Expedicionarios del Corynthia
Asesinato premeditado
LUIS ROSADO EIRO
Ante el ejemplo de Fidel y del Ejército Rebelde, que combatían
a la
tiranía en la Sierra Maestra y demostraban que solo con la lucha
armada podría el pueblo derrocar a Batista, un grupo de
revolucionarios pertenecientes a la Organización Auténtica
marchó
al exterior con vistas a entrenarse y prepararse para la lucha
irregular.
En Arroyo la Marea, lugar donde fueran masacrados los
expedicionarios, el pueblo levantó un monumento en su memoria.
Inicialmente fueron alrededor de 150 combatientes; de ellos 27 se
escogieron para partir hacia Cuba. La estructura era muy
simple: Calixto Sánchez White, como jefe de la expedición,
seis
oficiales y el resto, soldados. Partieron en horas de la noche
del 19 de mayo de 1957, a bordo del yate Corynthia, de Miami,
donde cargaron armamentos, municiones y alimentos.
Desde el mes de diciembre del año anterior, los servicios de
inteligencia del régimen tuvieron conocimiento de todas las
actividades que realizaba aquel grupo. Por ello, en una reunión
de la
cúpula militar a la que asistió el coronel Fermín
Cowley, jefe del
regimiento 8 de Holguín, se informó dónde y quiénes
se entrenaban,
quién los organizaba, en qué embarcación vendrían
y hacia donde
se dirigirían.
EL ASESINO SE PREPARA
A partir de ese momento, el coronel Cowley se propuso ridiculizar a
sus compañeros del ejército de la tiranía, los que,
según él, habían
permitido las acciones del 30 de noviembre y el desembarco del
Granma; y aún permitían que Fidel Castro estuviera con vida.
De
regreso a su regimiento, citó a jefes y oficiales, y con vistas
a
eliminar cualquier apoyo interno de los revolucionarios del territorio,
elaboró y ejecutó "las Pascuas sangrientas", donde más
de dos
decenas de revolucionarios y opositores al régimen fueron
masacrados.
El 20 de mayo, un día después de la salida de los expedicionarios,
el asesino del norte de Oriente conoció el lugar y la fecha en que
se
iba a producir el desembarco, y en esa zona concentró fuerzas y
medios, con el objetivo de aniquilar a los revolucionarios.
Mientras tanto, la columna expedicionaria, después de una azarosa
travesía, llega a las costas cubanas el 25 de mayo. De inmediato
comienzan a desembarcar las armas, municiones, alimentos y
medicinas, para luego avanzar rumbo a las estribaciones de la
Sierra Cristal, lugar donde comenzarían a operar.
LA MASACRE
Las adversas condiciones físicas y el quebranto de la moral
permiten que dos expedicionarios deserten y se presenten al
enemigo. La información ofrecida corrobora los datos de la
inteligencia y precisa otros. Desde el 26 de mayo, Cowley, quien
dirige personalmente las operaciones, ya posee la orden del estado
mayor del ejército batistiano de asesinar a los expedicionarios
que
ostenten desde el grado de comandante hasta sargento,
inmediatamente después de ser capturados.
En la mañana del 28 de mayo, cuando aún el Ejército
Rebelde
combatía en Uvero, los revolucionarios, agotados, hambrientos y
perdidos fueron rodeados y conminados a rendirse. El jefe de la
expedición, Calixto Sánchez, es el que peores condiciones
físicas
presenta, y ante la imposibilidad de romper el cerco grita: "...Si nos
dan palabra de respetar nuestras vidas, nos rendimos".
Capturados, fueron trasladados a otro lugar y después de consultas
con el mando superior, procedieron a asesinarlos a todos. A esa
misma hora en que los 16 expedicionarios eran masacrados, en la
misma provincia, en Uvero, Fidel daba la orden de poner en libertad
a 16 prisioneros del ejército batistiano.
La actitud solidaria de las fuerzas rebeldes no impidió que el
enemigo se lanzara con odio contra aquellos combatientes
completamente indefensos. Pero, por otro lado, la masacre
cometida por la tiranía con los expedicionarios del Corynthia en
modo alguno pudo variar entre los combatientes revolucionarios el
principio de respetar a los prisioneros, aspecto que caracterizó
al
Ejército Rebelde y que tanto prestigio y autoridad le proporcionó.