El Nuevo Herald
November 2, 1998
 
Cabecilla del ELN: `Ni entregamos las armas. . . ni bajamos del monte'

 ROBERTO GIUSTI

 --De la redacción de El Universal

 Montañas de Colombia -- El `Comandante Alexis' se precia de que los
 organismos de inteligencia no conocen, después de veinte años de guerra
 de guerrillas, ni su rostro ni su identidad.

 Celoso de mostrar siquiera sus manos, más bien pequeñas y regordetas,
 el jefe máximo del Frente Domingo Laín, el más radical del Ejército de
 Liberación Nacional (ELN), nos recibe en uno de sus campamentos,
 luego de un intrincado recorrido, dos jornadas de camino destapado y un
 día de ascenso por parajes montañosos y helados páramos. Cuarentón
 de aspecto fornido, baja estatura y de confeso origen campesino,
 además de estar considerado como uno de los más enconados enemigos
 de las Fuerzas Armadas, también puede ser uno de los más influyentes
 jefes guerrilleros y, con seguridad, el menos conocido.

 No ha participado nunca en actividades públicas y antes que figurar en
 los diálogos de paz prefiere la vida de campamento con sus `guerrillos',
 unos cuantos miles de jóvenes entre 16 y 30 años que le siguen en sus
 recorridos por lo que llama `el área de guerra de centro oriente ABC',
 una zona que comprende los departamentos del Arauca, Boyacá y
 Casanare, en un proceso de expansión que ya alcanza a Bogotá por el
 sur y los dos Santander por el norte, además de los estados venezolanos
 Táchira, Apure, Barinas y Amazonas.

 A contracorriente de la atmósfera de distensión, Alexis se pronuncia en
 contra del gobierno del presidente Andrés Pastrana y advierte que no
 bajará del monte y mucho menos entregará las armas:

 ``En el Tercer Congreso del ELN la Dirección Nacional ha sido
 facultada para que implemente el instrumento de lucha política que debe
 insertarse en ese proceso. Pero sí queremos aclarar que el ELN en
 ningún momento ha renunciado al socialismo ni a la lucha armada'', inicia
 la conversación.

 ¿Cómo pueden participar en un proceso de paz si siguen en la lucha
 armada?

 Para nosotros la paz no es la entrega de armas ni reinsertarnos en la vida
 civil, sino un problema de la lucha de clases con antecedentes políticos,
 económicos y culturales que deben ser resueltos. Para ser más claros...

 Primero hay que hacer la revolución y luego la paz.

 Hay que buscar los mecanismos que posibiliten el respeto a los derechos
 humanos y al derecho internacional humanitario, pero no renunciamos a
 nuestros principios. Tenemos una lucha radical contra la oligarquía.

 ¿Esa posición no es contradictoria con la línea de la dirección del ELN,
 que convocó a un diálogo con la sociedad civil?

 No hay contradicciones. Las aproximaciones con los sectores sociales
 no implican desmovilización y entrega de armas.

 Entonces, ¿para qué aceptan dialogar?

 Para discutir sobre los problemas económicos y sociales. Y que
 trascienda el debate, porque en Colombia hay desinformación y los
 medios, al servicio de los bloques económicos, no posibilitan una visión
 transparente del proceso y la magnitud del conflicto en términos de la
 opción socialista.

 Pero la impresión, luego del triunfo de Pastrana, es que se están dando
 las condiciones para un proceso de paz.

 Nosotros no somos la causa de la violencia, sino consecuencia de las
 políticas antipopulares del régimen oligárquico, al cual no le entregaremos
 nada porque nada nos ha dado. Estamos por una opción política
 alternativa y llegaremos hasta las últimas consecuencias en nuestra lucha
 por la revolución socialista.

 Tienen cincuenta años llegando hasta las últimas consecuencias y
 mientras tanto se siguen perdiendo vidas.

 EL ELN no lleva cincuenta años sino treinta y cuatro en una lucha que
 excluye el reformismo.

 Entonces, ¿piensan recrudecer sus acciones de violencia?

 La realidad de nuestras armas es el aparato represivo del régimen. Se
 sigue masacrando campesinos.

 En Machuca fueron ustedes los que masacraron a la población.

 Hay un documento del Comando Central donde se esclarece este tipo
 de cosas. Igualmente la organización se ha puesto a disposición de los
 organismos internacionales para que investiguen exhaustivamente y
 establezcan responsabilidades. Pero hay muertes como la del
 vicepresidente de la Central Unitaria de Trabajadores, la más grande del
 país, que demuestran cómo se ha penalizado la protesta popular. La
 bandera de este gobierno es la paz y por haber estado en las puertas del
 cielo y en las goteras (cercanías) de Casa Verde (Comando de las
 Fuerzas Armadas Revolucionarias Colombianas) se cree con el derecho
 de atropellar los intereses populares. Este gobierno no entró con el pie
 debido, no se puede cometer errores de esa magnitud.

 Pero ustedes sí pueden cometer `errores' como el de Machuca.

 No es cierto que hubo un propósito deliberado del ELN. Tenemos
 pruebas de que fue el Ejército el que propició el incendio, hora y media
 después de la voladura del oleducto.

 Dueños de considerables áreas, con dominio político y recursos, uno
 entendería por qué ustedes no quieren la paz.

 Nosotros amamos la vida más de lo que la gente cree. La amamos tanto
 que luchamos hasta la muerte en contra del capitalismo, que está
 viviendo su más grande crisis.

 ¿No es mezquino no haberle dado una oportunidad a Pastrana, que llegó
 con una renovada autoridad moral y una votación sin precedentes que es
 un mandato de paz?

 Le repito que no somos responsables de la violencia.

 Pero, ¿cómo va decir que no son responsables si participan en hechos
 de violencia?

 En confrontaciones militares con el régimen, que es otra cosa. Pastrana
 gana con más de seis millones de votos porque se le ofreció al estudiante
 que votara rebaja en las matrículas para la universidad y otras
 prebendas. Se institucionalizó el voto obligatorio. Independientemente de
 quien haya sido electo, los gobernantes de este país cumplen los
 mandatos del imperialismo. No hay reconciliación posible.

 Pastrana tiene una autoridad moral de la que carecía el gobierno anterior
 y cuenta con el apoyo internacional y de Estados Unidos. ¿Acaso es eso
 tan malo?

 Ningún miembro de la clase política colombiana tiene autoridad moral.
 Acá se están reencauchando los delfines oligárquicos. Si revisamos los
 ministros nos encontramos con un Lloreda que no sabemos si fue
 nombrado porque cumple los requisitos o porque con los 4,8 billones
 destinados al Ministerio de la Defensa sacará a su grupo económico de
 la crisis y del robo que le hizo a la Caja Agraria.
 

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