Fallece Monseñor Boza Masvidal en Caracas
PABLO ALFONSO
El Nuevo Herald
Monseñor Eduardo Boza Masvidal, obispo católico, desterrado de Cuba por el régimen de Fidel Castro hace cuatro décadas y considerado como el Profeta de la Diáspora cubana, falleció el domingo en Caracas, Venezuela. Tenía 87 años.
''Un profeta en el exilio ha muerto'', afirmó monseñor Agustín Román, obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Miami. ''El profeta es el que anuncia la verdad y denuncia el error. Monseñor Boza ha sido el profeta, como Ezequiel en el exilio de Babilonia, que ha anunciado como sacerdote la verdad sobre Jesucristo, la Iglesia y el hombre, y como cubano la verdad sobre Cuba'', añadió.
Román, quien compartió con Boza el episcopado y la represión religiosa en Cuba a principios de la década de 1960, señaló que en aquellos tiempos Boza ``profetizó la noche que comenzaba el comunismo cuando muchos no la veían''.
Monseñor Boza murió a las 11:00 p.m. en el Hospital Centro Médico El Paso, adonde había ingresado hace una semana con una bronconeumonía.
Sus funerales están previstos para el jueves en la Catedral de Los Teques, donde sirvió en los últimos años como Vicario General.
Un grupo de sacerdotes y laicos de Miami, encabezados por monseñor Román, viajarán a Venezuela para asistir a los servicios fúnebres.
Por su parte, monseñor Emilio Aranguren, obispo de Cienfuegos y secretario de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba, encabeza la representación de la isla, en ausencia del Cardenal Jaime Ortega, que se encuentra en Roma.
Siendo Obispo Auxiliar de La Habana, Boza fue expulsado de Cuba el 17 septiembre de 1961 junto a otro 131 sacerdotes, 33 de ellos cubanos y el resto de diversas nacionalidades, a bordo del buque español Covadonga.
Ese hecho fue la culminación del enfrentamiento que el
régimen de Castro sostuvo contra la Iglesia Católica en Cuba,
desde que se hizo evidente el rumbo
marxista-leninista de la revolución que llegó
al poder en 1959.
Boza era el último sobreviviente del grupo de obispos cubanos que en 1960, firmaron la ''Circular Colectiva del Episcopado Cubano'' el documento que denunció ''el avance del Comunismo en nuestra Patria'', y dio inicio oficial a las hostilidades entre la Iglesia y el régimen castrista.
Desde el exilio, monseñor Boza mantuvo una constante actividad en defensa de los valores religiosos y las libertades políticas de los cubanos.
En ese espíritu fundó la Fraternidad del Clero y Religiosos cubanos en el destierro; la Unión de Cubanos en el Exilio (UCE), organización cívico-patriótica que alcanzó su mayor auge en la década de 1970, y las Comunidades de Reflexión Eclesial Cubana en la Diáspora, (CRECED) grupo que se ha desarrollado en 19 países.
''Pasó por la vida haciendo el bien. Es un modelo de fe'', afirmó Nazario Vivero, amigo y cercano colaborador de Boza.
Vivero, exiliado cubano residente en Caracas, miembro del Pontificio Consejo para los Laicos y asesor de la Conferencia de Obispos Católicos de Venezuela, dijo que, si del presbítero Félix Varela se afirma que fue el primero que nos enseñó a pensar, de Boza puede decirse que ``para los cubanos del siglo XX, fue quien nos enseñó a ser verdaderos cubanos''.
En su condición de obispo cubano en el destierro, fue el único prelado de la isla que asistió a todas las sesiones del célebre Concilio Vaticano II celebrado en Roma de 1962 a 1965.
Más tarde se incorporarían a esas históricas sesiones otros obispos de Cuba.
En Venezuela, donde fijó su residencia desde 1962, Boza cooperó estrechamente con los numeros exiliados, particularmente los presos políticos que llegaron a ese país a fines de 1970.
''Continuará siendo el primer cubano y la mejor referencia, para quienes hemos hecho vida y destino en Venezuela'', afirmó Roberto Fontanillas-Roig, dirigente de la Fundación Democrática Cubano-Venezolana.
En 1987, tras 26 años de exilio, monseñor Boza regresó a Cuba por primera vez en una polémica visita, durante la cual se entrevistó con obispos, sacerdotes, amigos, familiares y presos políticos en el Combinado del Este.
Once años después regresaría de nuevo y por última vez a Cuba durante la histórica visita del papa Juan Pablo II.
''Desde que salí de Cuba ni un solo día he dejado de pensar en Cuba'', afirmó Boza en esa ocasión, tras oficiar una emotiva misa en su antigua parroquia de la Caridad en La Habana.
Monseñor Boza nació en Camagüey el 18 de septiembre de 1915. Fue ordenado sacerdote el 27 de febrero de 1944, y obispo en marzo de 1960.
''Boza ha sido durante años y años el profeta de su pueblo, y el mejor lazo de unión entre nuestro pueblo creyente y la jerarquía'', escribió el sacerdote e historiador cubano, Reinerio Lebroc, en su libro titulado Episcopologio.