Texto de la alocución del presidente Andrés Pastrana
Bogotá, 20 de febrero de 2002
"Colombianas y colombianos:
En octubre de 1997 cerca de 10 millones de colombianos -la votación
más alta en la historia
del país- votaron el mandato por la paz, un mandato que obligaba
a todos los candidatos
presidenciales a buscar la paz de Colombia a través de la negociación
política.
En junio de 1998, seis y medio millones de votos -también la votación
más alta en la historia de
las elecciones presidenciales- apoyaron mi proyecto de paz. Por eso, desde
el primer día de
mi Gobierno no he cesado de trabajar por cumplir la misión que ustedes
me entregaron, ¡la
misión que me confió la democracia!
Me la jugué íntegramente por alcanzar la paz. He hecho todo
lo posible para consolidar un
proceso que nos llevara a ella. A ustedes, mis compatriotas, y al mundo
entero, les consta que
lo hice todo, ¡todo lo posible!, Para alcanzarla, por encima de incomprensiones,
impaciencias o
provocaciones.
Pero no fui yo sólo. Hemos sido todos los colombianos los que nos
la hemos jugado por la paz.
Hemos sido todos -la gente del común, los líderes, la iglesia,
los partidos políticos, los
sindicatos, los mismos candidatos- los que hemos aportado nuestra generosidad,
nuestra fe,
nuestra paciencia, para apoyar este proceso en el que depositamos nuestras
esperanzas.
Muchas veces fui criticado por mi empeño en alcanzar la paz por
la vía del diálogo. Se decía
que era ingenuo, que estaba sordo, ciego, mudo ante la violencia. Pero
no. Todo lo que hice
fue con el único propósito de evitar que se siguiera derramando
sangre de colombianos. El
Gobierno cumplió siempre su palabra en todos los acuerdos. El Gobierno
jugó siempre de
forma transparente, con buena fe, con las cartas sobre la mesa, y fue firme
cuando las
circunstancias lo exigían. Puse en riesgo mi popularidad, mi capital
político y mi lugar en la
historia, y no me arrepiento, porque lo hice pensando en la paz de Colombia
y de todos los
colombianos.
Planteé una estrategia de paz que es mucho más que el sólo
proceso del Caguán. También la
paz se ha venido buscando mediante otras vías igualmente importantes:
Internacionalizando
su búsqueda a través de una activa diplomacia por la paz;
luchando contra el flagelo del
narcotráfico que financia la violencia; fortaleciendo nuestras Fuerzas
Armadas; convocando la
participación y el interés de todos los colombianos, y haciendo
una inversión social sin
precedentes.
Y es mucho lo que hemos logrado. Hemos trabajado más de 3 años
y medio por alcanzar la
paz y hoy debemos reconocer que, a pesar de la insensatez de la contraparte,
no hemos
perdido el tiempo. No se han perdido estos 3 años y medio, porque
el proceso de paz -visto de
una manera integral- nos deja muchas fortalezas que antes no teníamos:
A nivel internacional, hemos logrado reunir, como nunca antes en nuestra
historia, a toda la
comunidad internacional en torno a nuestro proceso de paz, apoyando las
legítimas
aspiraciones de paz de los colombianos. Hoy la guerrilla está desenmascarada
y ha mostrado
su verdadera cara, la cara de la violencia sin razón, ante el mundo.
Hoy las naciones del
planeta saben que no son robin hoods que luchan por el pueblo oprimido,
sino personas sin
escrúpulos que no tienen problema en asesinar niños para
conseguir sus fines.
Hemos también avanzado mucho en la lucha contra el narcotráfico,
fuente de financiación de
toda clase de violencia, logrando que la comunidad internacional acepte
su responsabilidad y
nos apoye con importantes recursos y con cooperación en todos los
frentes.
Además -todos ustedes lo saben-, no hemos sido ingenuos durante
todo el desarrollo del
proceso. Hemos apostado por la paz mediante el diálogo pero, simultáneamente,
hemos
fortalecido nuestro poder militar. Hoy, gracias a las instrucciones que
yo mismo impartí y vigilé
desde el primer día de mi Gobierno, Colombia cuenta con las Fuerzas
Armadas más grandes,
más profesionales, más capacitadas y mejor dotadas de toda
su historia. Si alguna vez los
colombianos hemos tenido cómo defendernos de la agresión
de los violentos es hoy, y las
Fuerzas Armadas están listas para cumplir su misión de defender
la vida, honra y bienes de
los colombianos.
A nivel interno, hemos logrado que todo el país, todos y cada uno
de los colombianos, se
comprometa con la paz. Antes se pensaba que ese era un problema únicamente
del Gobierno
con la guerrilla. Hoy somos conscientes de que es una guerra que nos han
declarado los
violentos a la sociedad y que somos todos los que tenemos que trabajar
para detenerla. Hoy la
paz es el tema central del país.
Desde el punto de vista político, le hemos propinado la más
grande derrota de toda su historia
a las Farc y logramos que la guerrilla perdiera el poco apoyo que había
logrado reunir en sus
más de 30 años de existencia. Hoy nadie en Colombia cree
que la guerrilla sea una opción
política y su respaldo popular es prácticamente cero. Ya
nadie cree que están a favor del
pueblo: ¡están en contra del pueblo!
Y hemos hecho algo más, dentro de nuestra política de paz:
Mientras las Farc exigían a través
de la violencia mejoras sociales para los colombianos, pero no hacían
más que generar
miseria, desempleo y dolor a su alrededor, mi Gobierno puso en marcha,
con el Plan
Colombia, la estrategia de inversión social más grande de
nuestros tiempos. Esa revolución
que la guerrilla pretende promover, nosotros ya la estamos haciendo. ¡Porque
la revolución
social se hace con obras, no con terrorismo!
Miremos unos datos que hablan por sí solos: Mi Gobierno dejará
invertidos más de un billón de
pesos, representados en nuevos empleos, viviendas, carreteras y educación,
en programas
sociales que beneficiarán a más de 2 millones de los colombianos
más necesitados.
¡Eso sí es una revolución social!
Así que no hemos perdido en estos difíciles años.
Al cabo de todo, si hacemos un balance
objetivo, hoy estamos más preparados que nunca, más unidos
que nunca, respetados y
apoyados internacionalmente y más fuertes militarmente para enfrentar
la violencia que nos
agobia.
Pero para hacer la paz se necesitan dos. Hoy hace exactamente un mes se
firmó en Los Pozos
un Acuerdo de Cronograma para el Futuro del Proceso de Paz, el cual fue
recibido por todo el
país como una señal de esperanza hacia el desescalamiento
del conflicto armado y el logro de
la paz que tanto queremos.
No obstante, desde ese día las Farc no han hecho otra cosa que borrar
con sus acciones el
espíritu de conciliación que habían firmado en el
papel.
Veamos: (Video).
Se intensificaron los atentados terroristas, que alcanzaron los 117 en
tan sólo los últimos 30
días. Fueron 4 carros-bomba; 5 ataques a instalaciones; 7 campos
minados; el homicidio de
20 civiles, incluyendo mujeres y niños; la voladura de 33 torres
de energía, de 2 tramos del
oleoducto, de tres puentes, entre otros actos de barbarie. Incluso llegaron
a atentar contra los
servicios más básicos de los colombianos, como el agua.
Y hoy se ha rebosado la copa de la indignación. Por una parte, secuestraron
un avión
comercial en pleno vuelo -un delito internacional catalogado como terrorismo-
y retienen en
este momento al senador Jorge Eduardo Gechem Turbay, Presidente de la Comisión
de Paz
del Senado -con lo que llegan a 5 los congresistas secuestrados por las
Farc-.
Además, dinamitaron un puente entre Neiva y Garzón, en el
Huila, y también un puente entre
San Rafael y San Carlos, en Antioquia, generando con este último
hecho el accidente de una
ambulancia donde iba una madre en trabajo de parto, resultando muertas
tres personas,
incluyendo la madre, además del bebé que estaba naciendo.
De tiempo atrás, y habiendo oído muchas de las inquietudes
planteadas sobre la zona de
distensión, le ordené a las Fuerzas Militares un estricto
seguimiento de inteligencia para
determinar con exactitud los hechos realizados por las Farc en la zona
de distensión, en
contravía de lo acordado. Es decir, partiendo de la base de que
la zona se instauró solamente
para adelantar los diálogos y la negociación y no para otro
tipo de actividades.
Precisamente hoy el comandante de las Fuerzas Militares me entregó
el seguimiento de
inteligencia ordenado hace meses. En este documento se ha podido comprobar
que las Farc
ha utilizado la zona para fines totalmente diferentes de los definidos.
Hemos comprobado que las Farc ha construido nuevas pistas clandestinas,
se ha comprobado
la existencia de nuevos cultivos de coca, hemos comprobado la relación
directa en la zona con
terroristas internacionales, en pocas palabras, las Farc no cumplió
con su palabra.
Quiero mostrarles algunos ejemplos:
1. Construcción y ampliación de pistas para aviones para usos ilícitos.
2. Aumento de los cultivos de coca.
3. Construcción de carreteras en medio de la selva, con fines ilícitos.
Estos, como lo dije, son tan solo algunos de los ejemplos que ya se han comprobado.
¡No podemos soportar más sevicia y crueldad de parte de quienes
dicen querer la paz! ¡No es
posible firmar acuerdos, por un lado, y poner el fúsil en la cabeza
de los inocentes, por el otro!
Colombia entera dice: ¡NO MAS! ¡Nos cansamos de la hipocresía de la guerrilla!
La guerrilla -en su terquedad y su sordera- ha cometido demasiados errores
graves en todos
estos años, en contra de la posibilidad de la paz. Ellos mismos
-no nadie más- se han cerrado
la puerta para el diálogo. Ellos mismos han logrado que ya nadie
crea en su voluntad de paz ni
en su palabra. Ellos mismos se han negado un espacio político en
el país.
Después de los terribles sucesos del 11 de septiembre del año
pasado yo se lo dije a la
guerrilla en varias ocasiones, incluso desde el mismo foro de las Naciones
Unidas: A ellos les
correspondía definirse con sus actos: O son un grupo de insurgencia
política o son una
organización terrorista. O se respeta la vida y dignidad del ser
humano, o no se las respeta,
como es el caso de las infracciones al Derecho Internacional Humanitario.
Tristemente, hoy son ellas las que han firmado su propia definición
y ya nadie puede dudar de
que, entre política y terrorismo, las Farc optaron por el terrorismo.
Los colombianos hemos ofrecido la mano abierta y las Farc nos han respondido
con una
bofetada. Una bofetada a la paz, al futuro de Colombia y a las esperanzas
de más de 40
millones de compatriotas que estamos hastiados de su violencia.
Nuestro país no soporta más expectativas, más incertidumbres, más frustraciones.
Manuel Marulanda:
Yo le dí mi palabra y la cumplí, siempre la cumplí,
pero usted me ha asaltado en mi buena fe, y
no sólo a mí, sino a todos los colombianos. Desde el primer
momento usted dejó vacía la silla
del diálogo cuando yo estuve ahí, custodiado por sus propios
hombres, listo para hablar.
Decretamos una zona para sostener unas negociaciones, cumplimos con despejarla
de la
presencia de las Fuerzas Armadas, y usted la ha convertido en una guarida
de
secuestradores, en un laboratorio de drogas ilícitas, en un depósito
de armas, dinamita y
carros robados. Yo le ofrecí y le cumplí con el plazo de
las 48 horas, pero usted, y su grupo,
no han hecho otra cosa que burlarse del país.
Por eso hoy son ustedes los que tendrán que responder ante Colombia
y el mundo por su
arrogancia y su mentira.
Por esto, he tomado la determinación de no continuar con el proceso
de paz con las Farc. Este
grupo guerrillero, con sus acciones y con su actitud, se ha encargado de
cerrarle la puerta a la
solución política.
Por lo anterior, he decidido poner fin a la zona de distensión a
partir de la media noche de hoy
y he dado todas las órdenes del caso a nuestras Fuerzas Militares
para que retornen a dicha
zona, teniendo especial cuidado en la protección de la población
civil. También he reiterado la
orden de combatir en el resto del país a todos los grupos ilegales
y de realizar operaciones no
solo defensivas sino también ofensivas.
A los habitantes de la zona quiero agradecerles a nombre de Colombia su
apoyo y su
colaboración. No los vamos a dejar solos, allí continuaremos
trabajando de la mano con las
autoridades de cada uno de los cinco municipios.
Colombianas y colombianos:
Es importante que todos seamos conscientes de que la situación de
Colombia no será la de
una guerra total. No es cierto que Colombia se enfrente sólo a dos
caminos: guerra o paz. Lo
cierto es que, a pesar de la complejidad de la situación, nuestra
democracia sigue siendo
estable y sólida y nuestra economía sigue siendo considerada
como una de las más
equilibradas de la región, y así lo seguirán siendo.
Vienen tiempos difíciles, sin duda, en los que se requerirá
la unión de todo el país en torno a
sus instituciones democráticas. Nadie puede celebrar la situación
a la que nos han llevado las
Farc. Pero el país no se va a acabar ni vamos a entrar a una terrible
guerra sin cuartel.
Eso sí: tenemos que estar preparados, porque es muy posible que
se incrementen los actos
de terrorismo. Ante esto los colombianos de bien tenemos que estar unidos,
hoy más que
nunca, y tenemos que estar listos a colaborar con las autoridades y a denunciar
cualquier
conducta sospechosa. ¡La unión hace la fuerza! Olvidemos las
divisiones internas y los
conflictos pequeños y cerremos filas contra la violencia. No vamos
a dejar, de ninguna manera,
que el terrorismo nos divida. Todo lo contrario: ¡Vamos a demostrar
valor civil, a rechazar a los
violentos y a defender a nuestro país! Así lo estamos haciendo
ya todos los colombianos,
como ocurrió esta misma noche cuando nos manifestamos todos, de
forma pacífica pero
contundente, contra la violencia de los intolerantes.
Que lo sepan las Farc, que lo sepan todos los grupos que insisten en sembrar
violencia y
muerte a su alrededor: ¡Un ejercito de 40 millones de colombianos
es invencible! ¡Nunca
podrán derrotarnos! ¡Nunca, ni en sus sueños, podrán
obtener el poder por las armas, porque
aquí el poder sólo se gana en las urnas de la democracia!
Yo seguiré buscando la paz, de la mano de todos ustedes. Pero no
someteré al pueblo
colombiano a la arrogancia de unos interlocutores que dicen querer la paz,
pero que disparan
contra ella.
El libro de la paz sigue abierto y sólo se cerrará el día en que la alcancemos.
Que Dios los bendiga. Y que Dios me bendiga. Y que San Miguel Arcángel nos proteja.
Buenas noches".