Granma Diario
Diciembre 21, 2000
El odio los cría y la FNCA los junta
FELIX LOPEZ
Hasta el Diablo tiene derecho a molestarse con esta analogía que
se me
antoja alrededor de Luis Posada Carriles y sus correligionarios de Miami.
Ni al más
malvado personaje de los textos bíblicos —"dueño del
mal en el más allá"—, se le
ocurriría las atrocidades que los enemigos de la Revolución
cubana han planeado y
realizado en las últimas cuatro décadas.
Difícil, y hasta risible, es hacer creer que el criminal apresado
en Panamá ha
llevado su vida de topo-activa-bombas al margen de los capos de la mafia
anticubana, la CIA y el gobierno de los Estados Unidos. Todo lo contrario.
De
ellos nació y a sus causas se debe. Veamos qué los relaciona.
CONEXION BACARDI
En la segunda mitad de 1960, el zar de la Compañía Bacardí,
José
Pepín Bosch, decidió bombardear las refinerías de
petróleo
nacionalizadas por la Revolución: soñaba que dejando a Cuba
en
tinieblas se crearía un estado subversivo nacional (1). La idea,
tragos incluidos, reunió en torno a su negocio político a
una recua
de contrarrevolucionarios, resentidos y explotadores.
Para cumplir su objetivo, Pepín compró un viejo avión
B-26 que fue
situado en Costa Rica en espera de la señal de despegue. Todo
estaba listo, incluidos los dos cohetes facilitados por la dictadura
brasileña, cuando un "indiscreto" periodista del The New York
Times llevó la denuncia a las páginas de su diario. Al gobierno
de
San José, descubierta su complicidad, no le quedó otro remedio
que mandar a retirar el bombardero.
Después sobrevino la debacle de la brigada mercenaria 2506,
bochorno moral y político que todavía les duele... Y el cabeza
pensante de la Bacardí, molesto por la derrota y el dinero perdido,
se dio a la tarea de reorganizar a la contrarrevolución y planear
una
segunda invasión a la Isla. Fue así como nació, a
inicios de 1964, la
Representación Cubana en el Exilio (RECE).
Recordemos quiénes la dirigieron: el jefe militar era Erneido Oliva,
ex oficial batistiano, hombre de confianza de la CIA y segundo al
mando de la brigada 2506. Al ser llamado a "filas", llevaba ocho
meses preparándose en Fort Benning, base de la CIA
especializada en cursos de propaganda, acciones encubiertas,
comunicaciones, espionaje y operaciones clandestinas (2).
Como responsable político fue nombrado Ernesto Freire, mano
derecha de William Donovan, uno de los principales organizadores
de los Servicios de Inteligencia estadounidenses y el hombre
encargado de negociar con el Gobierno cubano uno de los más
famosos canjes de prisioneros de la historia: mercenarios por
compotas.
Otro que ascendió a la cúpula terrorista, a pesar de no haber
sido
elegido en el "referendo" orquestado por Pepín, fue Jorge Mas
Canosa, un casi desconocido dirigente estudiantil del Movimiento
Demócrata Cristiano. Había participado en la invasión
por Playa
Girón, aunque nunca quedó bien claro el porqué no
desembarcó ni
combatió. Lo cierto es que a la velocidad de un rayo se convirtió
en
responsable de publicaciones y relaciones públicas de la
mencionada organización contrarrevolucionaria.
Poco tiempo después, Mas Canosa, apoyado por Tony Calatayud
(destacado activista militar y terrorista), hizo sus "trampitas" al jefe
del clan Bacardí y terminó liderando la RECE, convirtiéndola
"en
uno de los grupos más fuertes de la época" (3). En este caso,
más
fuerte quiere decir más agresivo, beligerante y criminal.
En su actividad de "relaciones públicas", Mas Canosa decidió
quién
sería el "insustituible" jefe de operaciones de la RECE: Luis Posada
Carriles, que entonces no tenía tantos nombres, ni tantos
pasaportes, pero ya había pasado su correspondiente curso de
asesino en Fort Benning, lugar donde ingresaron los dos en 1963,
confiados de que Kennedy no demoraría una segunda invasión.
Como las órdenes nunca llegaron, Mas Canosa y Posada dejaron
el ejército, y comenzaron su propia guerra. El primero (y más
joven
de los dos) emergió como cara pública del Miami anticubano.
Se
convirtió en empresario y construyó una turbia fortuna que
se
calcula excedió los 100 millones de dólares. Dinero suficiente
para
cortejar a presidentes y políticos (Reagan, Busch y Clinton) y
cabildear en el Congreso y la Casa Blanca para que endurecieran
su posición hacia Cuba.
Posada, siniestro al fin, se convirtió en el líder del ala
militar,
conspirando a la sombra y asociándose con funcionarios de
inteligencia, militantes anticubanos y gangsters. De su actitud ética
opinaría años después Ramón Font, uno de sus
subordinados en
los mercenarios Comandos L: "Posada trabaja dondequiera...,
porque no tiene ideología, sino una sola meta: acabar con Castro".
Ahora, entre los tantos desclasificados del Gobierno de los Estados
Unidos, hay varias pruebas del constante financiamiento de Mas
Canosa a las actividades terroristas de Posada Carriles. Una de
ellas, es un memorándum del FBI que revela cómo la CIA entregó
a
Mas Canosa cinco mil dólares para que los hiciera llegar a Posada
Carriles. ¿El destino? Cubrir los gastos del sabotaje a un barco
cubano en el puerto de Veracruz (4). Pero del dinero seguiremos
hablando más adelante...
CONEXION ORLANDO BOSCH
Tratando de atraer el voto de los sectores anticubanos de Miami, en
1976, el presidente Gerald Ford buscó dos nuevos blancos en
Cuba: la solidaridad con el movimiento independentista
puertorriqueño y la contienda internacionalista en Angola. La mafia
volvió a desaforarse, y la CIA (deseosa de no perder el control)
la
presionó para que se reunieran en República Dominicana.
De ese encuentro nació (otro mal parto) la Coordinadora de
Organizaciones Revolucionarias Unidas (CORU). Para dirigirla,
¿eligieron? a Orlando Bosch, entonces asesor de la tenebrosa
policía política chilena DINA. A la hora de brindar por el
éxito del
nuevo club terrorista, entre quienes chocaron copas se encontraba
su amigo Luis Posada Carriles.
Días después de aquel encuentro, en agosto de 1976, CORU
tenía
su bautismo de sangre: una bomba destrozaba el vehículo donde
viajaba el ex canciller chileno Orlando Letelier y su secretaria
estadounidense. El hecho había ocurrido en una céntrica avenida
de Washington, pero las investigaciones posteriores conducían a
varios exiliados cubanos en Miami, todos operando para la CIA y la
DINA chilena.
El seis de octubre, todavía calientes los hierros retorcidos del
automóvil donde murió Letelier, Posada y Bosch hicieron estallar
en
pleno vuelo un avión cubano. Frente a las costas de Barbados, la
contrarrevolución dejaba la más repugnante huella de sus
actividades terroristas contra el pueblo cubano.
Años después, vanagloriándose de su expediente criminal,
Posada
contó a dos periodistas del The New York Times: "La CIA nos lo
enseñó todo..., cómo usar explosivos, cómo
matar, hacer
bombas... Nos entrenaron en actos de sabotaje. Cuando los
cubanos trabajábamos para la CIA nos llamaban `patriotas'. Ahora
nos llaman terroristas. Los tiempos han cambiado" (5).
CONEXION CENTROAMERICANA
En agosto de 1985, después que Mas Canosa pagara 28 600
dólares en sobornos, Posada Carriles huyó de una cárcel
venezolana. En su autobiografía (The ways of the warrior/Los
caminos del guerrero) detalla cómo aterrizó directamente
en
Ilopango: "Félix Rodríguez, alias Max Gómez, compañero
mío de la
brigada (2506), sin que yo lo sepa me está esperando en una pista
militar en territorio salvadoreño" (6).
Pero leamos qué escribió Posada sobre su presencia en Ilopango:
"Tomé parte en las operaciones de suministros que, desde El
Salvador, con viajes casi diarios a Nicaragua, realizaban las
Fuerzas Aéreas de Suministros, financiadas y dirigidas desde
Washington por el teniente coronel Oliver North".
"Un grupo de Miami, gente muy calificada, entre los que están Jorge
Mas Canosa, Feliciano Foyo, Pepe Hernández y otros, han hecho
un `pull' para solventar mis necesidades económicas (...) Me
asignan una cantidad de dinero suficiente que me llega
regularmente todos los meses". Mientras participa en la cruzada
anticomunista de Reagan, vuelve a salir el dinero sucio de sus
socios.
Pero el "ex ayudante de Oliver North" no tardó en regresar al
submundo invisible de actividades clandestinas, intrigas políticas
y
asesinatos. En 1988 abandonó su puesto de asesor del presidente
salvadoreño José Napoleón Duarte y se fue tras la
silla de Vinicio
Cerezo, quien lo nombró, confidencialmente, ayudante de
seguridad de la presidencia guatemalteca. De allí fue corrido a
tiros
por alguno de sus enemigos.
En 1990, volvía a asomar la cabeza por Honduras, país donde
se
frustra, una vez más, el plan de volar un barco cubano. Cuatro años
después, durante la Cumbre Iberoamericana de Cartagena, Fidel
se escapa de la mira telescópica. Falla otro plan de asesinato.
Se
pierden los 50 000 dólares enviados por la FNCA para financiar la
operación de Colombia.
A partir de ese momento, desesperado, se dedicó a reclutar
mercenarios en Guatemala y El Salvador. La historia de las
bombas contra instalaciones turísticas cubanas es harto conocida.
Más recientemente, antes de su detención en Panamá,
un cable de
la agencia AFP, fechado en Managua, daba cuenta de dos entradas
seguidas en ese país. Hasta el más novato investigador descubriría
los motivos.
CONEXION FNCA
"Los idealizados paisajes cubanos que pinta Luis Posada Carriles
no se parecen en nada al mundo que él habita: un mundo de
conspiraciones para matar a Fidel Castro, poner bombas en sus
hoteles y volar sus barcos". Así describieron dos periodistas de
la
Florida las pinturas que el terrorista vende a sus amigos de Miami
por 200 o 300 dólares: "precios patrióticos", dicen con cinismo...
Pero no son esos ingresos, precisamente, los que sufragan sus
crímenes. Tampoco le alcanzaría con lo que cobra como asesor
de
"empresarios", entrenador de guardaespaldas, vendedor de armas
o de falsos habanos Cohiba. El dinero gordo, el de las bombas, le
ha llegado siempre desde Miami.
En la mencionada entrevista del The New York Times, el propio
Posada confesó: "Jorge (Mas Canosa) lo controlaba todo. Cuando
yo necesitaba dinero, él decía que me mandaran 5 mil, 10
mil o 15
mil, y me los mandaban". Calcula que a través de los años
Mas
Canosa le mandó más de 200 000 dólares. "Siempre,
aclaró,
llegaba con un mensaje: Esto es para la iglesia".
La histórica conexión con la FNCA no se fue con Mas Canosa
a la
tumba. La siguieron otros: en 1997, cuando Posada Carriles
preparó, desde El Salvador, los atentados contra las instalaciones
turísticas en La Habana, la señora Clara María del
Valle (accionista
de la Bacardí, hija de otro mercenario de la 2506 y vicepresidenta
de la FNCA) ideó y firmó una carta de apoyo en respaldo de
las
bombas. Que es decir en aprobación del crimen.
Esa proclama, elogiosa del "buen trabajo" de Posada Carriles,
también lleva la firma de uno de sus grandes admiradores y
amigos: Ignacio Sánchez, otro de los directores de la Fundación,
abogado de Bacardí y redactor de una ley que no tardó en
convertirse en una nueva y superior modalidad del terrorismo: la
Helms-Burton.
Nada de lo que aquí se recuerda es secreto. Es información
manoseada, empolvada en los archivos, publicada una y otra vez
desde diferentes puntos de vista. Solo que a veces es necesario
reciclarla y ponerla al servicio de los desmemoriados, de los que se
"desayunaron" por estos días con la presencia de Posada Carriles
en El Salvador, y de los que se asombran de las conexiones entre
tanta gente mala.
Su posibilidad de subsistencia está a la vista de todos: el odio
los
cría y la FNCA los junta.
Notas:
(1) Del libro "El exilio indomable", que escribió Alvaro Vargas
Llosa por encargo y financiamiento de la FNCA. España-Calpe,
Madrid, 1998.
(2) En "Ron Bacardí: la guerra oculta", de Hernando Calvo
Ospina. Editora Abril, La Habana, 2000.
(3) En "Cuba en guerra: historia de la oposición anticastrista",
de Enrique Encinosa. Miami, 1995.
(4) "The Last Investigation", de Geaton Fronzi, quien ha
trabajado como investigador para comisiones especiales del
Congreso de Estados Unidos.
(5) "Eramos patriotas, ahora terroristas", de Ann Louise
Bardach y Larry Rohter, en The New York Times, 8 de julio de
1988.
(6) Félix Rodríguez, agente de la CIA, implicado en la captura
y
el asesinato del Che Guevara en Bolivia; veterano de la
agresión a Viet Nam, es un íntimo amigo del ex presidente
Bush (padre del nuevo "cacique"). Hoy vive en Miami y entra y
sale del edificio de la FNCA como si fuera su propia casa.