El Nuevo Dia
Sábado, 24 de septiembre de 2005

Epoca que sacudió al independentismo

Por Daniel Rivera Vargas
End.drivera@elnuevodia.com

Protagonistas del arresto y enjuiciamiento de Filiberto Ojeda Ríos, a mediados de la década de 1980, describieron aquella época como una en la que cambió la percepción del pueblo sobre el independentismo y de intensa actividad del Negociado Federal de Investigaciones (FBI) en Puerto Rico.

Uno de sus abogados, Julio Eduardo Torres, catalogó de histórica la absolución que logró el líder del Ejército Popular Boricua, conocido como los Macheteros, en uno de sus dos casos federales.

“Esto fue trascendental, no recuerdo otro caso en que un patriota puertorriqueño haya sido exonerado de cargos políticos”, indicó Torres.

“Veníamos de muchos años que el independentismo era ilegal, y en esos momentos explota Maravilla en 1983, surge la ilegalidad de las carpetas y había un clima de reconocer que el independentismo no era delito y que el independentismo había sido víctima de una brutal represión por parte del gobierno”, agregó.

Torres fue uno de los cuatro abogados que asistió a Ojeda Ríos en su juicio de 1989, quienes sólo lo ayudaban porque él escogió representarse a sí mismo y dirigía toda la estrategia de su defensa, salvo aspectos jurídicamente técnicos.

Aunque se sabe de otros abogados que colaboraron de una forma u otra, Torres dijo que los otros tres abogados principales fueron Nelsa López, Luis F. Camacho (ex presidente del Colegio de Abogados) y Luis Abreu Elías.

Otros que participaron en los procesos judiciales de Ojeda Ríos, en los que era llevado encapuchado y escoltado todos los días por varios alguaciles en la vieja corte federal del Viejo San Juan, eran Harry Anduze, David Noriega, Peter Berkowitz, Judith Berkham y el estadounidense William Kunster, quien participó en el caso en contra del líder negro estadounidense Malcolm X.

El juicio ante la juez Carmen Consuelo Vargas de Cerezo y con Daniel López Romo como principal fiscal federal era por agresión a un agente federal durante su arresto del 30 de agosto de 1985.

Con una teoría de defensa de que él protegía su vida porque los agentes federales trataron de asesinarlo, Ojeda Ríos fue absuelto por un jurado el 26 de agosto de 1989, tras un proceso extenso en el que se trabajó por muchas semanas.

“Después de ese caso él salió a la libre comunidad y era notable el respeto que el País tenía hacia él”, afirmó Torres.

“Fue una experiencia extraordinaria. Filiberto es probablemente la persona más inteligente y más íntegra que conocí en mi vida, con una capacidad intelectual amplia, un patriota a capa cabal, un hombre que no le temía a nadie y muy respetuoso de sus compatriotas puertorriqueños”, relató.

Por otro lado, el superintendente de la Policía, Pedro Toledo, trabajaba entonces en el FBI y dijo que todos los agentes en la Isla de esa agencia laboraban en desarticular a Los Macheteros.

“Por la magnitud del caso se trajo gente de Estados Unidos”, recordó Toledo. “Yo no trabajaba ese tipo de casos, sino drogas, pero como hubo tantos arrestos se asignó a toda la oficina”.

“Fue un trabajo bastante extenso”, agregó.

El objetivo era buscar evidencia que se usara para procesar a los vinculados en el robo de $7.5 millones de un camión blindado de la Wells Fargo en Hartford, Connecticut, segundo crimen por el cual se acusó a Ojeda, en este caso, conspiración.

Había resistencia en la ciudadanía a los federales, pero no tanta, porque se trató de un robo millonario del que aún, a 20 años del evento, hay fugitivos, como Víctor Gerena, hoy día exiliado en Cuba, dijo Toledo.

“Lo que yo recuerdo es que cuando se hicieron los arrestos hubo una serie de situaciones donde se detuvo mucha gente. Se obtuvo mucha evidencia. Por ejemplo, en uno de los apartamentos que registré encontré muchos documentos sobre la organización”, relató el hoy jefe policiaco.

Recordó que lo más difícil para los federales no fueron los arrestos, sino el costo económico para el gobierno estadounidense de los juicios en Hartford, que fueron extensos, tuvieron que transportar por aire a agentes desde Puerto Rico para testificar y pagar abogados de defensa.

A pesar de este gasto, Ojeda Ríos fue puesto en libertad con un grillete electrónico, y el 23 de septiembre de 1990 se fugó. Pero para Toledo la fuga, aunque “frustrante”, no fue lo peor.

“Lo que percibo (que) fue más frustrante es el caso que hirieron a un agente en el arresto en Luquillo (de apellido Alba) que en el proceso fuera exonerado, aunque había la evidencia”, dijo.