Sorprendida la comunidad Plan Bonito
Por Wanda Ivette Matías
Especial El Nuevo Día
Hormigueros - El sector Plan Bonito, en este municipio, ayer no le hizo honor a su nombre.
Cuentan los vecinos, que declinaron ser identificados, que cerca de las 12:00 del mediodía, la tranquilidad que caracteriza al sector de la ruralía comenzó a esfumarse cuando algunos de ellos vieron agentes federales -en autos no oficiales- recorriendo el área.
Pero, a esa hora, ninguno de los residentes entrevistados por El Nuevo Día sospechó que los federales estaban buscando allí al prófugo líder nacionalista Filiberto Ojeda Ríos.
Sin embargo, cerca de las 4:00 p.m., se confirmó que algo extraño estaba ocurriendo. Primero se escuchó un intercambio de disparos y, luego, agentes federales y estatales prohibieron el acceso al lugar.
Lo próximo que vieron algunos residentes fue que dos helicópteros sobrevolaron el área y, según ellos entienden, se llevaron de allí al oficial herido y a otra persona que, presumen, era Elma Beatriz Rosado Barbosa, esposa de Ojeda Ríos.
Inmediatamente después, agentes de Operaciones Especiales y de Operaciones Tácticas bloquearon el camino dejando a los vecinos, periodistas, líderes de los movimientos independentistas y nacionalistas del País, curiosos y sobre todo muchos jóvenes a más de una milla de distancia del lugar de los hechos.
A las 7:00 p.m. se escucharon dos detonaciones, pero el comandante de área de Mayagüez, Héctor Agosto, describió el sonido como el de los disparos de gases lacrimógenos.
Agosto, quien aseguró que la Policía estatal desconocía detalles del operativo, explicó que la presencia de los estatales era para proteger a la comunidad.
Mientras tanto, las autoridades federales guardaron silencio.
Los abogados Martín González Paz, Alberto Lozada y Julio Aldea fueron de los primeros seguidores de Ojeda Ríos en llegar al lugar.
González Paz y Lozada pidieron a las autoridades que les permitieran entrar al lugar para velar por los derechos del líder.
Y mientras ellos hacían su petición, Aldea aseguró que una fuente lo había llamado y le había asegurado que “Filiberto está muerto”.
Con voz entrecortada, añadió: “Lo mataron y por eso no dejan entrar a nadie”.
Cayó un fuerte aguacero y, cuando la lluvia recién había mermado, un grupo de líderes nacionalistas e independentistas llegaron marchando hasta el camino municipal, pero la fila de agentes de Operaciones Tácticas le impidieron el paso.
Minutos más tarde, los seguidores se colocaron frente a un camión de la Defensa Civil municipal de Mayagüez para evitar que este pasara.
Entre ellos comentaban que este camión iba dirigido a cortar el servicio de energía eléctrica en la casa donde se alega ocurrieron los hechos. El camión se tuvo que ir, pero se desconoce si entró por otro lado.
Con gritos de “ahí van los asesinos”, dirigidos a los federales que pasaban por el lugar, y “marionetas, traidores puertorriqueños al servicio de los gringos” se desarrolló la manifestación de los simpatizantes de Ojeda Ríos.
Entre ellos se encontraban Roy Brown, Juan Raúl Mari Pesquera, Héctor Pesquera (líder del Movimiento Independentista Nacional Hostosiano), Farrique Pesquera y el ex decano de la facultad de Derecho Eugenio María de Hostos, Carlos Rivera Lugo.
Brown pidió que le entregaran el cuerpo, al tiempo que el pediatra Jaime Viqueira denunció que Ojeda Ríos había sido asesinado. “Han asesinado a un patriota, es un acto terrorista del gobierno americano”, dijo.
Este grupo pedía a los federales que permitieran que un médico confiable entrara al lugar de los hechos para saber si Ojeda Ríos estaba vivo, herido, mutilado o muerto.
Los fiscales José Aldebol, José Delgado y José Frank Nazario también llegaron al lugar, pero al cierre de esta edición se desconocía si habían logrado tener acceso a la escena.
Héctor Pesquera dijo que “esos fiscales llegaron a las 6:00 p.m. al lugar, pero los agentes federales no los han dejado entrar”. A las 10:00 p.m. todavía no los habían dejado entrar y dijo que le había informado Pedro Gerónimo Goyco, jefe de los fiscales.
Al cierre de esta edición todavía los vecinos no habían
podido regresar a sus hogares. Y mientras esperaban, una de ellas, identificada
como Carmen Jiménez, se preguntaba lo mismo que otros... ¿Sería
su vecino, al que le decían don Luis y que le gustaba sembrar, el
capturado?