Henry Agüeros Garcés
Con esta entrega comienza Henry Agüeros Garcés, ex Jefe de los Comandos de la "Operación Castigo" del Movimiento Nacionalista Cristiano (MNC) durante la etapa de "La Guerra por los Caminos del Mundo", a contar sus vivencias en la tenebrosa cárcel mexicana del Palacio Negro de Lecumberri, a donde lo llevaron sus actividades en contra del comunismo internacional.
1965. – Después del atentado, tratando de ajusticiar a un yugoslavo, que actuando bajo la fachada de corresponsal de prensa, escondía sus verdaderas actividades, que eran la de espiar a los cubanos exiliados activos en México y a los mexicanos que nos ayudaban y apoyaban en nuestros esfuerzos por llevar pertrechos y realizar ataques desde el sureste mexicano, para burlar la persecución de las autoridades norteamericanas; y de la acción en que destruimos el centro de espionaje y adoctrinamiento que llevaba el pomposo y engañoso nombre de Instituto Cultural Mexicano-Soviético, mediante un ataque con granadas de mano, el segundo y tercer viaje a México fueron un tanto difíciles ya que fue necesario llevar conmigo los explosivos. Ya nuestros contactos en México no estaban respondiendo a nuestro pedido de armas ya que los ataques a los intereses Castro-Comunistas en México habían provocado tremenda protesta del gobierno esbirro cubano.
Entré al país usando diferentes puntos de entrada ya que el Aeropuerto Internacional del D.F. estaba bajo fuerte vigilancia.
Las armas y el dinero de los pasajes fueron en parte donaciones de el pueblo cubano en el exilio. Cuando digo pueblo, me refiero exactamente a eso. A los hombres y mujeres que trabajaban en factorías y restaurantes que llegaban a nosotros con dos, tres o cinco dólares. La dama que nos trajo 3 granadas de mano. Los explosivos plásticos traídos por los tabaqueros. etc. etc. Eran días de escasez y sacrificios. Trabajábamos en lo que podíamos para la causa. Aun recuerdo llegando a mi cuarto después de 8 horas en la Compañía de la Pepsi-Cola adolorido. Después las horas de reuniones con mis compañeros del MNC, discutiendo y revisando planes, buscando la manera donde y como le podíamos asestar un golpe a la Tiranía.
Para pasar armas por los aeropuertos de dos países se necesitaba llevar muy dentro del corazón la causa de Nuestra Cuba. El Escambray estaba ardiendo y los países "amigos" nos habían dado las espaldas. La causa de Cuba Libre ciertamente ardía en los corazones nuestros.
Mi última entrada a México fue por un punto en el Sur del país. Las granadas iban en mi equipaje de mano. Cada vez que los inspectores de inmigración abrían esa maletica, yo sudaba la gota gorda. En el punto de entrada de ese puerto sureño de México los inspectores eran tan descuidados que estaba tirando las maletas de mano a un lado después de revisarlos. Yo esperaba volar con ellos y los demás pasajeros en la aduana en cualquier momento. Hoy me río, pero en aquel entonces sabiendo lo que llevaba en ese maletín....ya podrán figurarse.
La llegada a Ciudad México y los acontecimientos que ocurrieron después y que condujeron a mi captura, ya son conocidos. La Prensa Mexicana reportó los hechos a su manera y últimamente he leído los comentarios de un sujeto que según él se salvó por milagro.
La realidad de los hechos fue que en las acciones del MNC, NUNCA se perdió una vida inocente de un tercer país, porque por instrucciones directas de nuestro Jefe Nacional Aldo Rosado-Tuero, cumpliendo las directrices adoptadas por el Consejo Director Nacional del Movimiento, había que aplicar la acción directa, o lo que es lo mismo, el ataque había que producirlo de cuerpo presente. Nada de colocar bombas con mecanismo de relojería para que explotasen después. Nada de terrorismo indiscriminado. Sólo se trataba de darle al enemigo una taza de su propia medicina, sin causar víctimas inocentes.
El día amaneció lluvioso. Esto ayudaría que hubiera menos gente en la calle. Esa noche se llevaría a cabo el atentado al periódico "El Día", boquilla del régimen castrista en México, que recibía grandes cantidades de dinero para desprestigiar a los enemigos de la dictadura cubana, con sus mentirosos y amañadas informaciones sobre la tiranía y sus enemigos..
Me estacioné cerca esperando el momento oportuno para poner fuera de acción las máquinas de imprenta que se encontraban en los bajos del edificio, detrás de un parqueo cubierto. Debido a la cantidad de gente que entraban y salían de esa área tuve que cambiar de táctica. Era de suprema importancia que no hubieran víctimas inocentes.
En el primer intento lancé la granada que cayó justamente debajo de la imprenta. No alejamos del lugar contando los segundos. Pasaron, 5. 10, 15 segundos y me di cuenta que la granada era un "Dud". No estalló.
Ante esta circunstancia había dos alternativas: abortar la misión. O volver a intentarlo, con el riesgo de que ya en los talleres estuvieran alertados. Me decidí por la última, pero le di la orden a los otros dos comandos, de que se retiraran inmediatamente y trataran de salir del país lo antes posible. No podía poner en riesgo sus vidas y su libertad, por mi empecinamiento de no abortar la misión. Caminé la vuelta a la cuadra y esperé una segunda oportunidad. Cuando se presentó, le quité la espoleta a la granada, y tiré la segunda granada que cayó en el mismo lugar pero con la mala suerte que empezó a rodar. Si no estallaba en la plataforma donde se encontraba el equipo, lo haría cerca del auto estacionado justamente debajo donde estaba la imprenta.
A poco pasos del lugar mientras me alejaba sentí el estallido y la fuerza de la explosión me tiró al pavimento sin causarme daños. Llegue hasta la Avenida donde le hice señas a un taxi que se detuvo. El conductor se congeló de miedo cuando divisó a unos policías, que, pistolas en mano gritaban: ¡ALTO!......¡ALTO!.... mientras yo salía por la puerta al otro lado del taxi con intenciones de perderme entre la muchedumbre que ya se estaba formando. No tuve éxito. Me detuvieron, arrojándome al pavimento. Uno de los policías con sus pies sobre mi cabeza mientras dos o tres más me sujetaban el cuerpo.
Desde ese momento las cosas sucedieron rápidamente. Recuerdo el sonido de sirenas de carros patrulleros y bomberos. No recuerdo que tiempo estuve en el pavimento. Se acercó un carro que supongo era de la Seguridad De Estado donde me metieron, llevándome a un edificio donde, después de subir unas escaleras interiores me empujaron dentro de un cuarto mediano. Allí me desnudaron, rebuscando todo lo que tenía puesto. Me quitaron el Rosario que llevaba sobre el cuello y lo desmantelaron buscando no sé qué.
Entonces me sentaron en una silla y de repente sentí un fuerte golpe a la cara.
Las primeras preguntas eran fácil de responder . ¿Dónde me estaba quedando? Le dije el hotel. ¿Donde estaban las demás armas? No hay más fue mi respuesta . Otro golpe.
¿Quiénes son tus contactos.......quién te ayudó a conseguir los explosivos? Nadie, los traje conmigo. Otro Golpe.
Los golpes que más dolían eran las palmas abiertas a los oídos. Fueron tantos que los oídos me timbraron por días
Dentro del cuarto había un puerta que abría a lo que parecía ser un cuartico de baño.
Me arrastraron allí y vi que el "Trono" estaba lleno de feces humanas y orine mezclado con agua. Preguntándome si tenía ganas de usar la letrina, me dieron un golpe a los pies causándome a perder el balance. Cuando caí, me metieron la cabeza en esa basura humana.
¿Cómo conseguiste los explosivos? ¿Quiénes son los contactos?
¿Dónde están las demás armas?
No sé que tiempo duro el interrogatorio.
Cuando se cansaron de eso y después de dos o tres cubos de agua a la cara me sentaron de nuevo en la silla del cuarto más grande.
Me di cuenta que tenían la maleta que había dejado en el hotel.
Después de verlos inspeccionar cada detalle y artículo en esa maleta me di cuenta de un error mío: Había dejado en mi pasaje de regreso el primer nombre y teléfono de una persona que había conocido en mi primer viaje a ese país. Persona que nada tuvo que ver con las acciones en México.
Una de las preguntas.......¿Por qué esta acción contra México?
Mi repuesta......Estas no fueron acciones en contra de México. Estas son acciones a los intereses del gobierno castro-comunista en México. Un gobierno que le niega los derechos humanos al pueblo cubano después de perpetrar una horrible traición a ese mismo pueblo.
Entonces venían las acusaciones que nosotros del MNC y las demás organizaciones éramos pagados por el CIA, agentes de Batista, etc.etc.. Nada más lejos de la verdad, por lo menos en lo que se refería nuestro movimiento.
Continuará.........."Me presentan a la Prensa Mexicana." (Nota de N.A. precisamente el día 31 de diciembre de 1965, Henry Agüeros fue sentenciado por este hecho que relata, y por la destrucción del Instituto Mexicano-Soviético)