El Nuevo Herald
Jun. 24, 2002

Los dólares vienen de Miami y las banderitas las pone Castro

  TANIA QUINTERO / Carta de Cuba
  LA HABANA

  Las banderitas no son de tela. Son de papel, del papel con que se sostiene la batalla de ideas. Los dólares sí son auténticos. Y casi todos vienen de Miami,
  la ciudad ''de la mafia terrorista'', según el gobierno cubano.

  Pero de allí precisamente es la cuantía mayor que cada año entra en Cuba por concepto de remesas familiares. Un porciento importante de los que hoy con
  su presencia en los actos convocados por Fidel Castro hacen creer al mundo que en esta isla se inmortalizó el socialismo, viven un poco mejor gracias a los
  que en Miami regularmente les mandan los imprescindibles dólares.

  Así, el miércoles 12 de junio, sin el menor escrúpulo, muchos de los que continuamente están llamando a Miami para que manden más fulas, se pusieron la
  máscara revolucionaria y fueron a la marcha.

  Al día siguiente, sin el menor escrúpulo, se fueron a la shopping, a comprar, por si acaso suben más los precios.

  La Habana y Cuba toda está llena de gente así. Nadando entre dos aguas. Maldiciendo a Castro y su gobierno en la intimidad y después yéndose a hacer
  grupo. Para que las fotos y videos hablen por sí solas del masivo respaldo a la última consigna.

  En Miami puede que haya familias que este camaleonismo les moleste. Otras dicen: ''Los pobres, ¿qué van a hacer? Si se sabe que en Cuba todo el mundo
  está obligado a fingir''. Y siguen mandándole al papá y la abuelita, al primo y la sobrinita. Dinero, ropa y medicinas a ``esa gente que se la pasa llorando
  miseria''.

  Pero es que también en Miami viven algunos enmascarados. No porque sean del G-2 o agentes dormidos de la Red Avispa, sino porque el tiempo cura las
  heridas. Y la abundancia hace olvidar la escasez. Y un buen día los mata la nostalgia y deciden volver al ''gao''. Y usted los ve, dándose la gran vida.
  Exhibiendo el auto rentado, gastando los dólares a chorro. Llevando al familión a los hoteles donde no se pueden hospedar. Comprando por cajas los
  dulces en los Pain de Paris.``Es que c..., compadre, la vida es una. ¡Que más da! Si total, los americanos también son del c... Y aquello, asere, tampoco es
  fácil. Sí, no hay CDR, pero la vigilancia y el control después del 11 de septiembre no son muy distintos de las de aquí''.

  Y sigue vacilando en La Habana. O en Matanzas, Cienfuegos, Holguín o Pinar del Río. Y las fronteras se desmarcan. Y los enemigos de ayer son amigos
  ahora. El odio se suaviza y la vista se pone gorda, opaca. Se ve lo que se quiere ver. Se oye lo que se quiere oír. Ah, eso sí, ''voy a seguir haciendo trámites
  para sacar a los míos de esta m...''. Y sigue corriendo el dinero. Ciclo macabro. Abulia fenomenal. Y en eso se ha ido el tiempo. Con los cubanos divididos.
  Unos cuántos allá queriendo que esto aquí se ponga peor, creyendo que cuanto más malo, mejor. Unos poquitos acá intentando hacer algo. O, cuando
  menos, hacerse sentir, tener un mínimo de dignidad. Y en el medio, cual puente salvador, los benditos dólares. Esos que todo lo pueden sostener. O
  hundir.