Descarta Bush un arreglo con Cuba
La visita de congresistas y negociantes a la isla no varía la política de Washington
PABLO ALFONSO
El Nuevo Herald
La Casa Blanca salió al paso a los rumores y comentarios
sobre supuestas negociaciones secretas entre Washington y La Habana, que
han circulado en medios
políticos y noticiosos en los últimos días,
con una fuerte declaración enviada por escrito a El Nuevo Herald.
"El Presidente se opone a cualquier intento de debilitar las sanciones
contra el régimen de Castro hasta tanto respete los derechos humanos
básicos de sus
ciudadanos'', expresa la declaración y añade: "El
Presidente se mantiene firme y completamente comprometido a alentar una
transición rápida y pacífica hacia un
gobierno democrático, caracterizado por elecciones libres,
respeto a los derechos humanos y civiles y economía de mercado.
Continuaremos manteniendo las presiones políticas, diplomáticas
y económicas sobre el régimen de Castro''.
La declaración de la Casa Blanca se produce en el marco
de una avalancha de visitas de congresistas y hombres de negocios norteamericanos
a Cuba y expresos
deseos de mejorar las relaciones entre ambos países, por
parte de altos funcionarios cubanos, que han provocado inquietud en medios
del exilio cubano opuestos a ese entendimiento.
Esta semana importantes empresarios norteamericanos, manifestaron
en la capital cubana su entusiasmo por lo que consideran un nuevo clima
en las relaciones
comerciales entre Washington y La Habana.
``La larga espera ha concluído. Hoy es un día especial para los agricultores norteamericanos quienes, después de 40 años, finalmente tienen la oportunidad de vender granos a su vecino'', subrayó Warren Stanley , presidente de la compañía Cargill Incorporate a la llegada de unas 25,000 toneladas de maíz americano, que se incluyen entre las 54,000 toneladas de alimentos, trigo y aceite de soja para entregar a Cuba en los próximos días.
``Espero que las relaciones de Cuba y Estados Unidos puedan mejorar
para que las restricciones americanas a la financiación privada
de alimentos, así como a los
viajes de Cuba, sean mitigadas o eliminadas en un futuro cercano'',
agregó Stanley.
El optimismo de estos empresarios coincide con un tono más flexible en el discurso oficial cubano, que en los últimos días ha dejado a un lado su acostumbrada retórica antinorteamericana.
``Si incluso los militares de ambos lados pueden cooperar y coordinarse y han establecido una especie de distensión alrededor de Guantánamo... ¿por qué no los dos países?'', dijo Ricardo Alarcón , presidente de la Asamblea Nacional, en entrevista en inglés concedida a la agencia de noticias Reuters.
``Nos están dando un ejemplo de lo que es posible'', añadió.
Aunque Alarcón reconoció que era demasiado pronto para hablar de un mayor acercamiento, predijo una eventual caída de las sanciones económicas de Washington, debido a la presión de norteamericanos que quieren comerciar con la isla y que no están de acuerdo con lo que denominó una ``política fracasada''.
En esa misma dirección se inscriben declaraciones de prominentes
políticos estadounidenses, entre ellos el gobernador republicano
de Illinois, George Ryan, quien
declaró el viernes en La Habana que ``es hora de poner
fin al embargo y de recibir plenamente a Cuba en el mercado internacional''.
``Los tiempos están cambiando, es hora de comenzar otra página'', afirmó Ryan quien esta semana será uno de los oradores invitados a un importante encuentro entre funcionarios del gobierno de Cuba y empresarios norteamericanos que se reunirán durante cuatro días en el balneario mexicano de Cancún.
En los últimos años se ha venido desarrollando un
fuerte ``lobby'' en el Congreso para mejorar las relaciones con Cuba, impulsado
fundamentalmente por sectores
empresariales de la agroindustria norteamericana, y que ha renovado
su fuerza con las recientes compras de alimentos realizadas por La Habana
en este país, a tenor de una ley aprobada el pasado año que
autoriza las mismas.
Según Jaime Suchlicki, director del Instituto de Estudios
Cubanos y Cubanoamericanos de la Universidad de Miami, para comprender
este aparente proceso de
distensión hay que diferenciar las intenciones de la Casa
Blanca y el Congreso.
``La aparente disposición negociadora de Cuba busca reforzar esa campaña en el Congreso; por otra parte, ese tono conciliador que se escucha ahora desde La Habana, refleja, además, la nueva situación internacional y la actitud de esta Administración de luchar contra los terroristas y quienes de alguna manera lo apoyen'', dijo Suchlicki.
``Cuba permanece en la lista de países que protegen al terrorismo y Castro sabe que aunque todavía Washington no lo está mirando de frente, sí lo mira de lado'', afirmó.
El nuevo período de sesiones del Congreso estadounidense que se inauguró esta semana tiene en su agenda examinar por lo menos de proyectos de ley que favorecen la normalización de relaciones con Cuba. Uno que propone suspender la prohibiciones vigentes para que los ciudadanos norteamericanos puedan viajar como turistas a Cuba y otro que autorizaría a instituciones privadas norteamericanas financiar las ventas de alimentos y medicinas a Cuba.
"Yo creo que el Presidente Bush vetaría ambos proyectos si son aprobados", afirmó Suchlicki. ``Algunos señalan razones electorales para el veto, pero hay que tener en cuenta que en la Administración Bush hay gente que tiene razones ideológicas y de principios para sostener una posición fuerte frente a Castro'', añadió.
Nelson Valdés, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Nuevo México, opina que a pesar del "clima de distensión'' que se difunde desde La Habana, ése no es el ambiente que predomina "del lado de la administración de Bush".
"Se colabora en algunas cosas, lo del FBI por ejemplo; pero eso no implica un cambio de política'', indicó.
Valdés considera que la flexibilidad mostrada por Estados Unidos para propiciar las recientes ventas de alimentos a la isla ``fue el pago a Cuba por la buena voluntad mostrada desde el 11 de septiembre''.
Hasta el momento, indicó, la política de Cuba es cooperar en una serie de cosas incluyendo el uso del lenguaje medido. Según Valdés esa nueva actitud de La Habana puede tener, a largo plazo, su efecto sobre el Ejecutivo ``y lo tendrá, definitivamente, sobre el Congreso''.
``La política de Cuba está dirigida al Congreso más que a la Casa Blanca'', subrayó.
La gran incógnita sigue siendo cómo responderá
a la larga la Administración Bush, sometida a presiones políticas
y económicas para normalizar las relaciones con el
régimen de Castro.
Para Valdés, lo más importante, que hay que tener en cuenta a la hora de despejar esa incógnita es que ``la administración de Bush sigue los lineamientos del sector de los negocios, y ese sector sí desea tener mejores relaciones económicas con Cuba''.
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