Panamá espera ansiosa transferencia del Canal
JUAN ZAMORANO
Associated Press
Panamá -- Desde comienzos de siglo, los panameños
vieron nacer y
crecer el Canal de Panamá como una crucial ruta marítima
mundial bajo
el control y seguridad militar de los Estados Unidos.
Pero en cuestión de un año -- el mediodía
del 31 de diciembre de 1999
-- eso cambiará, cuando la nación más poderosa
transfiera el completo
control de la importante vía interocéanica a Panamá,
un país pobre de
2.5 millones de habitantes.
Ello no deja de preocupar a muchos panameños que perciben
que este
país no está preparado para enfrentar semejante
reto, pero otros son
más optimistas y piensan que se puede hacer una mejor
administración y
sacar más provecho económico al canal y a las áreas
y edificaciones
aledañas, valoradas entre $2,000 y $4,000 millones.
Una encuesta de la empresa CID-Gallup publicada en noviembre y
con
un margen de error del 2.8 por ciento señaló que
un 52 por ciento de
panameños percibe que el país no está apto
para llevar las riendas del
canal, contra un 39 por ciento que opina lo contrario.
``La transferencia de un activo de la más grande potencia
a un país del
tercer mundo parte de una credibilidad de cero'', apuntó
el analista
político Roberto Eisenmann. ``Todo el mundo espera de
que no salga
bien y eso es un gran dilema... pero a la vez es una gran oportunidad...
porque podemos impactar si lo hacemos bien''.
Advirtió, empero, que el éxito dependerá
mucho de que el canal se
mantenga al margen de los vaivenes políticos.
``Estaríamos en una contradicción histórica
el no estar preparados'',
señaló el canciller y ministro de asuntos para
el Canal, Jorge Ritter.
Panamá ya elaboró las leyes que regirán el
funcionamiento del canal. A
partir del 2000, la Autoridad del Canal, un ente autónomo
política y
financieramente, sustituirá a la comisión, la agencia
federal de Estados
Unidos que administra la vía desde 1977.
Panamá opera prácticamente el canal, ya que el 90
por ciento de los
aproximadamente 8,000 trabajadores canaleros son panameños.
Sin embargo, persiste el temor de que intereses políticos
se inmiscuyan
en los asuntos del canal. Los opositores criticaron hace poco
al gobierno
del presidente Ernesto Pérez Balladares por colocar en
la junta directiva
de la Autoridad del Canal a parientes cercanos.
El ex presidente Nicolás Ardito Barletta, administrador
de la Autoridad
de la Región Interocéanica (ARI), que promociona
la inversión en los
bienes canalareros entregados por Estados Unidos, fue fustigado
porque
su institución alquiló varias casas a funcionarios
de alto nivel. Los críticos
dijeron que en ese hecho el gobierno habría utilizado
su influencia para
favorecer a funcionarios importantes, pero Ardito Barletta restó
importancia al asunto, del que dijo fue motivado por ``intereses
políticos''.
Ardito Barletta, un prestigioso banquero, encabeza los esfuerzos
para
desarrollar económicamente las antiguas bases militares
norteamericanas
y otras instalaciones entregadas desde 1979, tras la ratificación
de los
tratados Torrijos-Carter.
Desde esa fecha, Estados Unidos ha transferido más del
70 por ciento
de las 147,400 hectáreas en tierra y aguas que conforman
el área
canalera, incluyendo varias bases militares. El año próximo
desocupará
gradualmente siete bases más y retirará a los últimos
4,000 soldados.
Con el retiro de las tropas, Panamá dejará de percibir
entre $250 y
$300 millones anuales, pero espera mitigar ese impacto.