Réplica a la reseña de Alina Martínez Triay

por el Dr. Antonio de la Cova

  La reseña de Alina Martínez Triay en Trabajadores, el 21 de julio de 2008, sobre mi libro The Moncada Attack: Birth of the Cuban Revolution (University of South Carolina Press, 2007) está basada en refutar mis conparecencias el año pasado ante varios programas de televisión en Miami, los cuales se pueden ver en YouTube.

Programa Detrás de la Noticia con Ambrosio Hernández, Telemundo Canal 51, Miami, julio 21, 2007

Programa A Mano Limpia con Oscar Haza, Canal 41, Miami, julio 25, 2007

Programa Última Palabra con Ninoska Pérez Castellón, GENTV, Miami, julio 26, 2007

Es evidente que la escritora no ha leído mi libro escrito en inglés.
 El artículo repite la trillada línea oficial en La Historia Me Absolverá de que la venganza contra los rebeldes detenidos comenzó en la tarde del 26 de julio cuando llegaron órdenes de La Habana de matar a diez presos por cada militar que murió durante el ataque al cuartel Moncada. Esto no es cierto, ya que entre las 9 y 11 AM habían ejecutado en el campo de tiro del cuartel a 34 rebeldes capturados y regaron sus cadáveres por los predios para hacer lucir que murieron en combate. Los oficiales que dieron la orden de matar a los presos, quienes yo identifico como el comandante Andrés Pérez-Chaumont, los tenientes Teodoro Rico, Luis Gamboa, Antonio Barquet Aguiar, el sargento René Caso Pérez, y otros, actuaban bajo órdenes del coronel Alberto del Río Chaviano. Señalo que el soldado Manuel Avila Sánchez fue quien asesinó a José Luis Tasende y describo como Tasende fue capturado y ejecutado. No soy apologista del sargento Eulalio "El Mulo" González, pero todos los demás militares que entrevisté no lo implicaron en los asesinatos, aunque sí nombraron a los soldados que participaron en la masacre. La esposa de González me dijo privadamente, según relato en mi libro, que el 1 de enero de 1959, él quería entregarse porque no mató a nadie. Ella lo convenció para que se asilara en una embajada. Los verdaderos asesinos de los presos se mantuvieron callados mientras el oprobio le cayó a González. Todo lo explico en mi libro detalladamente. En el Moncada ningún militar esperó hasta por la tarde para tomar represalias contra los presos y hubo muchos militares dignos, como el comandante Rafael Morales, que no participaron en eso.
  Alina Martínez no reconoce que el cadáver que ella menciona con "una venda en la pierna derecha sobre trece heridas de bala diseminadas por la cara antero-posterior de la pierna derecha" Nito Ortega, quien yo describo como fue herido por una escopeta de perdigones que se disparó cuando un rebelde la lanzó al piso tras regresar a la finca Siboney. También relato como el soldado José Olivares, quien compareció ante el programa de Oscar Haza conmigo, vió cuado un rebelde herido gravemente en la pierna, era llevado al campo de tiro para rematarlo mientras el prisionero daba gritos. Aparentemente era Nito Ortega.
   La otra defunción citada por Martínez, de un cadáver que tuvo la "pérdida total de la primera falange del dedo pulgar de la mano derecha," es casi seguro que fue una herida de bala. Lo que no se puede determinar si fue en combate o en un tiroteo cuando lo capturaron. Sin embargo, estos detallados informes forenses que ella cita, que fueron reproducidos en el libro de Marta Rojas, La generación del centenario en el Moncada (1964) no mencionan a nadie que le extirparon los ojos, los testículos, u otros órganos. Tampoco señalan a un cadáver sin dientes, como dijeron Melba Hernández y Haydée Santamaría que presenciaron a Raúl Gómez García sin dientes. Haydée testificó en el juicio posterior sin ser coaccionada. Sin embargo, bajo juramento ella no repitió los alegatos de que le arrancaron los dientes a Gómez, o que le enseñaron los testículos de Boris Luis Santa Coloma, o el ojo (como primero dijo posteriormente) o los ojos (como luego dijo) de Abel. Me sorprende que la escritora no mencionó estas torturas que son parte esencial del mito revolucionario.
  Estoy convencido que esta señora no leyó mi libro, ya que tampoco menciona que entrevisté a 14 rebeldes. Aunque afirma "la mentira de que los asaltantes habían acuchillado a sus prisioneros," no menciona que soy el primer historiador que desmintió esa versión con el testimonio de los médicos militares que atendieron a los heridos. Muchas de las entrevistas sobre lo cual está basada mi obra se pueden escuchar en
http://www.latinamericanstudies.org/entrevistas.htm
 La nuevas generaciones lo que tienen que investigar más a fondo es lo que realmente sucedió el 26 de julio de 1953 y los días posteriores, sin acudir a la trillada retórica propagandista. Tendrán la posibilidad de hacerlo cuando suceda un cambio de régimen en Cuba y se revelen todas las fotos que tomó el Servicio de Inteligencia Militar (SIM) de los cadáveres de los rebeldes que atacaron el Moncada. Entre ellas debe estar, si no la han destruído, la foto del cadáver de Abel Santamáría sin faltarle los ojos. Hasta ahora, el régimen castrista ha publicado fotos de otros rebeldes muertos durante el ataque, pero jamás la foto de Santamaría.