PABLO ALFONSO
El Nuevo Herald
Monseñor, Pedro Meurice Estíu, Arzobispo de Santiago de
Cuba, no sólo es
cabeza de la diócesis primada de Cuba, (la primera fundada en
la isla) sino
también una de las más recias figuras del episcopado
cubano en opinión de
los expertos en asuntos religiosos.
Sin duda los años que trabajó como secretario de su antecesor
el arzobipo
Enrique Pérez Serantes, dejaron en él una marcada huella
de su preocupación
por las realidades sociales políticas y económicas del
país, como expresión
de su compromiso de fe.
Esa expresión se puso de manifiesto el pasado año cuando
en sus palabras de
bienvenida al Papa, en la Plaza Antonio Maceo de Santiago de Cuba,
Meurice pronunció una de las críticas más fuertes
al régimen castrista que se
expresaron durante la visita papal.
``Le presento el alma de una nación que anhela reconstruir la
fraternidad a
base de libertad y solidaridad'', afirmó entonces Meurice y
agregó con tono
enérgico y en medio del aplauso de la multitud.
``Le presento, además, a un número creciente de cubanos
que han
confundido la patria con un partido, la nación con el proceso
histórico que
hemos vivido en las últimas décadas, y la cultura con
una ideología. Son
cubanos que al rechazar todo de una vez, sin discernir, se sienten
desarraigados, rechazan lo de aquí y sobrevaloran todo lo extranjero.
Algunos consideran ésta como una de las causas más profundas
del exilio
interno y externo'', subrayó Meurice.
Texto de la entrevista exclusiva concedida a El Nuevo Herald por el
Arzobispo de Santiago de Cuba, monseñor Pedro Meurice Estíu,
el domingo
17 de enero de 1999.
ENH: ¿Para usted, como arzobispo de Santiago de Cuba y
pastor primado
de la Iglesia Católica cubana, qué cosa le impactó
más de la visita del Papa?
Meurice: A mí lo que más me impactó, desde luego,
fue la coronación de la
Virgen de la Caridad. ¡Me parece que con ese acto el Papa coronaba,
un
poco, tantas cosas! Esfuerzos, fidelidades, en medio de las debilidades
pero
fidelidades. Y bien, la presencia de la Virgen en medio del pueblo
fue
extraordinario.
Ahora bien, de todas las frases que nos dijo el Papa quizás la
que más me
impactó fue cuando dijo que el pueblo, nosotros, el cubano,
debe ser el
protagonista de su propia historia.
Que no debe esperar que las cosas vengan hechas. Sino que debe, él
mismo,
de trabajar para buscar y labrar su destino.
ENH: Tengo entendido que precisamente usted se refirió
a esa frase en su
homilía durante la misa celebrada el primero de enero en El
Cobre.
Meurice: Sí, sí, fue en la Misa por el Día de la
Paz que celebra la Iglesia.
Claro, por las cosas que me han dicho, algunos medios de prensa no
me
entendieron muy bien.
El mensaje del Papa para ese día era su reflexión sobre
los derechos
humanos que yo comencé a leer. No pude terminar de leerlo porque
estaba
afectado por una fuerte bronquitis y terminó de hacerlo el padre
Rafael Angel.
Y después, al final de la misa, en el saludo de despedida y de
felicitaciones
por el Año Nuevo, yo traté de hacer como un breve resumen
de todo lo que
había dicho el Papa, recordando la frase de Antonio Maceo: ``Los
derechos
no se mendigan, los derechos se conquistan''. Aclaré que el
cristiano no los
busca por la violencia, sino que debe luchar por ellos desde el esfuerzo
cívico, civil, no violento. Eso fue todo.
Pero volviendo a lo que me preguntabas, yo creo que toda esa experiencia
que fue muy hermosa: de convivencia, de alegría, quizás
una experiencia de
pueblo, de pueblo unido sin presiones, expresando espontánea
y naturalmente
su fe y sus esperanzas. Por eso fue tan hermoso porque fue espontáneo.
Y
una experiencia de esa naturaleza no se olvida. La esperanza que el
pueblo
puso en la presencia y la visita del Papa, eso está ahí.
No son cosas que se realizan de un día para otro o de una semana
para otra.
Creo que ha habido ciertos aspectos como una constante, sobre todo
en la
apertura del mundo a Cuba, que está en crecimiento.
ENH: Esa frase del Papa comenzaba pidiendo ``que Cuba se abra
al
mundo...''.
Meurice: Sí, ciertamente. Yo creo que esa primera parte está
siendo mucho
más lenta. Es decir, como la disposición de apertura,
yo creo que sí está.
Pero evidentemente, no significa sólo esa apertura en cuanto
a la
comunicación con el exterior.
Es la apertura, el intercambio y la participación a todos los
niveles. Y desde
luego hacia adentro también. Apertura hacia adentro, entre cubanos.
Yo creo que lo que el Papa nos dijo, la responsabilidad de ser protagonistas
de nuestra propia historia, la responsabilidad que tenemos todos, el
diálogo,
la reconciliación, eso hay que ir viviéndolo, construyéndolo,
en cada una de
las áreas de la realidad nacional.
ENH: ¿Cree usted que el mensaje del Papa significó
algo fuera del círculo de
creyentes?
Meurice: Es un poco difícil responder a eso porque los contactos
que uno
tiene siempre son limitados. Hay sectores de un cierto nivel cultural
donde, sin
duda, el mensaje fue recogido y acogido en muchos casos, que yo conozca,
por conversaciones y contactos que he tenido.
Y yo diría que a nivel del pueblo también. Puede que no
lo expresen con
tanta nitidez y claridad, pero hay muchas personas que lo recuerdan
como
una jornada única y quieren celebrarlo.
Un ejemplo claro de eso es el restablecimiento de la Navidad, que de
un
modo más directo nos afecta a nosotros, los cristianos y los
católicos, pero
que en sentido general todo el pueblo lo recibió con beneplácito
y lo vio
como una consecuencia de la visita del Papa.
ENH: La reciente autorización para que entren al país
40 sacerdotes más es
también un fruto para la Iglesia de la visita papal?
Meurice: Bueno no hay que dejarse, digamos, engañar un poco por
el número
porque muchos de los que vienen son en sustitución de sacerdotes
que han
salido, o enfermos, o que han muerto. Pero sí hay de todas maneras
un
incremento en estos últimos años y ya hay apróximadamente
280 sacerdotes
en todo el país. Sabes que la cifra promedio tradicional, desde
la década del
1960, fue siempre de apróximadamente 220 sacerdotes.
Pero en realidad estos son beneficios en el ámbito eclesiástico,
en lo civil, en
lo económico, político y social, es un poco más
difícil de ver señales.
Finalmente creo que, a pesar de la deficiencias que pudieron existir
durante la
visita, hicimos una buena preparación pastoral para recibir
al Papa. En eso la
Iglesia trabajó y vio el fruto de su misión pastoral
y de preparar al pueblo
para la visita del Papa.
ENH: ¿A qué fruto se refiere en particular?
Meurice: A la respuesta de la gente. Y no sólo a la respuesta
de la gente esos
días, que fueron una experiencia única y yo creo que
imborrable. A mí
meparece que esa visita hizo un surco en la conciencia nacional que
está ahí,
abierto.
Fue una experiencia realmente extraordinaria y que está viva.
Copyright 1999 El Nuevo Herald