PABLO ALFONSO
El Nuevo Herald
Fidel Castro parece dispuesto a volver a las andadas en Venezuela.
Esta
vez no se trata de desembarcos de militares cubanos en las costas
venezolanas, como el efectuado en la década de los 60
en Machurucuto,
para derrocar al presidente Rómulo Betancourt, elegido
en las urnas
democráticamente. En esta ocasión la intervención
parece ser más
sofisticada.
El arresto de dos presuntos espías cubanos el jueves en
el Aeropuerto
Internacional de Caracas es un síntoma de que el Comandante
en Jefe no
ha olvidado sus objetivos estratégicos en la patria de
Simón Bolívar.
Según fuentes de la policía política venezolana
(DISIP) citadas por el
diario caraqueño 2001, los cubanos, identificados como
Hernán Joel
Veloso y Caridad Modeja González, fueron detenidos tras
arribar en el
vuelo 310 de Cubana de Aviación procedente de La Habana.
Ambos
portaban cédulas de identidad y pasaportes falsos. La
pareja declaró
que habían viajado a Venezuela ``a asesorar a un prominente
político''.
No creo descabellado suponer que ese ``prominente político''
al que
Castro quiere respaldar sea al ex militar golpista Hugo Chávez
Frías.
El ex teniente coronel, organizador del llamado Movimiento Militar
Bolivariano, que intentó derrocar en 1992 mediante un
sangriento golpe
militar al presidente electo Carlos Andrés Pérez,
no es ajeno al
movimiento subversivo pro castrista en la región.
Es significativo que la fecha escogida por Chávez para
la intentona
golpista fuera el 4 de febrero, el mismo día en que 30
años atrás se
publicara la llamada Segunda Declaración de La Habana.
Bajo la
inspiración del Ché Guevara, ese documento sirvió
de plataforma
programática al movimiento guerrillero latinoamericano.
Las simpatías procastristas del movimiento lidereado por
Chávez pueden
encontrarse en dos libros titulados Por Ahora y Maisanta en caballo
de
hierro, escritos semanas después del golpe por los periodistas
venezolanos Gustavo Wanloxten, Iris Castellanos y Eduardo Delpretti.
Una frase del capitán Darío Arteaga Páez,
jefe de los sublevados en la
Base Blindada de Valencia, citada en Maisanta, es un ejemplo
típico de
consigna castrista.
``Patria o Muerte'', respondió Arteaga al general Fernando
Ochoa
Antich, ministro de Defensa, cuando éste lo comminó
a rendirse.
Chávez fue recibido personalmente por Castro cuando viajó
a La
Habana el 14 diciembre de 1994: ``Nunca fue más oportuno
y digno que
ahora llegar al aeropuerto a recibir a un visitante como Chávez'',
declaró
Castro a la prensa entonces.
El entusiasmo castrista por Chávez tiene su origen en los
contactos del ex
coronel golpista con los grupos guerrilleros Ejército
de Liberación
Nacional y Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, según
datos
de inteligencia proporcionados al gobierno de Venezuela en 1994
por el
Departamento de Administración de Seguridad (DAS) de Colombia.
Según fuentes colombianas citadas por la revista Semana
de Bogotá, el
primer contacto de Chávez con el ELN se produjo en enero
de 1992, un
mes antes de su intentona golpista.
El petróleo venezolano es un buen incentivo para motivar
el respaldo de
La Habana a Chávez. Además, el ex militar golpista
sería un importante
aliado de Castro en la región. No hay que olvidar que
cuando llegó a La
Habana, Chávez declaró:
``Me siento contento de estar en Cuba, donde si se respira el
sueño
bolivariano auténtico''.
Copyright © 1998 El Nuevo Herald