Antonio José de Sucre nace en Cumaná (Edo. Sucre) el 3 de
febrero de 1795, hijo del teniente
Vicente de Sucre y Urbaneja y de María Manuela de Alcalá
y Sánchez. Es considerado el militar
más completo y cabal de los próceres de la Independencia
de Venezuela. Fue un paradigma en el
estricto cumplimiento de su deber; era inflexible, duro y justo. Su padre,
sus 2 abuelos y 4
bisabuelos y los más de sus tatarabuelos, fueron militares. Perdió
su madre a los 7 años.
Adolescente fue enviado a Caracas al cuidado de su padrino el arcediano
de la catedral, presbítero
Antonio Patricio de Alcalá, para iniciar estudios de ingeniería
militar en la Escuela de José Mires.
En 1809, con su hermano Pedro y otros jóvenes, integró como
cadete la compañía de Húsares
Nobles de Fernando VII, en Cumaná, unidad organizada por Juan Manuel
de Cajigal y Niño,
gobernador de la provincia de Cumaná.
En 1810 empezó la guerra y Sucre salió en campaña,
sirviendo a las órdenes del General Miranda
con distinción en los años 1811 y 1812.
Posteriormente emprendió junto a otros patriotas la reconquista
de la Patria, logrando con un
puñado de hombres la libertad de tres provincias. El General Sucre
sirvió al Estado Mayor General
del Ejército de Oriente desde el año 1814 hasta el 1817.
Después de la Batalla de Boyacá fue
nombrado Jefe del Estado Mayor General Libertador. Boyacá fue nombrado
Jefe del Estado Mayor
General Libertador.
En 1820 por órdenes de Bolívar, inicia las campañas
de liberación del Sur y en 1821, es nombrado
Jefe del Ejército del Sur de Colombia, logrando la independencia
de la provincia de Ecuador en las
batallas de Río bamba y Pichincha. Participa en la batalla de Junín
y gana la Batalla de Ayacucho
en 1824, al mando del ejército unido, con lo cual logra el título
de Gran Mariscal de Ayacucho.
En 1825, ocupa el territorio del Alto Perú, que se independiza del
gobierno de Buenos Aires,
adoptando el nombre de Bolivia. El Congreso del recién fundado país,
encarga a Bolívar la
elaboración de su constitución. Sucre fue el primer presidente
de Bolivia, en donde lleva a cabo un
gobierno modelo de paz y administración, ocupando el cargo por dos
años. Los ataques de
Santander y de las fuerzas del gobierno peruano le hicieron dejar Bolivia,
luego del ataque a la
guarnición de Chuquisaca en abril de 1828.
En 1829 la República requiere sus servicios para mandar el ejército
que debe enfrentar la ofensiva
peruana en el sur del Ecuador. Triunfa en la batalla de TarquÍ (
27/2/1829 ) y ofrece a los vencidos
una capitulación que es modelo de generosa fraternidad americanista,
fiel a su lema que "Nuestra
justicia era la misma antes y después de la batalla". La provincia
de Cumaná, a la que guardó
permanente afecto lo escogió como su representante al Congreso.
En camino a Bogotá tiene
conocimiento de la agitación separatista que José Antonio
Páez fomenta en Venezuela. En la
difícil circunstancia de 1830, se destaca en el quehacer político
por su consecuencia hacia la
persona y la obra de Bolívar. El Congreso Admirable, reunido en
Bogotá, lo elige su presidente en
enero de ese año; en febrero, el mismo cuerpo le encarga una misión
conciliadora ante el Gobierno
de Venezuela; le acompañan José María Estévez,
obispo de Santa Marta y vicepresidente del
Congreso, y el diputado Francisco Aranda. A mediados de marzo la comisión
ha llegado a territorio
venezolano, pero por la imposición del Gobierno de Venezuela tiene
que regresar a la Villa del
Rosario de Cúcuta, donde se llevan a cabo las conversaciones, que
duran 4 días, sin lograrse
resultados positivos. Sucre regresa a Bogotá, mientras la situación
se agrava y la obra de Bolívar
se fragmenta. Cuando va de vuelta a encontrarse con su familia en Quito,
el mariscal Antonio José
de Sucre es asesinado, a traición, en la montaña de Berruecos
(sur de Colombia), el 4 de junio de
1830, José María Obando fue señalado como autor intelectual
y Apolinar Morillo como ejecutor del
crimen.
La vida de Sucre fue un luchar continuo. Combatía contra las fallas
humanas, contra los
elementos, contra las distancias. Su preocupación por los servicios,
por la eficiencia
administrativa, llenó muchas de sus horas. Fue indoblegable en su
actitud vigilante por la probidad.
Castigaba sin vacilar, con rigor extremo, crímenes, vicios y corruptelas,
pero fue magnánimo con
enemigos y adversarios vencidos. Sobre todo resaltan en Sucre sus conceptos
del patriotismo
americano, del honor, de la gratitud y la lealtad. En la última
carta de Antonio José de Sucre a
Simón Bolívar, escrita en Bogotá el 8 de mayo de 1830,
consta "...el dolor de la más penosa
despedida...", y así de su propia mano escribe: "No son palabras
las que pueden fácilmente
explicar los sentimientos de mi alma respecto a Ud.: Ud. los conoce, pues
me conoce mucho
tiempo y sabe que no es su poder, sino su amistad la que me ha inspirado
el más tierno afecto a
su persona. Lo conservaré, cualquiera que sea la suerte que nos
quepa, y me lisonjeo que Ud. me
conservará siempre el aprecio que me ha dispensado. Sabré
en todas circunstancias merecerlo.
Adiós, mi general, reciba Ud. por gaje de mi amistad las lágrimas
que en este momento me hace
verter la ausencia de Ud. Sea Ud. feliz en todas partes y en todas partes
cuente con los servicios
y con la gratitud de su más fiel y apasionado amigo"