Posada y sus sicarios frente a sus crímenes
JEAN-GUY ALLARD Enviado especial
PANAMÁ.— Nunca en sus vidas a los cuatro representantes del terrorismo
miamense detenidos en Panamá les habían dicho en plena cara
lo que son, con tanta fuerza. Estos cuatro individuos que durante más
de 40 años han asesinado, torturado, chantajeado a otros seres humanos
sin escrúpulo alguno, han tenido que escuchar a un apasionado pero
objetivo doctor Rafael Rodríguez, abogado de varios sindicatos panameños,
decirles hasta qué punto "¡son gente sin piedad, sin sentimientos,
sin patriotismo porque ni siquiera conocen la diferencia entre lo malo
y lo bueno!"
Hablando con toda la convicción, el respetado jurista hizo un
análisis impecable de las pruebas para terminar señalando
que los cuatro representantes de los grupos populares, abogados querellantes
en esta causa, no recibieron "ni un real" para cumplir su trabajo: "Nos
mueven los ideales, la sinceridad, la defensa de nuestra Patria" expresó
Rodríguez, visiblemente emocionado.
Durante esta intervención de un académico de gran reputación en su país, orgulloso de haberse siempre consagrado a la defensa de los humildes, Posada y sus sicarios no dejaron de enseñar un evidente malestar.
Hasta el punto que, perdiendo el control de sus nervios, Guillermo Novo —cómplice del asesinato de Orlando Letelier y autor, junto a su hermano Ignacio, de un tiro con bazuka contra el edificio de la ONU mientras el Che se dirigía a la Asamblea General en 1964— se puso a gritar, amenazando frenéticamente con el dedo: "¡El delincuente y el criminal es usted!"
El abogado le contestó ignorándolo.
Pero más tarde señaló cómo el mismo Novo, en alguna oportunidad, expresó la necesidad de realizar acciones terroristas "sin tomar en consideración las pérdidas de vidas humanas".
A Pedro Remón, le reiteró, mirándolo en la cara, todo el horror del crimen que cometió en New Jersey al asesinar al cubano-americano José Negrín. "No le importó hacerlo ante su hijo de doce años", añadió.
"¡Esta es la catadura moral de estos señores!"
ACOSTUMBRADOS A MENTIR, MENTIR Y MENTIR
"Son terroristas internacionales de pura cepa, de 24 kilates", dijo en otro momento el abogado, citando los documentos del FBI.
"Que no nos hablen de deserciones imaginarias, de cuentos de hadas", expresó Rodríguez haciendo referencia a la mentira utilizada por los conspiradores acerca de una supuesta "deserción" de un alto oficial de Inteligencia.
"Esta gente está acostumbrada a mentir, mentir y mentir", añadió al tiempo que enfáticamente expresó: "Si yo soy la defensa y hago tales afirmaciones, yo las pruebo".
Pero Posada y sus cómplices son tan propensos a imaginar cuentos "que Julio Verne les quedó chiquitico".
El letrado explicó por qué se eligió la Universidad de Panamá para la realización del atentado: "Es que la Universidad tiene autonomía y la policía nacional no puede entrar y tampoco lo hace. Sin embargo, ahí puede entrar cualquier persona y cualquier automóvil sin ser revisado. Por eso escogen un hotel muy cercano, el Coral Suite".
Cuando pasan al lado de la Universidad, "piden a Hurtado (el chofer) que fuera lo más despacio posible" y lo mandan a hacer ahí verificaciones.
Por otro lado, Rodríguez tomó la defensa del chofer Hurtado "un hombre sencillo que nunca había cometido delito alguno".
Cuando descubre la presencia en el maletero del carro de la maleta llena de explosivos "que siempre cargaba Posada" se dirige a César Matamoros, su patrón.
Y, cuenta Rodríguez, que este le dice: "Hay que deshacerse de este material", ordenando a su "hombre de confianza" deshacerse del peligrosísimo bulto.
Matamoros "se aprovechó de la inocencia de su empleado".
"Es él quien le dio las instrucciones", concluyó, reclamando la cancelación de las medidas cautelares de las cuales se beneficia hasta ahora el negociante, quedándose en libertad.
COMO SE ASESINÓ A KENNEDY
El abogado recordó cómo —una prueba más del complot— el ahora difunto José Valladares, gran socio de Posada, confesó a la fiscalía haber sugerido a Posada no usar explosivos, sino "un rifle con mirilla telescópica" para cometer el atentado.
"Como se asesinó a Kennedy", precisó Rodríguez en una alusión a la posible participación de Posada en el asesinato del Presidente norteamericano.
Acerca de la desaparición de los detonadores, lo que provocó anteriormente el abandono del cargo de intento de magnicidio, Rodríguez, afirmó dirigiéndose a Posada: "Que no venga a decirnos que las cápsulas detonantes no estaban ahí... él, quien es químico y que fue condenado varias veces por uso de explosivos".
A Pedro Remón le indicó que utilizó contra Cuba, en el pasado, explosivos C-4 "los mismos que maneja Posada Carriles".
El abogado afirmó que, de haberse realizado, el atentado hubiera sido "de imprevisibles consecuencias".
Posada y sus matones "vinieron a Panamá, violando las fronteras, despreciando nuestra soberanía, con el objetivo de asesinar al Presidente Fidel Castro, impedir que se reuniera con el pueblo, con un total desprecio a las pérdidas humanas..."
Ante tal atentado "el pueblo panameño no iba a quedarse quieto e iba a lanzarse a las calles y esto hubiera podido ser el pretexto para que el territorio de Panamá fuera de nuevo invadido".
"Nadie sabe las consecuencias de este acto", dijo, reclamando que se aplicaran en un juicio a los cuatro terroristas la ley panameña que castiga "al que cometa un hecho contra un Jefe de Estado extranjero".
"Gracias a Dios que fueron descubiertos a tiempo", concluyó Rodríguez.
CINCO O SEIS MIL MUERTOS
En otra intervención que emocionó a todo el público presente —salvo el grupito de representantes de la mafia miamense, pues ya varios regresaron a su península— el doctor Julio Berrios, eminente catedrático de la Universidad de Panamá y representante de organizaciones obreras, señaló que el proyectado atentado en el anfiteatro de la Universidad hubiera provocado entre cinco y seis mil muertos.
"Para ellos no es nada, acusó apuntando a los cuatro criminales. ¡Como no fueron nada los 73 muertos del avión de Barbados!"
Revisando los diferentes elementos de la prueba, Berrios señaló cómo, estando en Panamá a poca distancia de la frontera de Costa Rica, Remón penetró en la selva con un aparato GPS de localización. El terrorista, después de su arresto, pretendió haberlo hecho para satisfacer sus "necesidades fisiológicas".
La verdad, indicó Berrios, es que Remón fue a recepcionar los explosivos en esta área llena de senderos que se usan para pasar mercancía de contrabando.
"Por eso, se usa el carro para viajar a Panamá", afirmó al explicar que fue así cómo Jiménez viajó con Hurtado por la carretera hacia la capital, mientras Posada, Remón y Novo usaban una avioneta.
Denunciando, por otra parte, cómo Posada hizo "desde la celda" declaraciones políticas "comprometiendo nuestras relaciones con otro país", Berrios preguntó: "¿Permitirían los Estados Unidos al jeque árabe que detienen ofrecer conferencias de prensa para hacer la apología de Al-Qaeda?"
El abogado, enumerando los crímenes de Posada, "un mercenario internacional quien siempre vendió su conciencia al mejor postor" le recordó cómo había servido a organismos de represión en Nicaragua, en Venezuela y "con Napoleón Duarte en El Salvador".
"Son bandoleros del terror con un rosario de delitos".
Indicó que Panamá es miembro de convenios internacionales que la obligan a reprimir el terrorismo, "a impedir que nuestro territorio se convierta en santuario del terrorismo".
El abogado concluyó con una referencia a los jóvenes atletas, víctimas del crimen de Barbados, cuyas medallas de oro "se hundieron en el fondo del Atlántico".
"Estas medallas lucen ahora como un sol brillante porque va tomar fin
la carrera de estos terroristas, en este día de hoy", concluyó,
previendo una decisión del juez Enrique Paniza a favor de mandar
a juicio a los cuatro terroristas internacionales.