Revolucionario de alma
Machetero y clandestino
Francisco Rodríguez-Burns PRIMERA HORA
Por años pareció ser una mera leyenda, enviaba mensajes grabados y sus palabras clamaban por la lucha armada. Era visto en todos lados y en ninguno, ya que disfrazaba su semblante. Se presume que la violencia que promovió a lo largo de su vida cobró las vidas de por lo menos seis personas, dos de ellos marineros estadounidenses, pero nada pudo ser probado en corte. Aun así se consideraba, y era visto por algunos, como un luchador de la independencia de Puerto Rico.
Otros lo consideraban un terrorista con estrechos vínculos con los servicios de inteligencia cubana. A pesar de que el Ejército Popular Boricua, "Los Macheteros", pareció quedar desmantelado en 1985 con el arresto de la mayoría de sus integrantes, en una entrevista exclusiva con PRIMERA HORA en junio de 2000, Filiberto Ojeda Ríos dijo que su organización se seguía renovando y ampliando.
"Somos clandestinos, un ejército de guerrilla, diferente a cualquier ejército convencional. Hay muchos elementos que hay que consolidar internamente y una gran cantidad de problemas que se tienen que resolver para poder garantizar el desarrollo de un proceso de lucha armada, para ser responsables con el pueblo y con los sectores que uno está trabajando", sostuvo Ojeda durante la entrevista con la reportera de este diario Nydia Bauzá, realizada en un lugar al que la periodista fue conducida con los ojos vendados.
Ojeda Ríos nació el 26 de abril de 1933 en Naguabo y desde temprana edad se le reconocieron aptitudes para la música. A pesar de ser un reconocido guitarrista y trompetista, optó por dirigir organizaciones que rápidamente se colocaron en la mirilla del Gobierno federal.
En 1961, Ojeda Ríos se mudó con su familia a Cuba y se cree que integró los servicios de espionaje de Fidel Castro, conocido como el Directorado General de Inteligencia. Su primer intento para estructurar una organización armada, en 1967, con el Movimiento Independentista Revolucionario Armado (MIRA), tuvo pocas repercusiones por su arresto a principios de la década del 70.
En enero de 1981, un comando del Ejército Popular Boricua (Macheteros), grupo al que pertenecía Ojeda Ríos, destruyó 11 aeronaves pertenecientes a la Guardia Nacional Aérea, provocando cerca de $45 millones en daños. No obstante, el "guerrillero" es más conocido por el asalto del camión de Wells Fargo en Hartford, Connecticut, el 12 de septiembre de 1983. La operación fue denominada "Águila Blanca".
El 30 de agosto de 1985, durante su arresto en un edificio de Luquillo, Ojeda Ríos se batió a tiros con agentes federales con una ametralladora Uzi-9 milímetros en una mano y una pistola Smith and Wesson en la otra, aunque posteriormente fue absuelto de estos cargos en el Tribunal Federal de la Capital.
Mientras estaba sumariado en prisión en Nueva York, donde alegó estar segregado junto a palestinos y negros, Ojeda Ríos se autoproclamó como uno de los fundadores de los Macheteros durante un mensaje escrito que envío a los actos conmemorativos del 120 aniversario del Grito de Lares, en 1988. "Fui uno de los fundadores de Los Macheteros. Soy machetero y seré machetero hasta el día que todos juntos logremos conquistar la victoria y la libertad plena", dijo en su mensaje.
Pudo prestar una fianza ascendente a $1 millón el 20 de mayo de 1988, ayudado por familiares y amistades que utilizaron sus residencias como colateral. Pero, el 23 de septiembre de 1990, en Lares, se anunció que Ojeda Ríos se había quitado el grillete electrónico que restringía su libertad y había "regresado al clandestinaje".
Con sus 5' 8" de estatura, lentes recetados, una operación de corazón abierto y un marcapasos, Ojeda Ríos usó muchos alias, como Andrés González, Pedro Rosario Ramírez, Juvenal Concepción Cruzado o Felipe Ortega. Se presumía que poseía explosivos y armas automáticas y, más que todo, se advertía que las podía utilizar para matar.
Amenazas, ataques y mensajes
Durante la década del 90, a Ojeda Ríos se le responsabiliza de ataques perpetrados contra instalaciones del Gobierno de Puerto Rico, entre ellas una de la Autoridad de Energía Eléctrica, y un bombazo en el Supertubo, en abril de 1998. En repetidas ocasiones se transmitieron sus mensajes clandestinos, pero algunas de sus amenazas nunca se llegaron a materializar.
En entrevistas con medios, indicó que se mantenía en la clandestinidad porque "no tendría la más mínima oportunidad de obtener justicia". Sostuvo que las autoridades federales le habían negado cinco peticiones para trasladar su caso de Connecticut a Puerto Rico. Consideró, además, que la celebración del Grito de Lares se había convertido en una ocasión para el consumo de alcohol y el mercantilismo.
Se solidarizó plenamente con los actos de desobediencia civil en Vieques y urgió a combatir a la Marina hasta el final.
"La violencia para ningún revolucionario es un fin, pero Puerto Rico es un bastión colonial explotado y abusado con inconcebible violencia... siempre que me preguntaban si había sido fundador de los Macheteros, respondía: 'que le pregunten a mi pueblo en Lares, que yo acepto con orgullo su respuesta'", afirmó en uno de sus mensajes.