Excavando la Verdad
Exhumaron los cadáveres de los emerretistas muertos en la operación
"Chavín de Huántar". En 15 días se sabría si
alguno fue ejecutado
extrajudicialmente.
Al cierre de estas líneas, en medio de una gran polvareda política,
estaba por
concluir la exhumación de los cuerpos de los 14 miembros del MRTA
muertos el 22
de abril de 1997, durante el rescate de los rehenes en la residencia del
embajador
japonés en el Perú, Morihisa Aoki. La batahola amenazaba
con crecer y ya en el
penal de Yanamayo los emerretistas protagonizaban un motín (protestaban
porque, según ellos, ya se "demostró" que hubo ejecuciones;
mientras, desde el ex
oficialismo, se alzaban voces furiosas que alertaban sobre una "conversión
de los
terroristas en héroes". ¿Son justificados estos temores?
De lo que se trata, en rigor,
es de comprobar si, como ha reiterado el diplomático japonés
Hidetaka
Ogura, un ex rehén del MRTA, se produjeron ejecuciones extrajudiciales
durante la operación "Chavín de Huántar". Esto no
cuestiona de ninguna
manera la valentía de oficiales como el teniente EP Raúl
Jiménez y el
comandante EP Juan Valer, muertos en el enfrentamiento con los
subversivos, pero sí abre la posibilidad de explorar los detalles
de la
acción armada, lo que podría poner en problemas a cuatro
personajes
centrales del régimen anterior: Julio Salazar Monroe, Nicolás
de Bari
Hermoza Ríos, Vladimiro Montesinos y Alberto Fujimori. Los cuatro
han
sido denunciados ya por Ronald Gamarra, Procurador Adjunto para casos
de derechos humanos, en tanto que la fiscal Flor de María Alva abrió
ya
una investigación que actualmente está en curso. El tema
es delicado,
toca fibras íntimas de la población y sobre todo de quienes
sufrieron más
de cerca este drama. Debe, por eso, ser tratado con cuidado. Por ello,
CARETAS tomó contacto con Ogura en Tokio y también con el
ex marino
Luis Giampietri, otro ex rehén, quien tiene una posición
muy distinta a la
del ex diplomático nipón. De estas conversaciones surge un
panorama
complejo, que, como las tumbas, aún está por descifrar.
Escribe
RAMIRO ESCOBAR LA CRUZ (*)
APROXIMADAMENTE a las 6 de la tarde del pasado lunes 12, en la sesión
de consejo del municipio limeño surgió una inusitada discusión.
Mientras se
debatía una moción de saludo al nuevo cardenal Juan Luis
Cipriani, Maruja
Valcárcel, regidora de Somos Perú, puso sobre la mesa un
tema sumamente
controvertido.
Acaso influenciada por las exhumaciones iniciadas ese día, la regidora
se sumó
a quienes afirman que sí hubo ejecuciones extrajudiciales durante
la operación
"Chavín de Huántar". Con ello provocó la reacción
del contralmirante (r) Luis
Giampietri, un ex rehén del MRTA y también regidor limeño,
quien, indignado,
pidió la palabra.
Giampietri señaló que iba a decir algo "que había
callado todo este tiempo" y
entonces sostuvo que Hidetaka Ogura, el ex diplomático japonés
que insiste en
su versión sobre las presuntas ejecuciones extrajudiciales, tuvo
un perfil dudoso
durante el secuestro. Dio a entender que, prácticamente, había
colaborado con
el MRTA.
CARETAS buscó al ex marino a la salida de la sesión y éste
reiteró su punto de vista. Agregó que, hacia la mitad del
cautiverio, se elaboraron dos planes alternativos de fuga por
parte de los rehenes, pero éstos se arruinaron porque alguien
avisó a los emerretistas. Esa persona, según Giampietri,
podría haber sido Ogura.
No hay prueba de que esto haya sido así, pero la reacción
del militar en retiro evidencia el clima generado por el
testimonio del ex diplomático, ya expuesto hace dos años
en
un artículo publicado en el diario japonés "Asahi Shinbum".
Ahora, lo ha reiterado y hasta ha dicho estar dispuesto a
declarar ante las autoridades peruanas.
Lo que supuestamente vio (ver recuadro) ha permitido a los
familiares de los subversivos muertos, por medio de
APRODEH (Asociación Pro Derechos Humanos), abrir un
proceso, que pasó a la Procuraduría Adjunta para casos de
Derechos Humanos, dirigida por Ronald Gamarra, y luego a
la fiscal Flor de María Alva, quien ahora investiga.
Así que se llegó a las exhumaciones que el país ha
visto
estos días, en medio del espanto y de arengas de familiares
de los emerretistas. Pero más aún: se abrió otra puerta
para que el paraguas
que el gobierno nipón ha puesto sobre Alberto Fujimori se empiece
a cerrar. Si
se comprueba la denuncia, el ex mandatario se haría aún más
indefendible.
Ryutaro Hashimoto, Primer Ministro cuando el MRTA perpetró el asalto,
y
Masahiko Takamura, entonces vicecanciller, son hoy miembros del gabinete
del
Primer Ministro Yoshiro Mori y serían quienes abogan por el ex Presidente.
Pero Mori está en problemas -se salvó recién de una
censura parlamentaria- y
si el lío crece lo probable es que no lo apañe más.
Por lo pronto, ya Fujimori es uno de los cuatro denunciados por el Procurador
Gamarra, junto con Nicolás de Bari Hermoza, ex comandante general
del
Ejército; Julio Salazar Monroe, ex jefe del SIN; y Vladimiro Montesinos,
ex
asesor presidencial. Sería uno de los coautores del presunto delito
de homicidio
calificado.
Hay, sin embargo, puntos oscuros. Ya se han exhumado los cadáveres
de los 14
emerretistas -en los cementerios de Comas, Chosica, Vitarte, Villa María
del
Triunfo, San Juan de Lurigancho, Puente Piedra y Carabayllo-, pero hasta
el
cierre de esta edición sólo Néstor Cerpa, Rolly Rojas
y Eduardo Cruz Sánchez
"Tito" habían sido identificados.
Al Equipo Peruano de Antropología Forense (EPAF), encargado por
la Fiscalía del caso, le
espera ardua labor. Tendrá que determinar, primero, si los cadáveres
exhumados
pertenecen a los emerretistas y, luego, establecer las circunstancias en
que murieron.
Allí es donde está anudada la controversia que rodea al caso.
Los orificios de bala encontrados en los cuerpos exhumados son hasta ahora
sólo rutas
a seguir. Más aún: al parecer, una de las cosas que no se
podrá comprobar será si
"Tito", como relata Ogura, estaba con las manos atadas. Para encontrar
las huellas de
que fue amarrado tendría que haber restos de carne en el cadáver,
algo hoy ya imposible.
Otro factor a considerar, si se hace una investigación seria, es
que, de hecho, como
sugirió Giampietri a CARETAS, hubo un enfrentamiento con todos los
agravantes. De
ello dan fe la muerte del teniente Jiménez y del comandante Valer,
así como el ataque al
entonces canciller Francisco Tudela. Los emerretistas no se cruzaron de
brazos.
Los comandos, por su parte, podrían argumentar que, en una circunstancia
de
combate como la vivida en la residencia de Aoki, resulta difícil
distinguir si un
adversario está realmente rendido. Ogura, sin embargo, no es el
único rehén
que ha dicho que no todos los subversivos eran sumamente violentos, sobre
todo
los más jóvenes.
El ex diplomático insiste en sus declaraciones da incluso los nombres
de los
otros 17 rehenes que habrían visto con vida a "Tito". Ellos serían
los
diplomáticos nipones Hiroyuki Kimoto, Fumio Sunami, Hajime Nakai
(actual
ministro de la Construcción), Haruo Mimura, Hideo Nakamura, Katsumi
Itagaki,
Sinji Yamamoto e Hiroto Morozumi.
También los empresarios japoneses Masami Kobayashi y Yoshiaki Kitagawa,
así como los vocales Moisés Pantoja Rodulfo, Luis Serpa Segura,
Mario Urrelo
Alvarez, Hugo Sivina Hurtado y Alipio Montes de Oca. Asimismo, el
viceministro de la Presidencia Carlos Tsuboyama Matsuda y el coronel FAP
José Garrido Garrido.
Ninguno de ellos ha querido pronunciarse sobre esta versión. Salvo
el vocal
Pantoja, quien habría declarado a la fiscal Alva que no vio nada
porque salió a
rastras. Giampietri afirma que tampoco vio nada, pues estaba en un lugar
lejano
a donde habría ocurrido este hecho, y lo mismo ha dicho el sacerdote
Juan Julio
Wicht.
Pero no son estos dos últimos los que tendrían que declarar
sino los otros 17,
que comprobadamente se encontraban cerca a Ogura. Descalificar de plano
su
versión, de la manera insulsa como lo han hecho las congresistas
Martha
Chávez y Luz Salgado, no ayuda al esclarecimiento de los hechos,
como
tampoco tildarlo de izquierdista.
Se trata más bien de un estudioso, de profesión historiador,
pero con estudios de
sociología. Vivió en el Perú desde fines de los '70,
antes de ser diplomático, e hizo
investigaciones en el Centro Rural Andino Bartolomé de las Casas.
Allí aprendió algo de
quechua, el cual, según relata en su libro, practicó con
algunos emerretistas.
A fines de los '80 entró al servicio exterior japonés y se
casó con una nisei de nombre
Ana María. Su primer destino diplomático fue Cuba. Luego,
en los '90, volvió al
Perú, a trabajar en la embajada como encargado de asuntos políticos.
Tras el
rescate de los rehenes, fue enviado a México, donde permaneció
hasta 1998,
cuando renunció.
Desde entonces es catedrático en cinco universidades japonesas,
una de las
cuales es la Universidad Internacional Cristiana. Su mirada, obviamente,
es -y
era durante el secuestro- la mirada de un intelectual, bastante entendido
en
política e historia latinoamericana. En su libro, por ejemplo, habla
de las
discusiones teóricas que tenía con Rolly Rojas.
Ese talante hizo que tuviera un acercamiento con los emerretistas, que
otros
rehenes -sobre todo militares- interpretaron como presunta colaboración.
No
obstante, él señala que era parte de su misión como
encargado de asuntos
políticos. Se le permitía escuchar las noticias, luego de
lo cual informaba a los
demás rehenes.
La versión de este hombre de 50 años, que ha decidido llevar
su testimonio
hasta los tribunales, debe ser investigada. No para deshonrar la memoria
de
quienes se inmolaron en el rescate, ni para convertir a auténticos
violentistas en
héroes. Tampoco para convertir las exhumaciones en un macabro ritual
con
fines políticos. No.
La verdad tiene que abrirse paso justamente para saber cuál es la
diferencia
entre el terror y la democracia. Aunque este proceso sea doloroso es necesario
vivirlo, tal vez como el primer capítulo de ese libro llamado "Comisión
de la
Verdad", que está a punto de escribirse. Y que por cierto Néstor
Cerpa
garabateó con su mano extraviada.
(*) con la colaboración de Paola Ugaz.
Lo Que Dice Ogura
Desde Japón, ex diplomático amplía para CARETAS los
detalles de su
versión.
NOSOTROS -dice Hidetaka Ogura en su libro "El diálogo obstruido",
publicado en Japón el año pasado- nos vimos obligados a bajar
por una
escalerilla que el cuerpo especial colocó en la terraza. Yo fui
el
antepenúltimo (...) en asirme a la escalerilla. En ese momento vi
(...)
detenidos a Cynthia y otro guerrillero (no pude ver su cara). Cynthia
gritaba. No pude captar bien si decía `No lo maten' o `no me maten'.
CARETAS pidió al ex diplomático más detalles sobre
este episodio. De acuerdo
a él, los dos emerretistas mencionados eran de baja estatura y estaban
rodeados
por cuatro comandos bastante más altos que ellos. No alcanzó
a distinguir si los
subversivos estaban todavía armados y tampoco quién era el
que acompañaba a
Cynthia.
La otra escena que relata Ogura es aún más decidora, en principio
porque
-siempre según él- habría sido observada por 17 rehenes
más, 10 japoneses y 7
peruanos. Dicho episodio se refiere justamente a Eduardo Cruz Sánchez,
"Tito",
quien fue exhumado el lunes 12 en el cementerio de Comas.
Todos los rehenes que estábamos en la habitación 'I' fuimos
conducidos
hacia la casa contigua por el túnel por el cuerpo especial -escribe
en su
libro-. Ahí vi a `Tito', el número dos, tirado en el suelo
con las manos
amarradas atrás. De esta escena he sido testigo junto con diez rehenes
japoneses y siete rehenes peruanos. La casa vecina donde fuimos (...) a
refugiarnos estaba resguardada por el cuerpo de la Policía Nacional,
pero `Tito' fue llevado de regreso a la residencia del embajador Aoki.
Nuevamente CARETAS pidió a Ogura más detalles. De acuerdo
a él, `Tito'
vestía un pantalón azul corto y un polo verde de manga corta,
que había
repartido la Cruz Roja. No tenía zapatos y sus manos estaban atadas
con una
soga. Balbuceaba algo que no alcanzó a distinguir, mientras un policía
lo
golpeaba. Habían pasado más o menos 15 minutos desde que
empezó el rescate
y la escena la habrían presenciado los otros 17 rehenes.
Ogura añade que luego vino un comando del interior de la residencia
y se llevó
a `Tito' nuevamente hacia adentro. Minutos después, según
él, el Presidente
Fujimori llegó al lugar. `Tito', como revelaron las necropsias posteriores
hechas
en el Hospital de Policía, murió de un solo disparo. En la
exhumación que se
hizo de su cadáver no se observó, de primera impresión,
lesiones en su cuerpo.