La dicotomía de la revolución bolivariana
DANIEL SHOER ROTH / El Nuevo Herald
CARACAS
Lo acusan, por un lado, de ser comunista, dictador y autócrata. Por el otro, de ser capitalista, neoliberal y hasta traidor de su propia revolución.
Desde que estableció la V República, Hugo Chávez
Frías visitó a Fidel Castro, Saddam Hussein y Moamar Gadafi,
se definió como maoísta y firmó acuerdos de
cooperación militar con Rusia. Sin embargo, suscribió
un tratado de doble tributación con Estados Unidos y se puso un
sombrero tejano para inaugurar una planta de explotación petrolera
binacional.
El presidente ha culpado al neoliberalismo como el principal causante
de la pobreza en su país. No obstante, ha abierto las industrias
de gas, telecomunicaciones y
electricidad a inversionistas extranjeros, y ha implementado
políticas económicas ortodoxas elogiadas por el Fondo Monetario
Internacional.
Chávez prometió abolir la corrupción, pero
su propio hermano Argenis fue denunciado de presuntos cobros ilícitos
de comisiones en el estado Barinas, entre otros
escándalos que han involucrado a miembros de su gobierno.
A dos años y medio de iniciada la Revolución Bolivariana,
los venezolanos se muestran confundidos frente a la dicotomía que
existe entre lo que el presidente dice y
hace, entre su prosa incendiaria y sus políticas conservadoras.
``En Venezuela hay una sensación generalizada de incertidumbre
que le da a la gente más lúcida la impresión de que
este es un país que está a la deriva'', señaló
el
historiador y pensador venezolano Manuel Caballero. ``Nadie sabe
hacia dónde va''.
``Chávez sabe utilizar la retórica para mantener tranquila a la población mientras aplica políticas ortodoxas'', agregó Janet Kelly, jefe del centro de políticas públicas del Instituto de Estudios Superiores de Administración (IESA). ``El está avanzando con inteligencia maquiavélica''.
Con un 60 por ciento de apoyo entre la población y en medio de un ambiente de permanente confrontación con quienes se le oponen, Chávez está comenzando a poner en práctica lo que ha definido como su ``Proyecto Revolucionario'' contenido en la nueva Constitución, afirmaron sus más cercanos asesores en entrevistas con El Nuevo Herald.
``Su idea es utilizar un capitalismo proteccionista para generar equilibrio social'', dijo Tarek William Saab, presidente de la Comisión Permanente de Política Exterior de la Asamblea Nacional.
El presidente de la Comisión de Finanzas, Alejandro Armas, agregó: ``Los próximos pasos son reducir el gasto público, reformar la administración del Estado, llevar a cabo una reforma tributaria para incrementar ingresos, y reactivar el aparato productivo''.
Pero a mediados de su tercer año de Revolución, el pueblo continúa hambriento. La caída en el ingreso del venezolano es la más fuerte de los últimos 50 años, señala un informe sobre desarrollo humano publicado este mes por las Naciones Unidas. El desempleo asciende a 15 por ciento y la mitad de aquellos que están empleados laboran en el sector informal. Los índices de pobreza continúan críticos, y la violencia delictiva, que deja centenares de muertos cada mes, ha aumentado 80 por ciento desde 1998.
Los defensores del régimen argumentan que el gobierno ha detenido la caída en picada en la que estaba el país y confían fielmente en que el presidente lo hará florecer. Los opositores afirman que Chávez no ha hecho nada y que las variables macroeconómicas han mejorado debido al fuerte aumento de los ingresos petroleros.
Así, el panorama venezolano se presenta como un país
dividido en dos con un presidente que busca la institucionalización
de la Revolución en forma improvisada,
afirman analistas políticos.
El problema, coinciden muchos, lo presenta el mismo Chávez.
``El es muy conflictivo, no le echa plomo a la Asamblea porque no puede'',
comentó una empleada
administrativa de la Asamblea Nacional. ``Un día le echa
plomo al MAS, otro día al MVR y al siguiente, los ama a todos''.
Chávez, quien forjó una nueva Constitución y un nuevo Congreso --y ahora está considerando buscar más poderes de emergencia-- posee un estilo de confrontación muy agresivo que lo ha llevado a rivalizar con diversos sectores de la sociedad venezolana, desde la Iglesia y los medios de comunicación social, hasta los sindicatos y los educadores. En cada una de las querellas sus opositores se han rebelado y el presidente no ha conseguido su cometido enteramente.
``El ha asumido su juego en este proceso de cambio como un juego
de guerra, ve amigos y enemigos; pareciera concebir la política
como una batalla'', opinó Miguel
Angel Capriles López, presidente de la Cadena Capriles,
un conglomerado de medios que ha sido agredido verbalmente por el presidente
en transmisión nacional.
Su retórica, barnizada con elementos marxistas, ha propiciado,
según analistas, que la inversión nacional e internacional
se contengan, a pesar de que las condiciones
económicas se presentan buenas: un crecimiento del PIB
para este año estimado en 4 por ciento, inflación del 12
por ciento (la más baja en años) y nueva legislación
que promueve seguridad jurídica.
``El elemento clave que deteriora el panorama económico es el ruido político, el cual lamentablemente no podemos obviar'', dijo en un seminario reciente el presidente de Citibank en Venezuela, Philip Henríquez. En mayo, Chávez amenazó con forzar a los bancos del país a bajar las tasas de interés. La incertidumbre también ha impulsado una fuerte fuga de divisas estimada en $2,000 millones entre enero y mayo de este año, según informes de prensa.
Acerca de los comentarios apasionados de Chávez, el diputado Saab explicó: ``Aquí hay un desbordamiento de la libertad de opinión. El presidente está ejerciendo el derecho de réplica ante los ataques que recibe. A pesar de la dureza del debate, en Venezuela no ha habido preso político ni medio censurado''.
No obstante, a mediados de junio el Tribunal Supremo de Justicia emitió la sentencia 1,013 que norma los derechos a la libertad de réplica, lo que para Teodoro Petkoff, fundador del partido MAS y director del vespertino Tal Cual, ``podría ser utilizado por el gobierno para restringir la libertad de expresión''.
En el campo político, Chávez se dirige hacia la estabilización de su poder, indicó Petkoff. Habiéndose distanciado un poco del Movimiento Quinta República MVR, el presidente ha resucitado el Movimiento Bolivariano Revolucionario MBR-200 y ha exhortado a organizar círculos bolivarianos ``en cada esquina'', las nuevas células que según él defenderán la Revolución.
Tanto en ambas fuerzas políticas como en la población que lo apoya, la definición de los círculos continúa siendo un enigma. Los críticos han visto en éstos similitud a los Comité de Defensa de la Revolución cubanos, alegaciones que el gobierno ha negado.
Mientras tanto, Chávez, que tanto ha hecho referencia a su Revolución pacífica, sigue asustando a parte de la población cuando afirma que de ser necesario respaldará ``una Revolución con armas''.
Al respecto, Ibsen Martínez, un prominente comentarista, concluye: ``Poca gente ha entendido que Chávez ladra y no muerde''.
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