MARIA JOSE GONZALEZ
Reuters
Huancayo, Perú -- El sonido profundo de un silbato rompe
el silencio
que impera en las cumbres de más de 5,000 metros de altura
de los
Andes centrales en Perú.
Un ferrocarril de cinco vagones sube lento pero seguro desde el
nivel del
mar hasta los 4,800 metros de altitud con turistas peruanos y
extranjeros,
quienes extasiados contemplan los picos cubiertos de nieves.
Es el tren más alto del mundo que, después de ocho
años de
paralización, reabrió a fines de julio la ruta
para pasajeros entre Lima y
Huancayo.
Con una longitud de 345 kilómetros, 27 estaciones, 58 puentes
y 65
túneles, este sistema de ferrocarril, pese a no estar
inscrito en el Libro
Guinnes de récords, constituye una de las obras de ingeniería
más
importantes del mundo.
``El atractivo de este ferrocarril es que gana mucha altura en
corta
distancia'', dice el gerente de la estatal Empresa Nacional de
Ferrocarriles (Enafer), Raúl Rosales.
Pero ``la magia radica en nuestro recuerdo de la niñez.
¡Qué niño no ha
jugado con un trencito! Eso está en el subconsciente de
la persona'',
agrega Rosales.
Ahora, añade, hay que rescatarlo del recuerdo y darle el
puesto que
merece dentro del turismo peruano y mundial.
``Nos gustaría, como aspiración de ferroviarios,
que no sólo estuviera en
el libro Guinnes, sino que fuera patrimonio de la humanidad'',
dice
Rosales.
Más de 100 años de historia
La construcción del ferrocarril arrancó en 1870,
de manos del ingeniero
estadounidense Enrique Meiggs, encargado del diseño de
la línea,
mientras que el polaco Ernesto Malinowski trabajó en el
campo con
miles de hombres, sobre todo asiáticos, en el tendido
de los carriles.
Pero fue en 1908, tras varias interrupciones por la guerra con
Chile
(1879) y cambios en la administración, que la línea
llegó a Huancayo,
ciudad ubicada a 300 kilómetros al este de Lima y la más
importante del
centro de Perú.
El tren sube una pendiente de 4.5 por ciento, algo casi único
en el
mundo, a través de 19 ``V'' o zigzags.
``El tren, como una carretera, debería poder dar la vuelta,
pero como no
puede negociar curvas cerradas, ya que tiene un radio de curvatura
mínimo (...) la solución es que vaya haciendo como
un zigzag, en vez de
dar la vuelta, retrocede y sigue subiendo en el otro sentido'',
explica
Rosales.
Es decir, en un momento, la locomotora hala y en otro empuja los
vagones.
``Fue una forma ingeniosa para la época. Hoy en día
se hubiera
solucionado con túneles, pero hay que situarse en el siglo
pasado'', añade
el funcionario.
En Perú hay tres líneas férreas: la del sur,
que une a Arequipa, Puno y
Cusco, la de sudoriente, Cusco-Quillabamba, y la de Lima y Huancayo,
que atraviesan una accidentada geología y los variados
climas de este
país andino.
También está el conocido ``tren macho'', apelativo
ganado en el pasado
``porque salía cuando quería y llegaba como podía'',
que une las
ciudades de Huancayo y Huancavelica, en el sudeste del país.
Sin embargo, sus carriles son más angostos y ahora es más
puntual,
aclara Rosales.
Debido a los ataques guerrilleros, que desangraron a Perú
en la década
de los años 80 y parte de la actual, se suspendió
el transporte de
pasajeros del tren más alto del mundo y sólo quedó
abierta la ruta para
los trenes de carga.
``Estimamos en $50 millones los daños durante la década
pasada por
ataques terroristas. Cerca a Huancayo, en el puente Mantaro,
nos
volaron un tren completo que cayó al río. Felizmente
no era de
pasajeros'', cuenta Rosales.
Rosales dice que actualmente Enafer desarrolla un proceso de
privatización para dar en concesión el manejo de
los ferrocarriles a la
empresa privada a partir del próximo año.
Un viaje como ninguno
Según estudios especializados, hay un potencial de dos
millones de
turistas ferrocarrileros en el mundo.
``Uno de nuestros objetivos al reabrir la línea es atraer
más turismo hacia
la región central de Perú. Hemos podido apreciar
que sobre todo al
turista extranjero le agrada viajar en ferrocarril'', afirma
Rosales.
``Yo he esperado tres años para viajar en este tren (...)
he venido
especialmente a montarme y es lo más difícil que
he visto para manejar'',
dice José Cajzek, maquinista de trenes en Eslovenia.
El viaje comienza en la histórica Estación de Desamparados,
ubicada
detrás de Palacio de Gobierno, en el centro de Lima, que
da la
bienvenida a los turistas mostrando aún el esplendor que
tuvo a
comienzos de siglo.
Dejando atrás la bruma que cubre Lima en invierno, el paisaje
y el clima
cambian a medida que el tren asciende.
El tren, a una velocidad promedio de entre 30 y 40 kilómetros
por hora,
va dejando atrás barriadas de la periferia de Lima, donde
sus pobladores
salen extrañados al volver a escuchar el silbido del ferrocarril.
El ascenso fuerte comienza después de la población
de Chosica hasta la
estación de Ticlio, la más alta del mundo, escoltada
por el nevado
Meiggs, llamado así en honor al promotor.
Pero el punto más alto está dentro del túnel
La Galera, que mide 1.2 km
y atraviesa la montaña para comenzar a bajar a Huancayo
a 3,300
metros de altitud.
En su recorrido de unas 12 horas hasta Huancayo, el tren pasa
por la
rica zona minera de La Oroya, donde están los principales
yacimientos
de zinc, cobre y plomo del país.
El complejo metalúrgico, manejado por la estadounidense
Doe Run, con
su gran chimenea y un complejo de tuberías enarbolan el
símbolo de un
progreso que no llega a sus pobladores.
La pobreza sigue siendo el rasgo principal de esta región,
que ven en el
tren un medio de viaje más seguro que los autobuses. La
región de
Huancayo es constante escenario de terribles accidentes, con
autobuses
que caen al abismo causando decenas de muertes.
Copyright © 1998 El Nuevo Herald