La Semana Santa no ablanda el rigor de la Iglesia contra Chávez
Agence France Presse
CARACAS
La Iglesia Católica venezolana mantuvo una postura de confrontación
con el gobierno del presidente Hugo
Chávez, aunque sin mencionar el nombre del mandatario, durante los
actos litúrgicos de este Miércoles
Santo, Día del Nazareno, y el de mayor devoción por parte
de la feligresía local.
En la tradicional homilía de la fecha en la céntrica Iglesia
Santa Teresa, el arzobispo de Caracas, cardenal
Ignacio Velasco, pidió al Nazareno que ''salves a la Iglesia'' y
aseguró que aquellos que ''la odian, la
desprecian o la insultan [...] no prevalecerán'', en abierta alusión
a la pugna que mantienen con el presidente Chávez.
Los roces entre Chávez y la alta jerarquía de la Iglesia
Católica comenzaron desde que el mandatario
asumió el poder, en febrero de 1999, y uno de sus primeros capítulos
fueron los enfrentamientos con
los monseñores Baltazar Porras, actual presidente de la Conferencia
Episcopal, y Roberto Luckert,
arzobispo de la occidental ciudad de Coro.
En un tono aún no tan beligerante primero, Porras criticó
entonces el uso del lenguaje bíblico en el
discurso de Chávez, que constantemente parafraseaba a la Biblia
diciendo ``el que tenga ojos que
vea, el que tenga oídos que oiga''.
Chávez respondió rechazando sus críticas y llamándolo '`adeco' [socialdemócrata] con sotana''.
Entonces emergió el monseñor Luckert con declaraciones más abiertas.
Chávez ''parece un guapetón de barrio, siempre anda buscando
con quién pelear; primero fue con los
partidos, después con el Congreso y la Corte Suprema de Justicia
y ahora es con el Consejo Nacional
Electoral'', afirmó Luckert en mayo de 1999.
Luckert también criticó la promoción que hizo el mandatario
de sus candidatos a la Asamblea
Constituyente, que redactó la nueva Constitución aprobada
a finales de 1999, lo acusó de hacer
''demagogia barata'' y propiciar el enfrentamiento político dejando
de lado los problemas sociales.
''Lo escogimos para que nos gobierne como un civil y no como un militar'', fustigó el cura.
''Habrá que hacerles un exorcismo para que el diablo que se les
metió se les salga de debajo de la
sotana'', respondió Chávez entonces.
Los enfrentamientos, que se suscitan de tanto en tanto, han sido aliñados
con incidentes con
organismos de seguridad del Estado, procesos por presunta corrupción
de prelados, amenazas para
cesar concesiones a la Iglesia y encuentros frustrados entre la alta jerarquía
eclesiástica y el
mandatario.
Dos agentes de la Dirección de Inteligencia Militar (DIM) visitaron
entonces la emisora Radio
Guadalupana que dirige la Iglesia en Coro y tiempo después un miembro
de la Policía Política (Disip)
grabó una actividad del monseñor Porras en la andina Mérida.
El ministro del Interior de entonces, Ignacio Arcaya, pidió disculpas
a Luckert y el director de la Disip,
Eliezer Otaiza, destituyó a los efectivos que grabaron a Porras,
asegurando que lo hicieron por su
cuenta.
''Pareciera que el presidente tiene la intención de crear una Iglesia
paralela, chavista'', declaró en una
ocasión el subsecretario de la Conferencia Episcopal Venezolana,
padre Pedro Freites, y lo cierto es
que algunos sacerdotes participan abiertamente en actos de Chávez
y defienden en sus declaraciones
la ``revolución bolivariana''.
Chávez se confiesa ferviente ''católico, apostólico
y romano'', como más del 90 por ciento de los 23
millones de venezolanos, pero la prensa recientemente reflejó una
confusión de palabras suyas en las
que habría admitido ser evangélico. Un grupo de la comunidad
evangélica lo apoyó abiertamente
durante su campaña electoral.