Caldera deja un país irritado y empobrecido
CARACAS -- El octogenario presidente venezolano Rafael Caldera entregará
al
sucesor que resulte electo el próximo domingo un país irritado,
con un oscuro
panorama económico y un orden institucional en precario equilibrio.
La calidad de vida de los venezolanos, que al menos desde que comenzó
esta
década ha venido empeorando progresivamente, se agravó aun
más a causa de la
brusca caída, a niveles sin precedentes, del precio del petróleo,
la casi exclusiva
fuente nacional de recursos.
Caldera, que ya había sido presidente de 1969 a 1974, ganó
con sólo el 30 por
ciento de los votos las elecciones e inició su quinquenio presidencial
en febrero de
1994 con la idea de restablecer el orden institucional.
Las dos intentonas golpistas de 1992 y la crisis que condujo en 1993 a
la
destitución del entonces presidente Carlos Andrés Pérez,
para afrontar un juicio
por presunta corrupción, había dejado maltrecha a la democracia
venezolana.
En el orden político, Caldera procuró apaciguar a las Fuerzas
Armadas con el
sobreseimiento de unos 120 militares que estaban procesados o en exilio
por su
participación en las intentonas golpistas, y logró que el
primer partido del país,
Acción Democrática (AD), le diera un respaldo suficiente,
durante toda su
gestión, para garantizar la gobernabilidad.
Los portavoces oficiales esgrimen como principal logro de Caldera la estabilidad
institucional, pero el país se encuentra dividido en dos mitades
por las elecciones
presidenciales del próximo domingo y hay posibilidad de un salto
al vacío si gana
Hugo Chávez, el militar que en 1992 intentó derrocar a Carlos
Andrés Pérez.
Los especialistas sostienen que Caldera condujo la economía de manera
"errática"
y que su empeño en mantener un modelo popular hizo perder dos años
en los
que, para empeorar las cosas, naufragó el 60 por ciento del sistema
bancario con
un costo de 7.000 millones de dólares.
Ese "crack" bancario causó profundos traumas, puso en fuga a más
de un
centenar de propietarios y gerentes de bancos y se alegó que su
trasfondo era
político ya que Caldera se empeñó en pasarle factura
a unos banqueros que no le
eran afectos, pero erró en sus cálculos al dejar que un severo
problema de falta
de liquidez se convirtiera en una crisis de insolvencia.
Con el país bajo "el estado de emergencia financiera", el mercado
cambiario
sometido a control oficial, lo mismo que los precios, la insostenible situación
obligó a desamarrar el mercado monetario, a liberar las tasas, generalizar
el
impuesto a las ventas y subir el precio de los combustibles.
Los estragos de la crisis bancaria y del modelo populista fueron tan grandes
que
Caldera tuvo que romper solemnes promesas políticas y acudir al
Fondo
Monetario Internacional (FMI).
Una buena parte de la recuperación de la confianza se debió,
sin embargo, al
manejo del timón económico por el ex guerrillero y líder
socialista Teodoro
Petkoff, desde el ministerio de Planificación, algunas inversiones
imprevistas y la
venta del 49 por ciento de las acciones de la telefónica nacional
que estaba en
manos del Estado.
La reactivación económica comenzó a dar señales
en 1997 y a mediados de ese
año se completó el proceso de asociación para la explotación
petrolera de
compañías extranjeras con la estatal PDVSA, que dejó
las puertas abiertas al
capital privado -salvo que el próximo presidente las cierre- en
un sector que lleva
20 años estatalizado.
Caldera deja tras de si una estela de inflación durante su quinquenio
del mil por
ciento, el precio del dólar estadounidense seis veces más
alto y peores
indicadores de bienestar social que cuando él asumió el poder.
La calidad de los sistemas educativo y sanitario ha retrocedido a niveles
de los
años 60, enfermedades que se creían erradicadas han repuntado
y la pobreza
afecta a más del 80 por ciento de los casi 23 millones de habitantes.
La vertiginosa caída en 1998 del precio del petróleo, del
que Venezuela depende
casi con angustia, pone una densa sombra en el futuro inmediato del país
para
repuntar de la crisis.
Petkoff y su colega de Hacienda, Martiza Izaguirre, han anticipado que
el próximo
presidente encontrará una economía agotada por la abrupta
bajada del precio del
crudo pero también por la paralización de la actividad productiva,
que se ha
reducido en un 60 por ciento, y la previsión de una fuerte presión
social.
Venezuela tendrá un déficit fiscal en 1999 de 5.000 millones
de dólares y
recomienda austeridad extrema en el gasto, mayor recaudación tributaria
y acudir
al crédito internacional, lo que está condicionado a un arreglo
con el FMI.
Caldera no logró durante su mandato implantar la seguridad jurídica
y personal
que los inversores reclaman, y tampoco pudo llevar adelante la privatización
del
sector estatal del aluminio por la incertidumbre electoral en su país
y eliminar,
como quería los potenciales compradores, los grandes pasivos financieros
y
sociales que tienen esas empresas públicas.