Reino Unido, Uruguay, Brasil e Italia informantes CIA crisis misiles
Por Laura Weffer Cifuentes
Londres -- Los principales informantes de los servicios secretos estadounidenses
(CIA) en Cuba durante la crisis de los misiles de 1962 estaban en las embajadas
del Reino Unido, Uruguay, Brasil e Italia, según el ex funcionario
del Gobierno de
la isla Domingo Amuchastegui.
En un artículo publicado en la revista británica "Intelligence
and National Security",
Amuchastegui, que desempeñó distintos cargos relacionados
con los servicios
secretos de La Habana, revela muchas de las "intimidades" del Gobierno
cubano
durante la crisis, que mantuvo en vilo a la humanidad durante 48 horas.
Amuchastegui relata cómo el dictador, Fidel Castro, daba prioridad
a los informes
del Gobierno soviético aun cuando se encontraran en clara contradicción
con los
de los servicios secretos cubanos, que no consideraban la posibilidad de
una
invasión estadounidense.
Los informes soviéticos "sugerían" que se vigilara de cerca
los movimientos de los
representantes diplomáticos británico, brasileño,
uruguayo e italiano porque tenían
estrechos lazos con los servicios de inteligencia de Estados Unidos.
Otras de las conclusiones a las que habían llegado los soviéticos,
según
Amuchastegui, apuntaban hacia la intención estadounidense de matar
a Fidel
Castro, a la "inminencia" de una invasión a la isla y la necesidad
de defender a
Cuba con un gran despliegue de armamento soviético.
De este despliegue sólo tenían información las élites
políticas de ambos países,
pues ni siquiera los servicios secretos sabían que a partir de mayo
42.000
hombres, misiles y cabezas nucleares habían desembarcado en Cuba.
Una de las mayores sorpresas para Amuchastegui durante el desarrollo de
la crisis
es que el Gobierno de los Estados Unidos no se hubiera percatado del despliegue
militar en Cuba.
"Existen dos posibilidades: o que Kennedy lo supiera y que guardara la
información por razones estratégicas o que los agentes de
la CIA fueran unos
verdaderos incompetentes", explica.
El 25 de octubre de 1962 se emitió un mensaje a todos los cuerpos
de seguridad
cubanos que advertía que "una confrontación de dimensiones
demoledoras podría
ocurrir en horas", según Amuchastegui.
Pero el día siguiente trajo noticias nuevas: un trato se gestaba
entre el presidente
estadounidense John F. Kennedy y el jefe de Estado soviético Nikita
Jruschev sin
el conocimiento de Fidel Castro, lo que inmediatamente causó reacciones
negativas entre los cubanos y entre algunos militares soviéticos
que les apoyaron.
El que Jruschev decidiera unilateralmente retirar a sus militares de Cuba
no sólo
significaba abrir el campo para la invasión estadounidense sino
también un duro
golpe para la consolidación de la autonomía política
de la isla, según el ex
funcionario cubano.
También era la constatación de que los móviles de
Jruschev no sólo eran políticos
y diplomáticos sino también personales, ya que en esos momentos
se disputaba su
liderazgo.
La Habana consideraba que no era necesario que Jruschev "se lanzara" a
aceptar
los términos estadounidenses, pues la capacidad militar soviética
era lo
suficientemente potente como para lograr mejores condiciones de Washington.
Castro "pensaba que retirar los misiles de Cuba era una concesión
innecesaria,
además de creer que la crisis pudo haber sido resuelta en términos
mucho más
favorables para la isla y para la Unión Soviética", concluyó
Amuchastegui.
Servicios Noticiosos del Diario Las Américas - AFP/EFE