Un importante libro sobre el Moncada
Por Marcos Antonio Ramos
La Universidad de Carolina del Sur acaba de publicar en lengua inglesa un nuevo libro sobre el asalto al Cuartel Moncada, del cual se cumplieron 54 años esta semana. El título es “El Ataque al Moncada: Nacimiento de la Revolución Cubana” y el autor el doctor Antonio Rafael de la Cova, historiador cubano que nos tiene acostumbrados a estudios serios y profundos como una obra anterior acerca de Ambrosio José González, lugarteniente de Narciso López y padre del famoso diplomático y periodista estadounidense, el “Mister González” (William Elliot González) ministro de su país en Cuba durante el gobierno del general Menocal. De la misma manera que consideramos hace años el libro sobre González como la obra definitiva sobre el personaje, nos parece que lo mismo pudiera suceder con este estudio sobre el Moncada.
Una ventaja de la investigación realizada por el doctor de la Cova es que escribe sobre un hecho acontecido hace medio siglo, lo cual le permite intentar alcanzar un alto grado mayor de objetividad, dentro de lo posible. Pero también le acompaña otro factor, el de haber dedicado alrededor de 30 años a la investigación. Además de todas las fuentes primarias y secundarias disponibles, el historiador ha utilizado un número increíble de entrevistas con protagonistas, familiares y personas con datos sobre la cuestión, lo cual nunca permite tener una imagen exacta, por la variedad de opiniones y por las inevitables simpatías y antipatías de cada persona, pero le ha permitido alcanzar una extraordinaria aproximación a los hechos, hasta el punto que, como ya afirmamos, sirve también para acercar su esfuerzo a la condición de trabajo definitivo.
No creemos se trate, en modo alguno, de una obra tendenciosa, mucho menos de una apología o un panfleto. Nada de eso. La investigación arroja un resultado en el cual se evidencian aspectos que necesariamente afectan a ambos bandos, responsables de muchas acciones desagradables, pero contribuye, con evidente maestría, a echar abajo mitos y exageraciones que han sido expuestos y resaltados en los últimos cincuenta años. El ataque al Moncada, muy criticado por cierto, no sólo por los voceros del gobierno que presidía el mayor general Fulgencio Batista, sino también por la dirección nacional del Partido Socialista Popular, que a falta de diario oficial –cerrado precisamente por la administración de Batista- utilizó el viejo periódico comunista “Daily Worker” en Estados Unidos para dar a conocer su fuerte oposición a los acontecimientos del 26 de julio de 1953. Línea de pensamientos que después sería gradualmente modificada hasta llegar a la alianza del comunismo criollo con elementos dirigentes de la revolución castrista en 1958.
El historiador llega a conclusiones sumamente interesantes, pues a pesar de ciertas arbitrariedades que reconoce en los defensores del Moncada y la fuerza pública, se enfrenta a muchas exageraciones y acusaciones de tortura sistemática que se les atribuye, sin que esto signifique necesariamente que no se haya practicado en algunos casos. Existe una larga historia universal de represión a actos de violencia como los intentos de toma por sorpresa de cuarteles y bastiones militares o manifestaciones públicas fuera de control. Ni siquiera Estados Unidos puede presentar un expediente totalmente limpio en esas cuestiones. Lamentablemente, la violencia trae violencia. Esa ha sido una vieja realidad entre los cubanos y lo curioso es que todo el mundo afirma ser el bueno de la película. Claro que no se trata de un problema cubano, es simplemente otro capítulo de la condición humana. ¿Hemos acaso olvidado las películas de vaqueros e indios de nuestra infancia y juventud?
Aun los que no hemos participado de ninguna revolución podemos reconocer que en esas actividades hay idealistas muy respetables y también personas con valor personal, lo cual en una vieja tradición de los mejores guerreros conducía al respeto por el adversario, pero siempre será necesario aclarar algo que no puede ser pasado por alto, la absoluta necesidad de escuchar las versiones de ambos bandos. Por mucho tiempo, en Cuba y otros sitios, se escuchó solamente al bando vencedor del primero de enero de 1959. Ha llegado el momento de escucharlo todo sin dejar que prevalezcan las pasiones, independientes que deben respetarse eternamente los sentimientos de colegas, familiares y amigos de aquellos que perdieron la vida y que tienen todo su derecho a quejarse. Precisamente, uno de los muchísimos valores de este monumental esfuerzo de un historiador tan riguroso como el doctor de la Cova es que no se trata del guión de una producción cinematográfica ni tampoco de un libro de propaganda. Es el resultado de una investigación, que no pretende ser perfecta, pero que llena absolutamente todos los requisitos que se exigen a un trabajo de esta naturaleza. No intentamos con un artículo dominical hacer una amplia reseña de un voluminoso, documentado y profundo texto de historia que merece un análisis pormenorizado. Pero nos atrevemos a afirmar que, independientemente de detalles e interpretaciones, esta gran obra de investigación histórica quedará en pie cuando los mitos y exageraciones de cualquier bando hayan desaparecido.
Para nosotros mismos, el 26 de julio de 1953 será siempre una fecha luctuosa porque perdimos en el Moncada a un médico que contribuyó a salvar nuestra propia vida de una enfermedad infantil. Lo decimos a pesar de no simpatizar con su causa, que trajo graves calamidades a nuestra familia como a tantas otras. Así es la vida. Nos limitamos, pues, a saludar una gran contribución al estudio de la triste historia contemporánea de nuestra amada tierra natal, sometida a terribles crisis y a pasiones desenfrenadas. Y reconocemos al doctor de la Cova por añadir a su largo expediente de historiador responsable otro aporte significativo. Mañana, lunes 30 de julio, el libro será presentado en la Casa Bacardí del Instituto de Estudios Cubanos y Cubanoamericanos de la Universidad de Miami, 1531 Brescia Avenue, a las siete de la noche.