Sila Calderón encara grandes retos como nueva gobernadora boricua
JEANNETTE RIVERA-LYLES
El Nuevo Herald
Cuando Sila María Calderón sea juramentada hoy como la
primera gobernadora
de Puerto Rico, comenzará a encarar el formidable reto que ella
misma se
impuso durante su campaña.
Calderón ha prometido a los puertorriqueños que reinventará
la economía isleña,
poniendo en marcha algunos de sus motores oxidados como la casi
desvanecida industria agrícola, el decaído turismo y
el sector manufacturero
carente de diversificación, que en la actualidad monopolizan
las farmacéuticas.
Todo eso sin obviar el tema de la pobre seguridad pública que
mantiene a
muchos puertorriqueños presos tras las rejas de sus propias
casas, la
ocupación de Vieques por la Marina estadounidense, y el siempre
candente
tópico de la relación de la isla con Estados Unidos.
Este último promete ser
difícil, ya que la gobernadora tendrá que hallar la manera
de aquietarlo sin
provocar cambios mayores, dado que su Partido Popular Democrático
(PPD) es
el arquitecto del Estado Libre Asociado (ELA), el convenio que da a
la isla
algunos de los mismos derechos, privilegios y obligaciones que tienen
los
estados, pero a la vez la priva de otros.
Gobernar el país dista de ser simple. Calderón y su gabinete
heredarán un
Puerto Rico que, entre otras cosas, ha perdido 60,000 acres de terreno
agrícola
en los últimos seis años, que pasó de ocupar en
la década de los 80 un
prestigioso tercer lugar como destino turístico en el Caribe
a una séptima
posición en la actualidad, y donde la industria de la aguja
y otros tipos de
manufactura han ido desapareciendo al ritmo de 17,000 empleos en los
últimos
ocho años.
``Doña Sila hereda un grave problema'', comentó Alida
Millán Ferrer, directora de
Claridad, un rotativo puertorriqueño ``independiente y pro independencia''.
``El
país que le ha tocado dirigir está prácticamente
en un atolladero en el sentido
económico, y políticamente dividido''.
Enredado en sus finanzas porque, según la prensa local, la administración
del
gobernador Pedro Rosselló, cuyo Partido Nuevo Progresista (PNP,
pro
estadidad), deja a la isla un déficit de cerca de $391 millones.
Políticamente, el
país está dividido por la perenne disyuntiva que representa
el status de la isla, lo
que mantiene a los puertorriqueños en dos bandos más
o menos del mismo
tamaño. Uno a favor de la estadidad, y el otro decidido a mantener
contra viento
y marea el status quo, el ELA.
No obstante, el hecho de que los puertorriqueños dieran una victoria
fácil a
Calderón, colocándola 100,000 votos por encima de su
contrincante más
cercano, es interpretado hasta por los miembros de partidos contrarios
como un
voto de confianza a la capacidad de la ex alcaldesa de San Juan para
generar
cambio, al menos en lo económico.
``La causa principal de la crisis financiera del gobierno central han
sido los
malos manejos'' dijo el ex senador por el Partido Independentista Puertorriqueño
(PIP) David Noriega. ``Hay que reconocer que el fuerte de doña
Sila es la
administración. Su injerencia en la ciudad capital fue buena.
Esperamos que la
supere en la gobernación''.
Por otro lado, el liderazgo del PNP --cuyo candidato, Carlos Pesquera,
fue
derrotado por Calderón-- afirma que la situación del
país no es de ``descalabro'',
como han imputado el PPD y el PIP.
``Lo que no están diciendo es que el país que hereda doña
Sila ha tenido el
mayor avance de infraestructura de los últimos 40 años,
lo que a su vez
repercute en la economía'', declaró la senadora del PNP
Miriam Ramírez de
Ferrer, haciendo alusión a los miles de kilómetros de
nuevas carreteras y
puentes que construyó la administración de Rosselló.
``Y si es cierto que no
tenemos industria, ¿cómo es posible que el desempleo
esté por primera vez por
debajo del 10 por ciento? Hasta hace 10 años lo que teníamos
era el 18 [por
ciento] y subiendo''.
Sea cual sea la situación verdadera, el plan de gobierno de Calderón
para lidiar
con el país podría resumirse en una sola palabra: reestructuración.
Un claro
ejemplo de esto último es su plan de reforma agrícola,
en el que plantea que el
agricultor moderno no puede progresar ajeno a los adelantos científicos
y
tecnológicos, y que le toca al gobierno facilitar las herramientas
necesarias para
la actualización de ese sector.
``En el siglo XXI, trabajar la tierra continuará siendo una tarea
esencial. Ningún
país desarrollado ha abandonado su agricultura. Por el contrario,
la ha
modernizado y ampliado para hacerla más productiva. Ahí
es donde ha fallado el
gobierno puertorriqueño'', expresó la mandataria. Calderón
confía en que con la
modernización adecuada de la agricultura, la implementación
de un plan
enérgico de mercadeo para los productos agrícolas y la
retención del terreno
para la siembra, logrará aumentar la producción.
Otros planes similares --cuyo progreso, sin duda, será vigilado
de cerca por la
prensa y los puertorriqueños en general-- prometen revolucionar
el turismo, la
manufactura, la seguridad pública y la educación, entre
otros.