Cientos rompen el perímetro en Hormigueros
Cándida Cotto
CLARIDAD
¡Ante la gesta de Filiberto, unidad en el movimiento!
Al grito de esa consigna centenares de puertorriqueños independentistas
rompieron el perímetro y marcharon el sábado 8 de octubre
hasta las inmediaciones de la que fue la casa del Comandante del Ejército
Popular Boricua-Macheteros (EPB) Filiberto Ojeda Ríos, en el sector
Plan Bonito, en Hormigueros.
Los vecinos de la comunidad Jagüita y Plan Bonito, que el pasado 23 de septiembre vieron su tranquilidad y dignidad quebrantadas a manos de fuerzas policíacas del gobierno de Estados Unidos y de la Policía de Puerto Rico, los cuales les obligaron a encerrarse en sus hogares por espacio de 48 horas, esta vez tuvieron la oportunidad de salir al paso solidarios. Durante el trayecto de la marcha que tomó una hora se pudo palpar respeto silencioso, colaboración y hasta identificación plena con la manifestación, al saludar con la bandera patria, en manos de adultos, niños, niñas con cartulinas que leían, “Filiberto patriota” y música de Andrés Jiménez al paso de los marchantes.
El nombre del bar La Nueva Victoria tomó un doble significado,
con el dibujo de dos murales con la figura de Filiberto. Uno está
a la entrada del negocio, con la imagen de Filiberto con un sombrero jíbaro
y otro adentro, con el rostro de Filiberto, una mira y la bandera de Puerto
Rico con la evidencia de un solo disparo.
La actividad de denuncia fue convocada por varias organizaciones políticas
y cívicas agrupadas en la Coordinadora Nacional Rompiendo el Perímetro.
Entre los asistentes estuvieron los dirigentes independentistas Juan Mari
Brás, Noel Colón Martínez, la senadora Lcda. María
de Lourdes Santiago y el economista Dr. Edwin Irrizary Mora.
Iris Ojeda, hija de Filiberto Ojeda Ríos, las nietas de éste,
Ingrid y Vanesa y su nuera Belkis, marcharon en primer plano. Unas veces
en silencio, otras con consignas como “FBI asesino”, “gobierno colonial
cómplice”, el deseo de los manifestantes por llegar a los predios
donde el patriota vivió sus últimos años de vida junto
a su compañera Elma Beatriz Rosado Barbosa, fueron evidentes.
Una vez llegada la marcha a la pequeña planicie preparada para
el acto político, muchas personas hicieron fila para poder siquiera
acercarse al portón de la residencia ubicada al final del camino.
“Estamos aquí por muchos motivos: para honrar la memoria del Comandante Machetero, para exigirles a las autoridades que se haga justicia y sobre todo, estamos aquí para desarmar las manos asesinas. Juntos emprenderemos las tareas inmensas que tenemos a la vista”, declaró la portavoz de la Coordinadora, profesora Anayra Santori, al dirigirse a la concurrencia.
Santori hizo alusión a la reacción de los puertorriqueños ante el asesinato de Ojeda Ríos. “Hemos sido testigos del generoso gesto del pueblo de Puerto Rico ante la pérdida de su legendario símbolo de resistencia nacional. Sin que mediaran consideraciones pequeñitas -ésas que tanto cansan y ofenden- múltiples voces condenaron el asesinato de Filiberto, repudiaron el proceder atroz de las agencias federales y denunciaron el cobarde desamparo en el que el gobierno nacional sumió al país en la larguísima noche del 23 de septiembre”.
La activista comparó la necesidad de entrar a una desobediencia
civil igual a la ocurrida en Vieques, “las verjas que enfrentamos hoy son
las mismas, sólo que más altas e invisibles”, llamó
a esa desobediencia, participación en la lucha.
“Encontrémonos unos a otros en las muy legítimas y amplias
aspiraciones que nos convocan aquí: el amor por la justicia, la
lucha por la libertad, la solidaridad con los caídos, el respeto
a los derechos humanos y nacionales y, ante la gesta de Filiberto, la emulación
de los valientes”, concluyó.
Agradecimiento de familiares
“Gracias a todos los compañeros aquí reunidos hoy por
su presencia. No hay palabras para expresar cuánto nos ha afectado
esta tragedia que hoy nos embarga a todos. Quisiera expresar hoy, en el
Día del Guerrillero Heroico, las gracias a todo el pueblo puertorriqueño”,
expresaron Elma Beatriz Rosado, viuda de Ojeda Ríos y su familia,
mediante un mensaje leído en la actividad.
Las expresiones de agradecimiento de los familiares de Ojeda se extendieron
al Ateneo Puertorriqueño, al Colegio de Abogados, a las personas
que acudieron a las inmediaciones el día del asesinato, a todos
los que se apostaron a lo largo del camino para ver pasar la comitiva fúnebre
del Comandante, a niños, a estudiantes, mujeres, a la prensa y a
su barrio “Río Blanco que lo acogió como el hijo que siempre
fue”.
No tienen el poder para matarnos
“Yo sé lo que yo quisiera hacer pero no sé lo que voy
a decir”, fueron las primeras palabras del héroe nacionalista Rafael
Cancel Miranda, orador principal de la actividad. Sin ocultar la emoción
que sentía, el que en una ocasión también usó
las armas en la defensa de la patria, declaró que “no hay bala que
pueda matar al Che (en referencia al Che Guevara, por ser ese día
la fecha también de su asesinato), a Blanca Canales, a Filiberto
porque no pueden matar el espíritu”.
“Más muertos están los que creen que lo mataron”, agregó.
Al confesar que no preparó discursos para la ocasión, el
respetado líder nacionalista exhortó a los presentes a manifestar
“nuestra rabia y determinación no importa lo que cueste, vamos a
acabar con la colonia”. De igual forma advirtió a que no perdamos
de vista quién es el enemigo, que no son los otros compañeros
independentistas.
“Filiberto ha ayudado a enaltecer con su sangre y su vida la memoria
histórica de nuestro pueblo. Encañonemos nuestros fusiles
ideológicos o de otra clase al enemigo, no entre nosotros mismos”,
alentó.
El acto contó además con la participación de la
cantante Zoraida Santiago, quien entonó la letra revolucionaria
de la Borinqueña para comenzar el acto, además de otras interpretaciones.
Otros artistas presentes fueron Roy Brown, quien cantó Boricua en
la luna y Monón y el joven Fernandino Ferrer, quien interpretó
la canción del cubano Silvio Rodríguez, Vamos a andar.
Rompiendo el perímetro
Un letrero da la bienvenida al sector Plan Bonito. De ahí en
adelante hasta llegar al hogar del boricua Machetero, según describieron
algunos vecinos, el área estuvo bajo el control de agentes federales,
es decir FBI.
“Parecían unos muñecos bajando del helicóptero”,
nos contó don José Vargas, de 65 años y quien vive
a varios metros de la entrada de Plan Bonito. Conversador, al pedirle que
nos contara lo sucedido ese viernes 23 de septiembre de lo primero que
nos habló fue de la presencia de tres helicópteros que sobrevolaban
el sector con soldados colgando y rifles en manos lanzándose en
dirección hacia abajo. Tras apreciar el área donde ubica
la residencia del líder Machetero y escuchar la descripción
que hizo don José de los soldados saltando de los helicópteros,
es de concluir que en efecto la casa fue rodeada con tropas de asalto.
La presencia de los helicópteros se extendió hasta el sábado.
Vargas narró que cerca de las 3:30 de la tarde aparecieron en
la comunidad agentes federales y les ordenaron en inglés que se
metieran dentro de sus casas. De ahí en adelante no los dejaron
salir, ni entrar hasta casi el domingo en la mañana. Dijo que los
agentes estaban identificados con chalecos del FBI y aunque no se les veía,
se les “notaba el bulto del arma”.
“Había un carro que no dejaba de pasar arriba y abajo con gente
adentro que no miraba a nadie”, comentó. Don José también
recordó que en algunos momentos hubo Policía estatal en ese
trayecto.
¿Escuchó usted los tiros? “Sonaban como bazucas”, y agregó
que se escucharon como hasta las ocho de la noche. Desde mediada la tarde
en que les ordenaron encerrarse en las casas –dijo- que los disparos ocurrieron
entre siete a ocho de la noche.
Aunque don José aseguró que en el lado donde está
su residencia no se fue la luz, sí anotó que en cuanto empezó
a oscurecer se llevaron la luz en el resto del sector. También recordó
que días antes vio a personas “y que arreglando postes”.
Don José sabía que “allá en esa casa” vivía
gente pero admitió que nunca vio o conoció a Filiberto, ya
que él y su esposa son personas mayores que casi no salen de su
casa. Aun así, no dejó de mostrarse consternado por los acontecimientos.
Allá en Plan Bonito comienza a regresar la paz, mientras persiste
la huella de una sangre indómita frente a la puerta de la morada.