¿Cómo Murió 'TITO'?
La investigación forense sobre los emerretistas muertos en la residencia
del embajador Aoki se va centrando en Eduardo Cruz Sánchez `Tito'.
Pasan los días y crece la controversia en torno a lo ocurrido el
22 de abril
de 1997, durante la operación Chavín de Huántar. Tras
las exhumaciones,
los forenses ya investigan la causa de la muerte de los 14 emerretistas
fallecidos en la acción y la atención se concentra en lo
ocurrido con
Eduardo Cruz Sánchez, "Tito", el segundo jefe del comando del MRTA.
La solitaria bala que, al parecer, acabó con su vida es el punto
alrededor
del cual gira toda esta conflictiva historia.
SON días extenuantes y tensos en los lúgubres ambientes de
la Morgue
Central de Lima. Desde el lunes 19, los 10 antropólogos forenses
encargados de
investigar la presunta ejecución extrajudicial de algunos miembros
del MRTA,
durante la operación Chavín de Huántar, examinan,
con ojo de joyero, los
restos exhumados la semana pasada en Lima.
Al cierre de esta edición, el martes 20, habían explorado
apenas 4 de los 14
cadáveres y, aunque mantienen un prudente hermetismo, ha trascendido
que
la piedra de toque para determinar si hubo un acto irregular pasa por saber
cómo murió Eduardo Cruz Sánchez, el subversivo conocido
como "Tito".
La bala que, al parecer, atravesó su cerebro -algo ya determinado
por la
necropsia hecha en el Hospital de Policía- configura un acto extraño,
sobre el
cual discurriría parte de la investigación. Si los miembros
del EPAF (Equipo
Peruano de Antropología Forense) corroboran esto, la acusación
judicial
podría prosperar.
¿Por qué? Los exámenes están aún en
marcha, pero hay indicios de que dicho
disparo habría entrado por el mentón, desde un ángulo
difícil, y habría
destrozado la parte posterior de la masa encefálica de "Tito". Esto
podría
haber implicado un tiro cercano, algo muy distinto al fuego graneado que
recibieron el resto de subversivos.
Es prematuro afirmarlo, pero otras versiones surgidas esta semana abonan
las
sospechas en torno a la muerte del número dos del MRTA en el momento
del
secuestro. Una de ellas, esencial, es la ofrecida esta semana por el general
PNP Máximo Rivera Díaz, ex rehén y entonces jefe de
la DINCOTE.
Rivera ha dado crédito a la versión de Hidetaka Ogura, acerca
de la presunta
ejecución de rendidos, pero no, como han señalado otros medios,
porque
también vio a "Tito" tendido en el piso y amarrado. En realidad
él salió por
otro lado durante el rescate, sólo que ha reconocido que recogió
varias
versiones coincidentes con la del diplomático japonés.
Una de ellas, explicó a CARETAS, la escuchó el mismo 22 de
abril de 1997,
varios minutos después de la operación Chavín de Huántar,
en un ambiente
del Hospital Militar, cuando varios rehenes liberados comentaban con
angustia la resaca de lo vivido. "¿Cuántos muertos? ¿Cuántos
muertos?",
escuchó que preguntaban en medio del alboroto.
"Parece que sólo el doctor Giusti", habría respondido alguien,
para, a continuación agregar
que "a `Tito' lo agarraron vivo". El general PNP dice no recordar exactamente
quién lo dijo,
aunque sí que fue vox populi en ese instante de indescriptible angustia
y que luego volvió a
escuchar esa versión en diversas reuniones sostenidas con los ex
rehenes.
El ex jefe de la DINCOTE también afirma que no todos los emerretistas
dispararon a matar a los rehenes. "Cuando empezó el rescate -cuenta-,
`Leo'
(un emerretista) entró al cuarto y nos dijo: "tírense al
suelo, nomás, no
levanten la cabeza'". Asimismo, señala haber escuchado la versión
de que
"Tito" pretendió huir confundido entre los magistrados.
Curiosamente, esta semana CARETAS recogió, de dos fuentes sumamente
confiables que prefirieron el anonimato, una versión similar que,
de
confirmarse, provocaría aún más controversia. Según
ella, "Tito", sumido en la
desesperación y ya viéndose perdido, le habría pedido
a Alipio Montes de
Oca y a otro vocal supremo que le ayuden a salir con ellos.
Estos le habrían sugerido que se quite rápidamente el uniforme
del MRTA,
para que no sea reconocido, e incluso Montes de Oca le habría prestado
una
camisa. Así, salieron todos a rastras, pero `Tito' fue reconocido
en el
trayecto. No queda claro si alguien delató al subversivo o si simplemente
algún comando se dio cuenta de su presencia.
Lo curioso es que esta versión coincide en cierto modo con la de
Ogura,
cuando éste señala que `Tito' estaba amarrado, boca abajo
y vestido sólo con
un short y un polo de manga corta, es decir sin el típico uniforme
emerretista.
Después, coinciden ambas versiones, fue llevado de vuelta a la residencia
por
un comando y luego apareció muerto.
Algunos rehenes, de acuerdo a esta versión, entre ellos Ogura, se
habrían
sorprendido luego al saber que "Tito" también habría muerto.
Pero aún más.
El ex ministro de Agricultura Rodolfo Muñante, en una entrevista
concedida
48 horas después del rescate a la periodista Ineke Holt del diario
holandés De
Volkskrant, sostuvo algo difícil de olvidar.
"En el cuarto de los jueces -habría declarado Muñante- había
un chico. `Me
rindo, me rindo', gritaba. El intentó sacarse desesperadamente el
armamento,
el chaleco con granadas. Pero tenía tantas que no lo conseguía.
Observé bien:
él se entregó a los jueces...". ¿Se trataba de "Tito"?
El ex ministro luego
desmintió lo dicho, pero la duda quedó flotando.
Muñante luego ha firmado el comunicado difundido el martes 20 por
algunos
ex rehenes -casi todos vinculados al régimen anterior-, en el que
éstos,
además de discrepar con Ogura, señalan que el humo de las
explosiones y el
fuego cruzado "hacían imposible la visibilidad". Todo ha quedado
nublado
entonces, aunque no para la fiscal Flor de María Alva.
Esta semana, citó a su despacho a varios ex rehenes, entre ellos
al almirante
Luis Giampietri, quien habría reiterado ante ella parte de lo que
declaró en la
edición anterior de CARETAS. La novedad, sin embargo, es que también
habría citado a ex comandos que participaron en el asalto y por
lo menos uno
de ellos habría contado una historia hasta ahora escondida.
Según fuentes judiciales consultadas por CARETAS, uno de los comandos
habría
confirmado que cuando rescataban a los rehenes japoneses aparecieron dos
emerretistas en ese cuarto, que era de Ogura y estaba contiguo al de los
jueces. Estos
habrían sido una de las mujeres, aquella a la que llamaban "La Gringa"
(Melissa) y el joven
conocido como "Dante".
¿Qué ocurrió en realidad? Hay todavía mucho
que investigar y, aun cuando los indicios van
dibujando dudas alrededor de la muerte de "Tito", no debe olvidarse el
hecho de que sí hubo
un cruento enfrentamiento entre emerretistas y comandos, por lo menos parcialmente,
que
devino en la muerte del teniente Jiménez y el comandante Valer.
Reconocer eso, sin embargo, no significa adherirse a la reacción
destemplada
y maliciosa del ex oficialismo, que está levantando el manido argumento
del
rebrote terrorista para bloquear cualquier investigación y para
espetarle al
actual gobierno su supuesto descuido. Con las exhumaciones, en suma,
volverán todos los males, según este torvo parecer.
Por si fuera poco, la situación generada en el penal de Yanamayo
en los
últimos días, justamente por internos del MRTA, y el juicio
a Lori Berenson
(ver recuadro) han coronado un panorama en donde se agitan fantasmas y
se
pesca a río revuelto. Los subversivos, por ejemplo, quieren convertir
las
exhumaciones en pruebas consumadas y revivir un protagonismo extinguido.
Pero el ministro de Justicia Diego García Sayán ha dicho
ya que "no hay
ningún ultimátum que escuchar", refiriéndose a la
inaceptable exigencia, hecha
por los subversivos, para que trasladen a algunos de sus presos a Lima.
Ese
mismo criterio, acaso, debería valer para todas las circunstancias
que rodean
a la espinosa investigación de lo ocurrido en abril de 1997.
Nadie tiene derecho a exigir silencio, que no se sancione a los responsables
si
se comprueba que hubo ejecuciones, que se aplace hasta el infinito la
investigación. Asimismo, nadie puede amenazar con "tirarse abajo
Yanamayo", como habría dicho Lucero Cumpa, menos aún si el
MRTA más
de una vez secuestró sin tiempo y sin compasión a algunos
ciudadanos.
Si se trata de rescatar la verdad en medio de los escombros de un hecho
terriblemente sangriento, los plazos perentorios, las amenazas, las extorsiones
son un estorbo. Sólo en medio de una sana libertad se podrá
ir develando qué
pasó aquel 22 de abril de 1997 y si la muerte de "Tito" constituyó
o no un
ataque artero al deseo último de seguir viviendo (Ramiro Escobar
y Paola
Ugaz).