Dame la mano y mataremos
Vida y obra de cuatro asesinos de origen cubano
Por: DAMIÁN ALÍN
Cualquiera que los hubiese visto aquel noviembre en Ciudad Panamá, sentados en un restaurante, andando y desandando calles o refrescando el gaznate en la barra de un bar, pensaría en un grupo de amigos entrados en años en busca de farra, intentando alejarse por unos días del trabajo agobiante o al escape de hogares demasiado borrascosos.
Pero en Miami, y con más exactitud, en las oficinas de la Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA), sí se conocía la verdad de aquellas aparentemente placenteras vacaciones. Como sin dudas la sabían también los expertos de la CIA y, desde luego... la inteligencia cubana.
Luis Posada Carriles, Pedro Remón, Gaspar Jiménez y Guillermo Novo no eran santurrones pasados de edad a la caza de juerga o en busca de un rato de solaz. Su presencia en la nación istmeña, casi al cierre del año 2000, acariciaba un propósito largamente soñado, y en cuya infructuosa materialización se habían visto envueltos más de una vez: el asesinato del Comandante en Jefe Fidel Castro.
En no menos de 600 ocasiones a lo largo de casi cuatro décadas, la CIA, la mafia norteamericana y los grupos contrarrevolucionarios de origen cubano habían combinado esfuerzos para intentar poner fin a la vida del presidente cubano. Siempre fallaron, pero desistir entre quienes aman el crimen como a sí mismos, no parece un axioma aceptable.
Con las cabezas canas, nuevas arrugas en los rostros y las panzas más abultadas y flácidas, los ejecutores directos volvían a la carga. Querían poner colofón sangriento y velos de tragedia a la X Cumbre Iberoamericana. El plan era volar el paraninfo de la Universidad de Ciudad Panamá, donde el "enemigo jurado" se reuniría en asamblea solidaria con miles de representantes estudiantiles y populares de la nación sede.
La denuncia oportuna de Fidel, apenas bajar la escalerilla de la nave aérea que lo condujo a la cita, permitió el apresamiento de los terroristas y a la instrucción de un complicado proceso que, a casi cuatro años, volvió a abrir sus puertas este 15 de marzo en la capital del istmo.
Ir y venir
En 39 meses los padrinos de los asesinos han hecho de todo para evitar llegar a la corte y buscar alternativas que permitan liberarlos de cargos y hasta facilitar su fuga al exterior, práctica ya probada con algunos de ellos en épocas anteriores.
Documentos de la prensa panameña y del Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba son profusos a la hora de hacer el recuento de tales maniobras y citar a sus promotores, ubicados en Miami y hasta en la más encumbrada posición dentro de la Casa Blanca.
El ex procurador panameño, Rogelio Cruz, amigo de sus amigos miamenses y depuesto tiempo atrás por la Corte Suprema local por sus lazos con los carteles colombianos de la droga, es el abogado del grupo y el ejecutor de toda una larga sarta de maniobras que han buscado restar fuerza al proceso, tacharlo de ilegítimo y prolongarlo hasta que, cumplidos cuatro años de arresto, y según las leyes panameñas, los culpables pasen a un régimen más distendido de retención -prisión domiciliaria, pongamos por caso- lo que facilitaría su ya mil veces planeada estampida.
Pospuesto en más de una ocasión el inicio de las vistas públicas, la más reciente maniobra de Cruz fue la recusación del letrado actuante Enrique Paniza, quien llevaba el expediente desde sus inicios y en juicio preliminar, en septiembre último, decidió la continuación del proceso.
Paniza, tildado de parcial por la controvertida defensa, aceptó ser removido, pero su sustituto del tribunal quinto penal, José Hoo Justiniani, confirmó la realización de las vistas a mediados de este marzo, e incluyó además una fecha alternativa, también dentro del mes de marras, en caso de que la primera cita quedara trunca por cualquier inconveniente.
Hoo dio validez a los 46 tomos que componen la instrucción de cargos y que incluyen cuestionarios a Carlos Bares, director de la Policía Nacional; a Alejandro Garuz, de la guardia presidencial istmeña, y a Pablo Quintero, en noviembre de 2000 jefe de los servicios locales de inteligencia. Asimismo, ratificó las acusaciones que enfrentan los encartados, a saber: posesión de explosivos (casi 35 kilogramos), atentado contra la seguridad colectiva y la fe pública, falsificación de documentos y asociación ilícita para delinquir.
No obstante, y de forma paralela, el diario istmeño El Siglo, hacía referencia días atrás al sonado interés de la Casa Blanca, ligada a la FNCA, de tramitar la excarcelación de Posada Carriles, Escobedo, Remón y Sampol, viejos y fieles colaboradores de los sectores más reaccionarios dentro de USA.
El rotativo se preguntaba a qué viajó el mismísimo secretario norteamericano de Estado, Colin Powell, a Ciudad Panamá en los primeros días de noviembre pasado, si no a decirle al oído a la presidenta Mireya Moscoso, que a George Bush le interesa mucho que sus terroristas sean juzgados como reos en ausencia.
A ello deben sumarse las campañas pagadas desde Miami para presentar a los asesinos como "pobres y enfermos ancianos" entrampados por artimañas del G-2 cubano, la placidez casi bucólica que se les ha proporcionado durante su "encierro" en el penal El Renacer, a orillas del Canal, y hasta la aureola de "artista de la plástica" que algunos quisieron conferirle a Carriles al exponer públicamente cuadros de su autoría concebidos "en los días de prisión", sin olvidar las siempre permanentes intenciones de organizar otra "espectacular fuga".
No debe olvidarse, además, que el gobierno de Panamá no aceptó la extradición de estos criminales a Cuba, víctima fundamental de sus crímenes, ni de Posada Carriles a Venezuela, de cuyas cárceles escapó años atrás cuando cumplía condena por la voladura de un avión comercial cubano con más de 70 pasajeros a bordo sobre las aguas de Barbados, hace casi tres décadas. Las autoridades locales se estimaron entonces lo suficientemente capaces de hacer justicia.
Mientras, mucho dinero, muchas influencias y demasiadas presiones han viajado desde territorio norteamericano al istmo en todo este tiempo, y es de esperar que la campaña prosiga a todo trapo, aun si los cuatro terroristas fuesen condenados de una vez y por todas a pagar sus cuantiosas culpas.
"Los muchachos"
Luis Clemente Faustino Posada Carrilles, químico azucarero en la región de Cienfuegos, casado entonces con Nievelina González y padre de dos hijos, dejaría de mezclar dulces para terminar combinando mortíferos explosivos.
Salió de la Isla en l961 luego de que entrara, un año antes, en la embajada de Argentina en La Habana, y de inmediato estrechó lazos con los elementos de origen cubano que desde el exterior promovían la "línea dura" contra su país de origen. Captado y entrenado por la CIA en las artimañas de la subversión armada y vinculado a los preparativos de la invasión por Playa Girón, acumula una "hoja de servicio", que, según algunos medios de prensa, lo ubican como uno de los terroristas más peligrosos del planeta, junto a su émulo y carnal, el "pediatra asesino", Orlando Bosh, a quien George Bush, padre, otorgó seguro refugio en Miami al anular en julio de 1990 la orden de expulsión decretada en su contra por el Servicio de Inmigración de los Estados Unidos.
Un rápido vistazo a la actividad criminal de Posada Carriles lo ubica en l963 en la plaza Dealey, de Dallas, Texas, en el instante en que era baleado allí el presidente John F. Kennedy.
Chauncey Holt, un pretendido vagabundo que "merodeaba" por allí, en realidad sicario de la mafia norteamericana e involucrado también en el magnicidio, reconoció a Posada entre los contrarrevolucionarios sumados al atentado y presentes en el lugar, incluso para apretar el gatillo en caso de necesidad. Holt trabajaba a las órdenes del conocido capo Meyer Lansky. Orlando Bosh también fue visto en el área, y además se habla de la complicidad en el hecho de Guillermo Novo Sampol y su hermano Ignacio, según rezan otros testimonios que recién aparecieron a la luz pública a cuenta del negociante holandés Wilm Dankbarr, empeñado en desentrañar la verdad en torno al caso Kennedy.
Pero la historia de Posada seguiría su tortuoso curso. Bajo los seudónimos de Ramón Medina, Ignacio Medina, Juan José Rivas, Julio César Dumas y Franco Rodríguez Mena, entre otros, se le vio recorrer buena parte del continente como "asesor" CIA a cuerpos represivos del área, sin abandonar sus planes anticubanos.
Luego de su fuga de una cárcel venezolana, donde cumplía condena por el crimen de Barbados, marchó a Centroamérica, donde apoyó a los cuerpos contrainsurgentes. En El Salvador encontró refugio seguro al lado de su pareja Helsie Titi Bosh, fallecida en l999. Es desde aquí que Posada, con financiamiento de la FNCA, reclutaría poco después a mercenarios locales para enviarlos a La Habana a colocar explosivos en hoteles y otras instalaciones turísticas.
No faltaron sus servicios a la DINA chilena, encargada de la represión interna en Chile luego del derrocamiento de Salvador Allende, y parte esencial del macabro Plan Cóndor para el asesinato de opositores a las dictaduras sudamericanas.
Carriles se involucró además en el escándalo Irán-Contras, que mediante la venta de cocaína en barrios negros norteamericanos, financiaba los pertrechos de las bandas armas antisandinistas en Nicaragua.
Mientras tanto, nunca se desligó de las intenciones de asesinar al Comandante en Jefe Fidel Castro, y su mano estuvo en los intentos de magnicidio durante una posible visita del mandatario cubano a Honduras para la toma de posesión, en l993, del presidente Carlos Alberto Reina, y un año después en Cartagena de Indias durante la IV Cumbre Iberoamericana.
La reincidencia en Ciudad Panamá en noviembre de 2000 y la oportuna denuncia de Cuba, terminaron con su apresamiento.
El inocente
Gaspar Eugenio Martínez Escobedo se proclama no culpable ante la prensa istmeña. Nuca violó las leyes del país, insiste una y otra vez. De haber volado en pedazos el paraninfo de la universidad local en noviembre de 2000, otra sería su versión y más larga y sangrienta su historia de crímenes.
Jiménez Escobedo fue entrenado en 1961 por la CIA en el manejo de explosivos y fue miembro de las organizaciones terroristas Abdala, Cuba Independiente y Democrática, y sustituyó al terrorista Orlando Bosh al frente de la titulada Coordinadora de Organizaciones Revolucionarias Unidas (CORU), por encontrarse este último detenido en Venezuela después del crimen de Barbados. Autor y ejecutor de varios atentados contra funcionarios cubanos en el exterior, había abandonado el país como partícipe de la frustrada conspiración del traidor Hubert Matos en l959.
Es conocido que en compañía de los también terroristas Gustavo Castillo y Orestes Ruiz Fernández, intentó el 23 de julio de 1976 el secuestro del cónsul cubano en la ciudad mexicana de Mérida, Daniel Ferrer Fernández, en el que resultó asesinado el técnico de la Flota Camaronera Caribe, Artaignan Díaz Díaz. Luego de varios meses en prisión logró evadirse, y un año después es detenido por las autoridades norteamericanas, acusado de violar la Ley de Neutralidad del Gobierno de EE.UU., aunque fue puesto en libertad rápidamente.
En 1986 marchó a El Salvador, donde se unió a Luis Posada Carriles para organizar planes de atentados contra el presidente Fidel Castro. Entonces Posada encabezaba un campamento militar repleto de pertrechos destinados a la contrarrevolución en Nicaragua.
En 1993 Jiménez Escobedo se vinculó al grupo paramilitar de la Fundación Nacional Cubano Americana, en la cual se desempeñó como "guardaespaldas" del ex directivo de esa organización, Alberto Hernández. Ese mismo año tomó parte en los preparativos para atentar contra Fidel ante su posible presencia en Honduras, plan que quedó pospuesto para Colombia en 1994, durante la IV Cumbre Iberoamericana. Fue además uno de los principales enlaces de la FNCA con Posada Carriles en el abortado plan de Panamá, en función de lo cual se trasladó a Centroamérica para reunirse con este último y entregarle una fuerte suma de dinero. Desde luego que él sería uno de los ejecutores directos.
Un artículo firmado por Jean Guy Allard, especialista en el tema y divulgado por medios internacionales de prensa, abunda en el expediente de este elemento terrorista:
En 1975, Jiménez se sumó a una conspiración fracasada para asesinar al presidente Fidel Castro en ocasión de su primera visita a Jamaica.
El 30 de abril de 1976 ejecutó un atentado contra Emilio Milián, director de la emisora WQBA-AM, quien condenaba el terrorismo en su programa Habla el Pueblo. Ese día, cuando el locutor montaba en su coche y encendía el motor, una explosión le arrancó las dos piernas.
En junio de ese año, Jiménez se sumó a Orlando Bosch en la creación de la Coordinadora de Organizaciones Revolucionarias Unidas, en el curso de una reunión secreta sostenida en República Dominicana a solicitud del entonces jefe de la CIA, George Bush, con el propósito de unificar los grupos terroristas anticubanos.
"El CORU pronto multiplicaría los atentados e incluso los asesinatos políticos a través de toda América Latina, en un frenético programa de sabotajes y actos terroristas contra Cuba, al que denominó La guerra por los caminos del mundo. Muchas de estas acciones se realizaron en estrecha asociación con la temible policía política del dictador fascista Augusto Pinochet, la DINA" -explica Allard en su análisis.
En el curso de esta operación terrorista de gran envergadura, por lo menos cinco veces fueron atacados objetivos panameños con atentados organizados directamente por la cúpula conformada por Bosch, Jiménez, Luis Posada Carriles y demás capos de las pandillas anticubanas asociadas en el CORU.
El 8 de septiembre de 1976 Jiménez ordenó el secuestro de dos custodios de la embajada cubana en Buenos Aires, Crescencio Galañena Hernández y Jesús Cejas Arias en una operación conjunta con la DINA chilena y los represores argentinos. Los dos hombres fueron sometidos a crueles torturas hasta ocasionarles la muerte. Sus cadáveres fueron enterrados secretamente, pero poco después, con el propósito de eliminar toda evidencia, los cuerpos se exhumaron y se fundieron con los cimientos de un edificio.
Gaspar Jiménez confesaría los detalles del crimen ante el agente encubierto de la seguridad cubana Pedro Escalona. Le diría además que había tomado parte en la preparación del atentado contra el avión de Cubana de Aviación que estalló en pleno vuelo, después de despegar de Barbados con 73 personas a bordo.
En este período, un informe del FBI sobre las actividades criminales contra Fidel Castro en los Estados Unidos (Survey of Anti-Castro Cuban Terrorist Activities in the United States) ubica a Gaspar Jiménez Escobedo como una de las principales figuras del terrorismo miamense. Jiménez se incorporó más tarde a la dirección de la Fundación Nacional Cubano Americana.
A Jiménez Escobedo se le conoce además como un obseso en la intención de eliminar físicamente al Comandante en Jefe. En ese sentido recuerda el analista que en 1991, junto a sus actuales cómplices, ideó un frustrado ataque con un cohete tierra-aire al avión que utilizó Fidel durante la I Cumbre Iberoamericana, celebrada en México.
A finales de 1993 participó en la organización del ya mencionado plan para atentar contra el Presidente cubano cuando la toma de posesión del mandatario hondureño Carlos Roberto Reina. Insistió en 1994, en ocasión de la IV Cumbre Iberoamericana de Cartagena de Indias. Allí Posada Carriles logró introducir un fusil Barret calibre 50.
En 1997 y 1998 también Jiménez se encuentra involucrado en planes para asesinar a Fidel en medio de sus visitas a Venezuela y la República Dominicana, siempre al lado de su capo predilecto, el septuagenario Posada Carriles, y con el soporte millonario de la FNCA.
Un hijastro bien conocido
La policía de Nueva Jersey tiene en su poder un grueso expediente del terrorista de origen cubano Guillermo Novo Sampol y de su hermano Ignacio.
Su actividad criminal comenzó desde muy temprano. En l961, a cuenta del titulado Movimiento Nacionalista Cubano, donde llegaría a la máxima dirigencia, y se sumó a los grupos que invadirían a Cuba por Playa Girón en abril de ese mismo año. No pudo consumar sus intenciones porque aquella aventura apenas resistió 72 horas el empuje de las fuerzas revolucionarias.
Idólatra de la violencia, se integró entonces a los llamados Comando Cero y en l964 disparó con una bazuca contra la sede de la Organización de Naciones Unidas, en Nueva York, en los instantes en que el Comandante Ernesto Guevara hacía uso de la palabra en nombre de nuestro país. Entonces fue arrestado, pero quedó de inmediato libre bajo palabra, luego de pagar una fianza de 15 mil dólares.
Dos años después volvía a caer en manos de la policía de Nueva Jersey junto a su hermano Ignacio, por tenencia ilegal de explosivos. Entonces la "justicia" norteamericana les impuso 250 dólares de multa y dos años de libertad bajo palabra.
Guillermo no tuvo reparos en sumarse al CORU, organizado por Orlando Bosh, y fue un ente activo en los más de cincuenta atentados dinamiteros ejecutados por esa organización a lo largo y ancho del hemisferio contra entidades cubanas o extranjeras con vínculos con la Isla.
En l973 volvió a ser puesto a disposición de la corte del distrito de Nueva Jersey por violación de la Ley de Neutralidad al tomar parte en acciones terroristas contra el consulado cubano en Montreal, Canadá, y contra un buque de nuestro país, lo que implicó una pena de seis meses de confinamiento y cinco años de libertad bajo palabra.
A Novo Sampol se le asocia además con la dirección de redes terroristas en Nueva Jersey, y está confirmada su participación directa en el asesinato del ex canciller chileno Orlando Letelier y su colaboradora norteamericana Ronni Moffit.
A finales de la década de los ochenta, su instinto lo lleva a integrarse a la Fundación Nacional Cubano Americana, que bajo un manto civilista aupaba y aúpa el terrorismo más brutal contra nuestro país. Es adscrito a este grupo mafioso que se enrola en el intento de magnicidio contra Fidel en Panamá.
Lo afirma el FBI
Pedro Remón Rodríguez, dicen los que lo conocen, es un asesino a sangre fría. Su gusto por ejecutar directamente los actos terroristas y asistir a la agonía de sus víctimas resulta proverbial.
Nació en Cuba en l945 y abandonó la Isla para ser entrenado por la CIA en Fort Benning como uno de los "especialistas"en armas y explosivos que intervendrían en la invasión por Playa Girón. Abortada la aventura militar, pasó a las filas de las entidades terroristas anti-cubanas organizadas por la inteligencia norteamericana.
El FBI lo conoce a fondo, en especial los detectives Larry E. Wack y Robert Brand, que siguieron su trayectoria durante muchos años.
El expediente elaborado por estos investigadores menciona los estrechos lazos de Remón con Luis Posada Carriles, y lo vincula por primera vez a actividades violentas luego de su arresto en octubre de l982 por transportar armas y explosivos destinados a dar muerte a Raúl Roa Kourí, entonces jefe de la misión cubana ante la ONU.
Además, se sumaban a este hecho la colocación de una veintena de bombas en varias ciudades norteamericanas, el asesinato por su mano del diplomático cubano ante Naciones Unidas, Félix García y la ejecución del emigrado Eulalio José Negrín, proclive al diálogo con la Isla. Pedro Remón no tuvo reparos en balear a Negrín frente a su pequeño hijo. Ante tal cúmulo de evidencias, la justicia norteamericana lo condenó a diez años de prisión.
Este sujeto es el autor confeso de la colocación de una bomba en la misión cubana en la ONU en diciembre de l979, de otra ese mismo mes en la entonces representación soviética ante el máximo organismo internacional, y poco después en la oficina de Aeroflot en Nueva York.
La confesión al FBI de Nellie Monzón, concubina de Remón, precisó que este terrorista nunca viajaba si no llevaba consigo explosivos y varias armas de diferente calibre.
En septiembre de l982, por cuenta del grupo criminal Omega 7, Pedro Remón colocó una bomba en el consulado de Venezuela en Miami, como parte de las acciones para lograr la excarcelación y envío a los Estados Unidos de Orlando Bosh, una de las principales figuras en la voladura de un avión comercial cubano sobre las aguas de Barbados.
Obsesivo con los planes para poner fin a la vida del líder cubano, Fidel Castro, no tuvo escrúpulos en asociarse a su viejo amigo Posada Carriles para intentar materializar su viejo sueño en suelo istmeño.
Solo que a Remón, como a Posada, a Novo Sampol y a Jiménez Escobedo, el tiro, en esta ocasión, les salió por la culata. La aventura de Panamá debería ser la última.
(17 de marzo de 2004)