CYNTHIA CORZO
The Miami Herald
Los estilos de vida ostentosos y los dólares
en abundancia son típicos de
las películas de espionaje, pero
no de los espías cubanos. Mézclense, les
dicen sus jefes en La Habana. No gasten
mucho dinero. Permanezcan
discretos.
Si Manuel Viramontes es un espía,
como alegan los agentes federales,
obedeció muy bien sus instrucciones.
Revestido de misterio, Viramontes hizo pocos
amigos, aislándose en un
apartamento del noreste de Miami-Dade y
aparentemente manteniendo
contacto sólo con sus subagentes.
De acuerdo con el gobierno federal, Viramontes,
capitán del ejército de
Cuba, vino a Miami con órdenes de
infiltrar el Comando Sur de Estados
Unidos y desacreditar a grupos del exilio
cubano por medio de la
manipulación de la prensa y de las
instituciones políticas a través de una
campaña de calumnias.
La vida de discreto perfil de Viramontes
llegó sin embargo a un abrupto
final el 12 de septiembre, cuando agentes
del FBI allanaron su
apartamento, le arrestaron y se llevaron
su computadora conjuntamente
con varias cajas de disquetes y videocintas.
Es uno de los ocho hombres
y dos mujeres que han sido acusados en
el caso.
De acuerdo con los vecinos, Viramontes pasaba
por un hombre soltero
cuya ex esposa se hallaba en México.
Pero los investigadores dicen que,
de hecho, tenía esposa en Cuba,
bajo el nombre en código de ``Bonsai''.
Los fiscales dicen que en determinado momento
Viramontes le escribió a
su esposa una carta con motivo de su octavo
aniversario de matrimonio.
Viramontes es el tipo de persona que gusta
a los vecinos por su actitud
callada y cortés. Residía
en el apartamento 305 del 18100 de Atlantic
Blvd., al noreste de Miami-Dade. Aseguraba
ser de Puerto Rico y
mantenía en su apartamento una bandera
y un letrero en el parachoques
de su automóvil que proclamaban
su amor por esa isla. No está claro si
tenía o no empleo.
``Era muy bien educado, nunca vulgar. Nunca
tuve quejas de él'', señaló
Henry Raisman, encargado del edificio.
Pagaba $580 mensuales por un apartamento
de un solo cuarto, menos
de los $600 o $625 que pagan sus vecinos.
Viramontes tuvo suerte con
el monto del arriendo, dijo Raisman, porque
dijo que era pobre y que no
podía pagar más. En muchas
oportunidades se atrasó en el pago de la
renta.
``Pero como nunca me dio el menor problema
y era un hombre
agradable, no me pareció que $20
mensuales eran demasiada pérdida
tratándose de una buena persona.
Pensé que era un tipo pobre, un
soltero, por eso le permití que
tomara el apartamento por menos dinero'',
expresó Raisman. ``A veces me pedía
que lo esperara dos o tres días
con la renta porque no tenía dinero'',
agregó.
Raisman estaba bajo la impresión
de que Viramontes hacía diseño
gráfico u otro tipo de trabajo artístico,
y luego lo vendía a agencias de
publicidad. Otros pensaban que se trataba
de un escritor.
``No tenía mucho en su apartamento.
Tenía una computadora vieja y
destartalada'', señaló.
Su verdadera identidad permanece en el misterio.
Los únicos detalles
obtenidos tienen relación con su
trabajo de espionaje, y se hallan en una
queja entablada en una Corte Federal en
su contra y en contra de otros
nueve presuntos agentes.
Se presume que Viramontes usó dos
alias ``suplementarios'': Daniel
Cabrera Olivera y Roberto García
Fernández. Los fiscales dicen que
había viajado a Cuba por lo menos
en dos ocasiones en años recientes, a
finales de 1995 y nuevamente en 1997. Dicen
que Viramontes había
diseñado cuatro ``planes de fuga'':
dos a México, uno a Managua,
Nicaragua, y otro a Canadá.
``Nunca oí sobre él ni sobre
ninguno de los otros'', afirmó Panchito
Avila, ex doble agente que infiltró
al Alpha 66 a instancias del gobierno
cubano y trabajó con el FBI. ``Estoy
seguro de que el FBI conoce su
verdadera identidad, especialmente si saben
que fue capitán en el ejército
cubano''.
De acuerdo con Avila, que estuvo 12 años
trabajando para el FBI y
para el gobierno cubano, el líder
de cualquier organización de espionaje
siempre debe mantener un perfil discreto.
``Su único propósito es ser
el eslabón entre la organización y los
subagentes, y filtrar la información
de vuelta al gobierno'', explicó Avila.
``Mientras más aislado permanezca,
mejor''.
Los empleos como obrero no sólo contribuyen
a proteger al encubierto;
son también una necesidad, porque
el gobierno cubano no paga bien. Da
a sus espías un pago de entre $4,000
y $5,000 para gastos
operacionales, dinero de emergencia, sólo
para fugas o para tareas
específicas, explicó Avila.
``Yo fui agente doble y siempre trabajé
poniendo pisos, estacionando automóviles,
o en labores de construcción.
De algo tiene que vivir uno'', dijo Avila.
``Trabajar con Cuba no es como
los agentes que trabajan aquí, donde
todo tiene que ver con el dinero''.
Víctor Fonseca, un argentino que
ha vivido en Estados Unidos durante
45 años y cuyo apartamento era contiguo
al de Viramontes, recordó que
el cubano, que vivía en el edificio
hacía tres años, rara vez participaba en
las actividades con los vecinos y no se
le veía mucho.
``Era un hombre corriente; agradable, tranquilo,
inteligente. Yo no sabía
nada de él'', señaló
Fonseca. ``A veces venía a verme y jugábamos
ajedrez''.
A pesar de la misteriosa naturaleza de Viramontes,
Fonseca duda de que
se trate de un espía.
``¿Qué es lo que el gobierno
cubano quisiera espiar aquí? Aquí no hay
nada que espiar'', manifestó Fonseca.
``Estoy seguro de que se va a
descubrir la verdad''.
La redactora del Miami Herald Yvonne Pérez,
contribuyó a este
reportaje.
Copyright © 1998 El Nuevo Herald