La carta de Posada Carriles a The Miami Herald
Monumento al cinismo
NICANOR LEON COTAYO
En una carta dirigida recientemente al periódico The Miami Herald,
el conocido terrorista Luis Posada Carriles niega entre otras cosas
haber participado en el sabotaje que hace casi 25 años destrozó
en
pleno vuelo un avión civil cubano donde murieron 73 personas.
Según el Herald, Posada Carriles ha valorado ese atentado como el
más abominable hecho que se le imputa, y en la carta asegura: "declaramos
enfáticamente que repudiamos el terrorismo como estrategia de lucha".
Pero en una entrevista que le hizo este mismo rotativo el 10 de noviembre
de 1991, valoró la matanza de Barbados con estas palabras: El sabotaje
fue
el golpe más efectivo que se haya realizado contra Castro.
El diario recuerda que el autor de la carta admitió su responsabilidad
en
sabotajes perpetrados en la década del 60 contra intereses de Cuba
y
en los ejecutados en hoteles de La Habana en 1997, donde murió un
turista italiano y otras personas resultaron heridas.
Meses atrás quedó demostrado que Posada Carriles y otros
terroristas viajaron a Panamá con la intención de asesinar
al
Presidente de Cuba en ocasión de la Cumbre Iberoamericana allí
realizada, hecho que, tal y como lo planearon, hubiese provocado la
muerte de un gran número de personas.
Por ello y otras muchas fechorías, su reciente mensaje al Herald
es
un verdadero monumento al cinismo. De este solo tomo como
ejemplo el crimen de Barbados, respecto al cual afirma ser ajeno.
Se comprobó lo contrario, pero baste una simple pincelada para
recordarlo.
Horas después que destrozaron la aeronave fueron capturados en
Trinidad Tobago los autores materiales del hecho, quienes
resultaron ser un venezolano muy vinculado a Posada Carriles,
nombrado Hernán Ricardo Losano, y otro mercenario de igual
nacionalidad, Freddy Lugo.
Un comunicado de la Policía de Venezuela difundido el 15 de
octubre de 1976 indicó que al practicar un registro en las oficinas
de Posada Carriles "se encontraron pruebas acerca de las
vinculaciones entre los ciudadanos venezolanos detenidos en el
exterior y dicha empresa, así como documentación y equipos
relacionados con el caso".
En diciembre de 1976, el superintendente de la Policía de
Barbados, Orville Durant, declaró ante una comisión investigadora
—y la agencia noticiosa francesa AFP lo divulgó
internacionalmente— que Ricardo y Lugo confesaron trabajar para
la CIA y que habían puesto los explosivos en el avión.
Durant aclaró entonces que esas confesiones se hicieron en
presencia del comisario principal adjunto de la Policía de Trinidad
Tobago, Dannis Ramdawar, así como que Ricardo Losano
trabajaba para Posada Carriles.
Las pruebas resultaron tan aplastantes, que una jueza venezolana,
Delia Estava Moreno, dictó auto de detención contra los terroristas
Orlando Bosch Avila y Luis Posada Carriles, quienes desde
Caracas planearon y dirigieron el atentado, así como contra los
autores materiales del hecho.
Estava Moreno los acusó entonces del delito de homicidio
calificado, fabricación y uso de armas de guerra y de documentos
falsos, pero luego en medio de fuertes presiones la jueza se vio
forzada a renunciar y después continuó un proceso judicial
lleno de
agua sucia.
Como saldo, la CIA y la Fundación Nacional Cubano Americana
lograron "fugar" a Posada Carriles de la prisión y trasladarlo a
El
Salvador, y después la Fundación sacó a Bosch del
proceso
judicial y le creó todas las condiciones para reiniciar sus
actividades en Miami.
Baste subrayar quiénes recibieron al primero en territorio
salvadoreño para tener una idea exacta de las fuerzas que se
movieron para protegerlo. En su libro Los Caminos del Guerrero,
publicado en agosto de 1994, lo narra el propio Posada Carriles.
Ahí describe cómo Félix Rodríguez, viejo agente
de la CIA vinculado
al asesinato del Che, lo esperaba en la base aérea de llopango,
y la
conversación sostenida en torno a cuando "fuimos oficiales del
ejército americano; de los trabajos que realizamos con la CIA".
Un párrafo después refiere su encuentro con uno de los entonces
jefes de la FNCA, Alberto Hernández, y elogia efusivamente a Jorge
Mas Canosa y a otros jerarcas de la Fundación que "han hecho un
pull para solventar mis necesidades económicas".
La autoproclamada inocencia del terrorista Posada Carriles en los
acontecimientos de Barbados en 1976, tiene tanta validez como
cuando afirma en esa misma carta al Herald que meses atrás no
viajó a Panamá con la intención de asesinar a Fidel.
Esto sirve para demostrar hasta dónde los principales enemigos de
Cuba han convertido la mentira en el pan suyo de cada día, y esa
regularidad corre desde quienes montan falsas como el juicio
contra cinco patriotas cubanos en Miami, hasta quienes actúan
como los perros del terrorismo.