenas media hora después una bala asesina le atravesaría la cabeza.
Su asesinato no detuvo a los asesinos. Continuaron asesinando, colocando bombas y conspirando para asesinar por un tiempo prolongado.

Fue el momento de la verdad, donde se diferencia a los jóvenes de los hombres, los románticos de los realistas y los cobardes de los valientes. Muchos fueron los compañeros nuestros en Estados Unidos y Puerto Rico que no se dejaron intimidar y se crecieron ante la adversidad, convirtiéndose en verdaderos líderes de un proceso político que con el tiempo y no necesariamente gracias a nosotros se ha ido convirtiendo en un movimiento masivo y a punto de convertirse en mayoritario
Recordamos hoy aquellas palabras visionarias de Fidel, cuando se reunía con nosotros en enero de 1979. En aquella reunión y ante la inquietud expresada por algunos de nosotros en cuando al deseo de regresar a la patria él nos dijo algo así: “Nosotros no tenemos problemas por recibirlos a ustedes. Yo sí sugiero que ustedes regresen a sus ciudades de origen y mediten sobre esto. Pienso que si ustedes se organizan y crecen puede que sean ustedes los que se conviertan en una amenaza para aquellos que hoy los amenazan a ustedes”.

 Los terroristas y todos los presidentes norteamericanos que siguieron al asesinato de Carlos no pudieron evitar la continuidad de los viajes a Cuba. Luego llegó en el 2001 el ex-presidente George W. Bush y decidió en su segundo término de la Presidencia (2004) retomar por la vía legal lo que los terroristas habían intentado hacer en los años 80’s: reducir al mínimo posible el intercambio entre la familia cubana e incluso redefinir lo que es familia. A ningún grupo hispano o minoritario se le ha impuesto tamaña prohibición dentro de la nación norteamericana.

Hoy a 30 años del asesinato de Carlos podemos decir que ambos intentos, el del 79 por la vía del terror y la muerte y la del 2004 por la vía del “Terrorismo de Estado”, han fracasado.
Seguiremos trabajando porque su crimen no quede impune y porque se conozca toda la verdad. Hoy sus compañeros rinden ante la memoria de Carlos las banderas de lucha y victoria.

San Juan, Puerto Rico
Abril de 2009-