El Nuevo Herald
Oct. 07, 2006

Documentos incriminan a Posada Carriles

RUI FERREIRA
El Nuevo Herald

Durante más de 40 años, el activista anticastrista Luis Posada Carriles mantuvo una tormentosa relación con el gobierno estadounidense, en particular con la Agencia Central de Inteligencia, la cual, pese a que contrató sus servicios en diversas ocasiones, mantuvo siempre abiertas investigaciones sobre sus pasos.

Esas investigaciones se dieron por existir sospechas de que él era un agente de la inteligencia cubana, por tráfico de drogas y moneda falsa, porpequeños robos y, principalmente, por involucrarse en actividades violentas contra el régimen castrista sin informarlo a las autoridades estadounidenses, de acuerdo con un legajo de documentos gubernamentales secretos dados a conocer el jueves por la tarde.

El legajo, hecho público tras un pedido de dos años por parte de la organización no gubernamental National Security Archive, incluye varios informes enviados al ex secretario de Estado Henry Kissinger, tras la voladura de un DC-8 de Cubana de Aviación frente a Barbados en 1976, sobre la presunta participación de Posada Carriles en el hecho y las declaraciones juradas de cuatro agentes de policía de Trinidad y Tobago.

Entre los documentos se encuentra el sumario de los cinco tomos que la Agencia Central de Inteligencia (CIA) posee sobre las actividades de Posada Carriles, pero el contenido no se dio a conocer. Los tomos abarcan los pasos del anticastrista desde 1961, tras el fracasado desembarco de Bahía de Cochinos, hasta 1976, cuando Posada Carriles, oficialmente ya fuera de la agencia de inteligencia, mantenía contactos esporádicos con informaciones sobre actividades del exilio cubano.

Posada Carriles actualmente se encuentra detenido en una cárcel de inmigración en El Paso, Texas, tras ingresar el año pasado clandestinamente a Estados Unidos.

La revelación de los documentos ocurrió horas después que el gobierno estadounidense emitió una declaración considerando a Posada Carriles ''un criminal no arrepentido que ha admitido ser el cerebro de varios atentados terroristas'', por lo cual su detención debe ser ''indefinida'' pese a que un juez recomendó su liberación.

Ayer, la Oficina de Inmigración y Aduanas (ICE) dijo en un comunicado que está en conversaciones con el Departamento de Estado sobre la detención del anticastrista, teniendo en cuenta de que su liberación trae serias implicaciones en términos de política exterior.

Posada Carriles nunca ha sido condenado por cometer atentados terroristas, pese a ser el sospechoso principal en la voladura del avión de Cubana de Aviación. Un tribunal venezolano lo absolvió de esa acusación, y Posada escapó mientras esperaba una apelación por parte del gobierno de Caracas.

''Lo que más me ha llamado la atención de todo este legajo de documentos es que el gobierno de Estados Unidos siempre supo dónde andaba Posada Carriles y nunca hizo nada para impedirlo, para frenar sus actividades'', comentó a El Nuevo Herald Peter Kornbluh, el director del Proyecto de Documentación sobre Cuba, del National Security Archives.

En los documentos, un agente de policía de Trinidad asegura en una declaración jurada que durante los interrogatorios a los venezolanos Hernán Ricardo Lozano y Freddy Lugo, considerados los autores materiales del atentado y únicos sentenciados hasta ahora por la voladura del aparato de Cubana de Aviación, ``la primera llamada que hicieron los autores del atentado después del ataque fue a la oficina de la compañía de seguridad de Luis Posada, ICI, que empleaba a Hernán Ricardo''.

En un informe enviado al entonces secretario de Estado Kissinger, el director de la Agencia Federal de Investigaciones (FBI), Clarence Kelly, basado en la información de una fuente confidencial en Caracas, sugirió que Posada Carriles había asistido a reuniones donde se planeó el atentado.

Además, en el mismo documento, Kelly sostiene que otra fuente, identificada como Ricardo Morales Navarrete, agente de la policía política venezolana (DISIP), declaró que tras el atentado Hernán Ricardo llamó a Orlando Bosch, otro de los acusados, a quien dijo: ``Un autobús con 73 perros se despeñó y todos murieron''.

En los sumarios de los cinco tomos de documentación que la CIA dispone sobre Posada Carriles, se destaca su entrenamiento en Guatemala con vista a la invasión de Bahía de Cochinos, su ingreso durante un año al ejército estadounidense en Fort Benning, Georgia, en marzo de 1963, y cómo en 1965 estuvo involucrado en un intento de golpe de estado en Guatemala.

En el verano de 1965, inició lo que parece ser una relación de trabajo con Lefty Rosenthal, considerado por las autoridades estadounidenses un hombre del crimen organizado en la Florida y con el cual ``estuvo involucrado a punto de entregarle silenciadores, explosivos C-4 y detonadores''.

Durante dos años, entre 1965 y 1967, Posada Carriles colabora con la organización exiliada RECE como especialista en explosivos, según informes compilados por la CIA, intenta comprar un barco de 25 pies, pero no se lo permiten y tiene su primer percance serio con la agencia de inteligencia.

En junio de 1967, una investigación del Departamento de Justicia descubre que Posada ha entregado a Rosenthal explosivos, que sus contactos en 1965 fueron seguidos de cerca por la agencia, pero que en 1967 le entregó más explosivos, aparentemente bajo presión, y sólo mucho más tarde informó de ello a la agencia.

''Esos explosivos no vinieron de la agencia'', dice el sumario.

Un memorando, con fecha del 28 de junio de 1967, escrito para ser incluido en el expediente de Posada Carriles, sugiere que el anticastrista colaboraba con Rosenthal voluntariamente y sólo informó a la agencia del asunto cuando ``la cosa se puso caliente''.

Esto trae como consecuencia que un año más tarde, en junio de 1968, Posada Carriles se encuentra bajo investigación interna, lo cual, ulteriormente, termina en su primer despido y viaje a Venezuela. Al activista anticastrista se le investiga en esos momentos por ``su buena fe [hacia la CIA], posible afiliación a la inteligencia cubana a través de familiares, asociación sin reportar con elementos gangsteriles, robos de [materiales] de la CIA y otros asuntos''.

En los interrogatorios, Posada Carriles se muestra reacio a hablar de sus conexiones con Rosenthal, ''posiblemente por la cantidad de cosas que le consiguió'' a éste, especula un memorando al respecto.

Las sospechas relativas a sus nexos con la inteligencia cubana se derivan de que se presumía que sus hermanos, entonces vivos en Cuba, eran miembros del partido comunista, y uno trabajaba para la inteligencia cubana. Incidentalmente, en 1966 Posada Carriles contactó a uno de sus hermanos en Londres, aparentemente mediante contactos, no personalmente.

La investigación surge también a consecuencia del hecho de que en febrero de ese año, la CIA detectó que el activista estaba cada vez más involucrado en actividades anticastristas, presumiblemente violentas, pero sin el conocimiento de la agencia. A partir de ese momento, los contactos son congelados y ''es tratado como [persona] hostil'', indica el sumario.

En febrero de 1973, un memorando en el volumen III sugiere que Posada Carriles ``puede haber estado involucrado en el tráfico de cocaína de Colombia hacia Miami vía Venezuela, así como el contrabando de moneda falsa.

''Cables de la CIA indican preocupación porque Posada Carriles representa un peligro serio. Si esas alegaciones resultan verdaderas, [estamos ansiosos] de terminar esta relación'', indica el sumario del volumen III. Comienzan las investigaciones, y en mayo de 1973, el activista es hallado culpable de ''tener amigos equivocados'', añade el sumario del volumen IV. ''Los interrogadores quedaron convencidos de que no estaba involucrado en el narcotráfico'', acota el documento.

Durante esta saga, la CIA asignó varios nombres secretos a Posada cuando trabajaba para la agencia. En 1965 era AMCLEVE-15, en 1972 CIFENCE-4 y posteriormente WKSCARLET-3.

rferreira@elnuevoherald.com